sábado, 8 de junio de 2019

Catupecu Machu o como el rock puede ser una cuestión barroca

                 
                            "El alma cuando sueña- escribe Adisson- es teatro, actores y auditorio."

                                                                                                                               Borges 
                                                                                                            Otras Inquisiciones           


                 Catupecu Machu siempre fue una banda muy particular dentro del espectro del rock local, si en un principio se los podría haber asociado con cierto resabio hardcore/ punk emergente, propio del fin de década del ´90, con el cambio de milenio fueron profundizando una estética sonora que fue encontrando sus fuentes, en la austeridad formal de Atahualpa Yupanqui, la expresividad visceral del flamenco y las experimentaciones formales del post punk. (1)
Si bien nunca fue una banda que puso énfasis en la vertiente más experimental, siempre estuvo atenta a las innovaciones formales de la historia del rock. Esta conciencia sobre los materiales en juego y la tradición fueron generando un propio patrón expresivo, que de una manera muy sutil fue  experimentando con las formas, pero siempre respetando a la canción como hecho en sí, en ese espacio entre lo meramente musical y discursivo, crearon la manera de horadar el sentido común del rock para comunicar algo más que el tan bastardeado mensaje.

Quizás lo que pueda confundir de la propuesta es su gran dinamismo energético, es una banda que tanto en sus discos como en vivo explota toda su potencia sonora, pero no lo hace en desmedro de un imaginario pobre, como ocurre con algunas bandas que ponen todas sus fichas en el sonido, en la naturaleza de la canción más que en la lírica, sobre todo porque no hay mucho vuelo desde la imaginación puesta al servicio de la palabra cantada.
No es el caso de Catupecu Machu que se ha ido pre-ocupando (cada vez con mayor precisión) en desarrollar desde sus posibilidades semántica, letras que tienen la ambición de condensar al máximo los nudos temáticos que engloban su propuesta estética. (2)

A nivel superficial este hecho es elocuente, tan solo basta repasar los títulos de los discos para darse una idea de que fueron minando al sentido común para hacerle decir al rock otra cosa.
El primer disco tiene un nombre inmediato, un imperativo dicho con la premura de lo que no puede esperar mas que fugarse en el presente, un imperativo que obliga a despertarse del sopor obligando a la acción, "Dale" (1998) es una declaración de principios que activa a todo el cuerpo no solo físico sino también apela (claro) al cuerpo de la imaginación.
Con el segundo ya hay un salto cualitativo en cuanto a la pretensión, el nombre presenta una narración quebrada, un cuento sin final, no porque no lo tenga sino porque ha sido mutilado.  En "Cuentos decapitados" (2000) hay una escritura que comienza a despegarse de la medianía de las letras de rock.

En "Cuadros dentro de cuadros" (2002) se nota la ambición barroca, la segunda canción del disco Sonando es un claro ejemplo de cómo la imaginación toma conciencia de sí misma.

Hoy ser el telón/ mañana escenografía/ actor de reparto, protagonista/ Estar en eje, armar las valijas/ amar la noche, enamorarse algún día. (3)

La canción homónima del disco puntualiza aún más la naturaleza artificial de toda refracción, es una puesta en abismo que abre una fisura en la lógica de la representación, poniendo en primerísimo primer plano, la espectralidad de la conciencia que toma carnadura en una mirada que mira mucho más allá de sí mismo, porque descubre en los otros lo que guarda para sí.

Llegas por mí/ a un sitio inesperado/ tus labios tienen un fin/ después de los ensayos/ Te toca actuar/ más que actuar/ hay más de mí/ en un mundo encerrado/ rompe el cristal/ Sé vivir y es merodear entre tantos ojos/ leer, deletrear/ aquel mensaje entre líneas (...) Todo es así/ cuadro dentro de cuadros/ siempre un final sin fin/ después de un nuevo ensayo/ te toca actuar/ más que actuar.

"El número imperfecto" (2004) es una falla en el orden del conjunto, es un dato inesperado, algo que rompe la cadena de sentido, y que obliga a recapitular la necesidad de todo sentido después de la ruptura, entre el mundo y su propia percepción.
Magia veneno la canción que abre al disco entiende que la lógica de representación siempre funciona de a dos, uno necesita del par para completar el lugar de la afección de la cosas en la propia piel de la sensorialidad. La poética de Catupecu Machu apela la concepción dual de las cosas, el otro siempre completa al sentido de lo que parece no tenerlo.

