lunes, 18 de noviembre de 2019

Proteo, el mito peronista

                                     
                                                                         "De Proteo el egipcio no te asombres,
                                                                          tú, que eres uno y eres muchos hombres".

                                                                                                                             Proteo
                                                                                                          Jorge Luis Borges


               Nuestro país tiene un misterio, un misterio insondable y si se quiere caprichoso, un misterio llamado peronismo, que ha generado a lo largo de su historia todo tipo de elucubraciones, que han tratado de explicar lo que sencillamente no tiene una sola respuesta y aún así no la hay, porque el peronismo es un muerto vivo que insiste en seguir insuflando vida, y potencia a la simiente cultural, política y afectiva de estas tierras, ya sea por identificación o rechazo, el peronismo sigue siendo un hecho vivo. A diferencia por ejemplo de sus antiguos contendientes como la Unión Cívica Radical que más que un partido político es una pieza de museo.

"La Novela de Perón" (1985) de Tomás Eloy Martinez (1) se aventura a entrar en esta terreno inhóspito para las explicaciones fáciles, tendenciosas y fuertemente ideológicas, la novela en sí misma es un gran interrogante y un sacrilegio para el dogma peronista porque se atreve a retratar al último Perón, al más desconcertante, al más revulsivo, al que vuelve después de 18 años de exilio español, con José Lopéz Rega como sombra de su sombra, que fue a su vez, responsable ideológico y arquitecto de la masacre de Ezeiza (2) primero y Triple A (3) después, al Perón que desterró de plaza de mayo a montoneros, al que quiso verse como pacificador de la sociedad argentina siendo que fue el entero responsable en alentar a la izquierda peronista a la lucha armada.
A este Perón, Tomás Eloy Martinez convoca desde una escritura que se demora en lo biográfico, lo político y lo estrictamente perceptivo de la ficción, para indagar en las zonas más oscuras de esta historia que partió a nuestro país al medio y lo desangró finalmente, tiempo después con la dictadura cívico militar que fue su lamentable efecto, ya con Perón muerto, e Isabel Martinez de Perón como presidenta y Lopéz Rega como verdadero dueño de los destinos de nuestro país.

Son varias historias las que se enhebran con maestría en la novela, son varios los destinos que se entrecruzan para dar lugar a los acontecimientos, y son muchas las contradicciones que sacuden la estantería de las convicciones de los personajes y de los lugares comunes de la interpretación política e histórica. La novela comienza retratando la ansiedad y el desasosiego del general en su vuelo de retorno al país, hay un ligero desacomodo que atraviesa y delimita a sus pensamientos de su cuerpo, los recuerdos de su memoria, los afectos de sus verdaderos sentimientos, si es que se puede hablar de algo verdadero en una subjetividad especialista en camuflarse en la necesidad de los otros.

"Una vez más, el general Juan Perón soñó que caminaba hasta la entrada del Polo Sur y que una jauría de mujeres no lo dejaba pasar. Cuando se despertó, tuvo la sensación de no estar en ningún tiempo. Sabía que era el 20 de junio de 1973, pero eso nada significaba. Volaba en un avión que había despegado de Madrid al amanecer del día más largo del año, e iba rumbo a la noche del día más corto, en Buenos Aires (...) Ni siquiera tenía prisa por llegar a parte alguna. Estaba bien así, suspendido en sus propios sentimientos. ¿Y eso qué era? ¿Los sentimientos?: nada. Cuando mozo le dijeron que no sabía sentir, sino representar los sentimientos. Necesitaba una tristeza o una señal de compasión, y ya: las pegaba con un alfiler sobre la cara. Su cuerpo vagaba siempre por otra parte, donde los afanes del corazón no pudieran lastimarlo (...) Nada le había pertenecido, y él mismo se pertenecía menos que nadie."

Si hay algo que caracteriza al retorno del general a la Argentina, es el desencuentro, el desfase entre la expectativa largamente deseada de su retorno y su retorno finalmente, Perón volvía es cierto, pero  su retorno no era gratuito, el precio pagado era muy alto, porque si hay algo que quiso controlar con voluntad férrea fue el destino de su movimiento, pero esto no lo lograría sino a medias, porque el hombre no pudo sobreponerse al mito que había creado, al monstruo que finalmente lo terminaría engullendo, porque si hay algo que no se puede conducir fue el incandescencia imaginaria del pueblo, desde el momento en que asumió la presidencia hasta su muerte.

Con justicia se puede afirmar que la narración que despliega Tomás Eloy Martinez transcurre durante un solo día, en ese fatídico 20 de junio, fecha indigerible para el mito peronista, porque la operación retorno fue la masacre de Ezeiza y la puesta a punto de incipiente Triple A de José López Rega, alías el brujo, o Daniel como gustaba llamarse en la intimidad del general, en el primer capítulo está contenido todo lo que el autor de esta novela desarrollará con puntillosa sensibilidad.

"El secretario se llamaba José López Rega, pero en la primera ocasión de intimidad pedía seriamente que lo llamaran Daniel, ya que por ese nombre astral lo conocería el Señor cuando tronara el escarmiento del apocalípsis. Parecía un carnicero de barrio: era retacón y confianzudo. Se posaba como una mosca sobre todas las conversaciones, sin preocuparse en lo más mínimo por la tolerancia de la gente. En otros tiempos se había esforzado por caer simpático, pero ya no. Ahora se vanagloriaba de su antipatía."

