viernes, 9 de septiembre de 2011

Esas mujeres

Una primera mirada sobre "ojos bajos".



Lo primero que aparece en ojos bajos, es la necesidad de seguir mirando, pone en evidencia de manera muy sutil, el voyeurismo de todo público que se precie como tal.
No sé quién lo dijo -pero si se derrumbaran  las paredes, veríamos que la íntimidad de nuestro vecino no es muy distinta- no por llevar vidas parecidas, sino porque esta construida en base a una mecánica necesaria, para poder seguir viviendo a pesar de uno.

Las mujeres de ojos bajos despliegan la mecánica de esa intimidad, llena de pequeños gestos, actitudes, repentinos silencios, juegos, cuchicheos, sin caer en ningún tipo de explicación, o ilustración sobre la sociedad o el mundo.
No entendemos mejor a estas mujeres por lo que hacen o sienten, eso esta fuera de la órbita del espectador. No hay nada que entender porque realmente no hay nada que entender.

Pero uno no puede dejar de mirar, preguntarse -qué esta pasando- algo escapa y siempre se va a escapar.

El despliegue de este mundo por momentos es muy oriental, sobre todo el cine; con esto me quiero referir a la manera que tienen  de componer las situaciones, la corporalidad del silencio en los momentos donde nada parece suceder, la forma de habitar el espacio sin otra intención mas que el tránsito.
Todo es muy concreto, terriblemente concreto; (por eso es muy oriental). Salvo el espacio que es tan maleable, y siempre el mismo que por momentos se vuelve irreconocible. Como cuando se condensa o dilata, desde la temporalidad de los encuentros, rutinas, juegos, silencios.
En este aspecto no hay solemnidad ni asomo de ella, todo es tan natural, inclusive en los momentos de máxima violencia.

Antes mencione al cine, habría que agregar al animé. Sobre todo por la manera de presentar la figura, recortarla en el espacio, y aún en los momentos más rápidos de la dinámica y la interacción, ver con claridad cada cuerpo.

Como dije antes, hay violencia en ojos bajos, pero no es explicita ni sugerida, es cruda y medida. Es una experiencia sobre el cuerpo, una manipulación sin estridencia, ni condena, incluso sin pathos.
Nadie sufre ni disfruta, ni infligirla ni recibirla. Es un experimento, limpio claro y contundente. Sobre como modificar el peso, la medida, la velocidad en el otro.

En este aspecto, no hay tiempo para que el ojo se compadezca, porque se ve sorprendido por la belleza del acontecimiento. Esto nos recuerda que tanto la belleza, la violencia y el misterio, están antes que la moral y su construcción.

Ojos bajos es una apuesta radical e indiferente, bella y extraña al comentario sobre el mundo. Pero esto no quiere decir que sea inhumana, tampoco detenta una ideología humanista, simplemente es, en la fragilidad de esas mujeres, terriblemente mujeres.


Habría que agregar que este texto lo escribí después (si no me equivoco) de una función de pre-estreno en el estudio de Viviana Iasparra. Fué un primer acercamiento a este universo.
 

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