Magia Veneno/ de lo oscuro hacia la luz, todo nuevo/ respirarse, emborrachar/ morir y seguir viviendo/veo en parte lo que tu ves/ quieras o no estas adentro/ veo en partes no sé si ves/ entre lo dicho y lo hecho/ los amores el derroche/ los finales abiertos/ lo que habita en otros lados y aún no conocemos.

Para "Laberinto entre aristas y dialectos" (2007) la banda se tuvo que re-inventar de nuevo, es de público conocimiento que Gabriel Ruiz Díasz, el hermano de Fernando, tuvo un accidente automovilístico del cual salio con vida, pero el precio fue quedar totalmente inmovilizado, la unidad dual que hasta ese momento había funcionado se quebró literalmente. Este disco surge después de este delicado trance y a su manera es una afirmación vital aún en las peores circunstancias, lo que tiene el albúm de peculiar es que es de de versiones acústicas (en vivo), pero lo distinto es que trae tres canciones nuevas y una de ellas -Viaje del miedo- sintetiza la gravedad de lo ocurrido en su imaginario.

Te resucito en el sueño/ es lo que espero que encontrar/ entro en el viaje del miedo/ abro la puerta al cerrar (...) encuéntrame...carne y hueso, hueso y nada/ llanto que aflora y su flor alimento/ envenena el dolor cae muerto/ faltan pedazos, estrofas y versos/ en lo peor de mis sueños/ despiertame...carne y hueso, hueso y nada.

La mortalidad en sí misma no es el tema de la canción, sino la idea de lo irreparable de la muerte, ese vacío, esa ausencia que permite que todas las preguntas se articulen en una sola cuestión inevitable, la rotura que se produce en el vínculo con el ser querido que perece o en este caso que roza la muerte y produce una gran perturbación en la armonía grupal. El miedo es la reacción a eso que carcome la ilusión de toda trascendencia, de toda pretensión de impunidad frente a la pura contingencia de los hechos y del tiempo.

Pero son en los dos últimos discos donde la banda despliega con soltura y libertad toda la potencia de una poética que hace del rock una herramienta de precisión, formalidad asfixiante, y una expresividad que se apoya en el grano de la voz, para ir nada más que hasta la exasperación entre la verdad y el artificio.
Simetría de Moebius (2009) es una obra que busca en su gesto estético corroer a la forma llevando al límite la tolerancia del oyente, en la repetición obsesiva del estribillo -algo que ya aparecía en sus discos anteriores ahora presenta una saturación formal- en este subrayado de las intenciones expresivas, aparece toda la dimensión estética de una banda que busca en la camisa de fuerza de la canción una manera de decir lo mismo desde otro lugar.

El mismo Fernando Ruiz Diaz lo deja bien en claro: "Catupecu es como la cinta de Moebius: vos partís de un lugar, le das vuelta, y volvés al mismo lugar de dónde saliste, pero desde otro lado", hay algo en la insistente repetición que llega un momento en que se transforma en otra cosa, este es el camino que elige esta poética para resquebrajar su propia formalidad y abrir una puerta que invita a la sugestión.
Es dificil no tentarse y afirmar que Catupecu Machu es una banda que se parece a si misma, desde el primer disco supieron forjarse una identidad que nunca fue algo fijo o perenne, sino que albúm tras albúm esta identidad fue puesta en discusión.

La lírica de Fernando Ruiz Diaz y el granuloso cuerpo de su voz, tienen la enorme pretensión de la totalidad, como en los grandes cantante folclóricos o en Camarón de la Isla, (como él mismo lo cita como influencia) en la voz de Fernando esta toda la vitalidad del sentimiento que busca la palabra que exprese su inasibilidad, y en esa tensión entre lo imposible y lo que no, se encuentra el espacio que la banda maneja con maestría.
Esa zona que Catupecu transita tiene que ver necesariamente con el silencio, por eso en las canciones casi no hay espacio para ello, porque quiere ser tan poderoso como lo que se calla, como lo que se evita nombrar.

Simetría es un disco prácticamente sin guitarras, aparecen claro, pero no desde el lugar que ocupaba en los trabajos anteriores, esta privación funciona como soporte para que la voz aparezca con toda la soltura que quizás en su etapa anterior debía imponerse para puntualizar el ataque de la guitarra.
Quizás la diferencia mayor es que es una obra mucho más rítmica, más percudida por el fraseo del decir y la insistencia metronómica de la batería, que sostiene y da espacio para que el bajo aparezca y funcione como una guitarra rítmica, asi como también los arreglos del teclado que crean climas, profundizan los momentos melódicos y por momentos tiene la misma función que el silencio en la economía de la canción.

Es difícil destacar una canción por encima de las otras, todas forman un mismo cuerpo, y funcionan en bloque, pero hay señales que indican la importancia de algunas en el hilo narrativo del albúm.
Alter ego...grito alud, es un tema que determina no solo el nudo temático del disco sino que también contextualiza a los trabajos anteriores dentro de una perspectiva conceptual que fue creciendo de manera natural a lo largo del tiempo.

La simetría, los opuestos que se complementan y se repelen, la unidad escindida, el reflejo,  y lo barroco como lugar de percepción, son todas cuestiones que atraviesan el imaginario de Catupecu. Alter-ego...es una canción que subraya lo evidente, a la banda le interesa lo que el espejo tiene para mostrarle, los trabajos anteriores tanto como este son el efecto de esa mirada que hurga en la propia otredad la ajenidad del rostro.

Solo basta revisar algunas de las estrofas de las letras del disco para enhebrar una narrativa que siempre busca decir lo mismo desde "otro" lugar.

Quedo absorto, nulo, neutro/ como sin poder hablar/ las palabras solo intento/ aunque no quiera callar/ la insensatez, de la ansiedad/ cobra vida el lado siniestro/ muero uno, nazco más.

                                                                                                Confusión

Fuera de mi, cambie la piel (...)/  desorden cruel anarquizado/ jugamos fuerte a la idiotez (...)/ quedo en dos aguas otra vez/ ser o no ser tu esclavo/ espera sentado, aunque me caes bien/ No sé si estoy en otro lado/ o aquí desmuteado, o afuera con quién.

                                                                                                 Piano y RD

Dedo sangra...cuerda guitarra/ madera tu sabrás cuándo amarás.../ bailando en el filo/ que cortan lo viejo...en dos lados nuevos...

                                                                                                   Anacrusa

Entro de a dos/ entran dos alter egos de a dos/ hay otra ley que romper/nuestra ley es nuestra ley/ me paso de uno a otro/ nuestra ley no hace falta saber/ hay otra ley que saber/ puede ocurrir un destino/ y resolver/ y luego romper.

                                                                                                   Alter ego...grito alud

Una vez al este de tu este/ y al sur de la suerte (...)/ no te conté que nunca hablé/ y si escuchas por suerte/ que las voces mienten/ háblalo fuerte muy claramente/ rompe silencios que se han quedado/ amordazados (...) cosa de goces.../ te escuché, te soñé/ en el útero de la tormenta/ nacimos de vuelta.

                                                                                                   Cosas de goces

Canción que siempre nos conmueve/  un designio, belleza sin piedad/ en aguas que siempre nos devuelven/ navegamos en trance de llegar (...) Vamos en dos equilibrando/ simetría opuestos aliados (...) Cinta moebius, un solo lado/ puro placer, reverso indomado/ Divina comedia, amor encarnado.


                                                                                                     Simetría de Moebius

Un infierno, un tormento, resetear/ desactivo los párpados/ activo el sueño/ un espejo me devuelve inverso.

                                                                                                      Batalla


Lo curioso de una banda que apela al rock como medio de expresión, es que centre su imaginario en el orden, lo precisión, la simetría, el equilibrio de la forma, porque claro está, el rock siempre buscó la liberación de la forma para el desarreglo de los sentidos, para que el mundo revele su verdadera naturaleza elusiva para el logos y concreta para los sentidos. Pero no hay que olvidar que Catupecu es una banda que bebe de las fuentes del post-punk, sobre todo en bandas que hicieron de la forma en sí un mensaje críptico, monótono, abrasivo, condensado, de una furia incluso contenida e implosiva, pienso sobre todo en Joy División, que desarrollaron una estética apolínea, de líneas claras, minimalistas, donde las voz de Ian Curtis, musitaba en trance verdaderos mantras urbanos. (4)

Hay algo de eso en la banda de Fernando Ruiz Díaz, hay una obsesión con la repetición, con la insistencia del decir, que no es para nada casual encuentra su contexto necesario con la figura del doble y la simetría, en ese aspecto Catupecu sin ser una grupo de rock minimalista, indaga este camino máximizando sus recursos pero siempre con lo elemental de la expresión y la musicalidad, hay un cuidado desde el sonido, un amor por la tecnología que se enmarida de manera natural con esta visión barroca de las cosas y el mundo.

Cuando hablo de lo barroco me refiero específicamente a la auto-conciencia sobre la forma, ese trabajo minucioso sobre los detalles que excede los códigos de la estética realista pero que a su vez son demasiado realistas para entrar dentro de lo fantástico. Las letras de Fernando Ruiz Diáz indagan esta problemática poniendo su discurso y su imaginación como efecto de lo barroco, por eso la banda, la música, el ritmo, incluso esta suerte de hermeneútica posible sobre lo imposible, forman parte de los mismos materiales que la letra expresa con precisión. Ellos son personajes de sus propias canciones, pero no como algo meramente autoreferencial sino porque saben que forman parte de algo más grande que ellos, como si fueran el sueño de alguien más, como el cuento "Las ruinas circulares" de Jorge Luis Borges, la divinidad es un capricho de insondable consecuencias. (5)

El último disco "El Mezcal y la cobra" (2011) sigue profundizando esta camino  que no tiene asideros en el rock local, no se trata de una imaginación lírica a la manera de Spinetta, sino de una poesía concreta que en su prosaísmo rebalsa de imaginación pero que esta perfectamente contenida dentro del logos occidental, porque aunque la banda se aventuré hacia una empresa que se quiere desconocida, no puede desligarse del dualismo propio de nuestra cultura, pero aún así se las arregla para establecer una interferencia, un cortocircuito en el sentido, porque  Catupecu Machu no deja de ser una paradoja en sí misma, porque en su práctica del rock, es directa, al hueso de su expresión: monótona y explosiva, pero en su lírica, en los bordes de este mundo que se abre cada vez más, son ideologicamente barrocos, conceptualmente espiralados en el rulo del infinito,  y en esa contradicción entre la resta y su suma, lo imposible y lo real, se encuentra toda la riqueza de una propuesta que no tiene temor a quedar atrapados en la eternidad de un estribillo, que roe con paciencia a los ángulos de una razón cada ves más ensimismada en su trampa lógica.


1- En el programa Encuentro en el estudio Fernando Ruiz Díaz habla de la génesis de la banda, de su pasión por la escritura y de sus tempranas influencias. La entrevista de Lalo Mir es muy jugosa, revela detalles y la intimidad de la creación. https://www.youtube.com/watch?v=1j4v15WQmIQ&t=1944s



2-Si bien es cierto que Fernando Ruiz Díaz es el autor de las letras, su lugar de enunciación no es el nombre propio sino el de la banda, por eso me refiero a la banda y no a él como totalidad enunciativa de la poética de Catupecu Machu.

3- En esta estrofa esta condensada toda la imaginación barroca puesta al servicio de una canción, el epígrafe que utilizo forma parte de un texto mayor Borges que escribió sobre Nathaniel Hawthorne, donde llega a enunciar en su estilo no excento de deliciosas paradojas que la literatura que es un sueño dirigido. Claramente las diferencias estilisticas y los soportes estéticos son otros, pero en la canción de Catupecu se encuentra la misma ambición y perplejidad frente a la creación, el sueño y su puesta en escena.

4- Unos años atrás escribí en este blog sobre Joy Division para un mayor entendimiento http://lortellado.blogspot.com/2013/11/ian-curtis-y-el-destino-de-la-cancion.html

5- Ruinas circulares, forma parte del libro de cuentos Ficciones (1944) de Jorge Luis Borges, donde se halla lo mejor de su producción cuentística, para aquellos que no tuvieron la oportunidad de leerlo, les recomiendo esta experiencia. http://www.ispbrown.edu.ar/accesorios/noticias/itinerarioxmundocultura/las_ruinas_circulares.pdf