Se podría decir sin ningún ápice de exageración que La novela de Perón es relato múltiple, que en su expansión se fragmenta en un gigantesco caleidoscopio, donde cada uno, ve o cree ver, el influjo, el efecto, la marca e incluso el mandato que el general impuso en la vida de miles, ni siquiera el mismísimo Perón puede escapar a esta consecuencia que lo tuvo a maltraer entre él que fue, que hasta ese momento estaba en la memoria viva del pueblo, de varias generaciones y él que fue finalmente terminó siendo, en esa vejez que lo termina desencontrando no solo del país que lo esperaba en vilo, sino de sí mismo.

El Perón de este relato no encuentra su lugar en sus memorias, aunque trate de controlar el pulso de lo vivido hay una zona que es imposible de intervenir, esa es la zona donde la escritura de Tomás Eloy Martinez escarba con maestría y encuentra su razón de ser, no para explicar el devenir del General, sino para acercarnos como lectores a la intimidad de una subjetividad escindida de sus afectos, a la puesta en escena primero del militar y después del político, a la construcción de ese personaje público, que hoy es, más una marca, una caricatura, un mito, una babel de voces que reclaman y se pelean por su herencia.

Lo que el relato de Tomás Eloy Martinez expone, es que para que Juan Domingo Perón comience a ser Perón tuvo que pasar por un largo proceso de despersonalización, una rigurosa crueldad se tuvo que desplegar en su vida para llegar a ser; desde su infancia con una familia errante buscando un lugar donde hacer patria en el sur más anhóspito de nuestro país, en su educación cuasi huérfana con unas tías en la capital, para ir directo a las humillaciones constantes de una vida que él quiso que fuera militar, que hacía del sometimiento del alma, y de la identidad, su herramienta más efectiva para oprimir los impulsos vitales y necesarios para desarrollar y potenciar la empatía humana.

"...Juan Domingo se aplicó a fundir su identidad con la del ejército, a desconocer los mandamientos de sus deseos y a obedecer hasta los más extraviados deseos de los superiores. El universo real murió. La vía láctea, el reloj del péndulo de la abuela, la campana del tranvía, el recuerdo de los domingos tristes en el internado de Cangallo al 2300: aquellos accidentes de la realidad se convirtieron para él en absoluta nada. Solo existía el ejército. Y dentro del ejército, en alguna orilla de los reglamentos, se diluía su persona. Para ser obedecido tenía que aprender a obedecer."

Por la misma naturaleza de la novela es difícil desglosar una parte del relato sin omitir otra, pero con justicia se puede afirmar que el centro de la historia es la relación de Perón con José López Rega, ese entramado oscuro, y ambiguo, en donde el brujo fue generando su espacio de poder de una manera muy sutil, un verdadero trabajo de hormiga, un trabajo de años para asegurarse un lugar en la historia,  lugar (por cierto) siniestro e incómodo para el peronismo que todavía no sabe de qué manera procesar o re-significar su paso nefasto por la vida del general.
A tal punto nos dice el relato de Tomás Eloy Martinez  llega la influencia de López Rega, que abiertamente interviene en el dictado de las memorias del General, pero no solo eso, sino que también se ubica en la imaginación de Perón, como un  olvidado recuerdo más, pero uno con el suficiente peso como para modificar el curso de su pasado.

"No sólo sembraba las Memorias de pensamientos propios; también les incorporaba historias que el General había omitido y que él, en cambio, recordaba al dedillo (...) "Piense mi General: remóntese. Enero de 1906. Nos vistieron de negro, y por si fuera poco, nos ensartaron en el brazo un moño de luto (...) usted y yo caminábamos adelante; la prima María Amelia y el primo Julio nos seguían muy serios, tomados de la mano. Baldomera se atrevió a besar la frente del gran hombre. Los demás fuimos a firmar el libro de dolientes, recuérdelo..." Y el General respondía: Ahora que usted lo ha dicho, lo recuerdo como en una bruma. Pero no veo sino a los primos. Yo iba solo adelante, abriéndome paso entre la muchedumbre que lloraban. Buenos Aires parecía un camposanto. Sudábamos a chorros y nos ahogaba el calor de tantas flores. Y usted, ¿qué hacía usted allí, López? ¿Cuántos años tenía?. El secretario nunca contestaba.
A Perón le caían en gracia aquellas ocurrencias, pero por las mañanas, cuando la voz de López recitaba frases ya corregidas en la grabación (...) sentía que un cuerpo ajeno procuraba desalojarlo de su cuerpo, y se aferraba entonces a las barandas de las escaleras para no perder el instinto de identidad".

En el entramado de esta relación se encuentra lo más revulsivo de la novela, porque en la lectura de la historia están quienes le otorgan el beneficio de la duda al General, y se consuelan pensando que Perón fue totalmente manipulado por López Rega, pero la otra visión no se ampara en esa pretendida ingenuidad, si el General siempre fue una brillante mente estratégica es imposible que haya caído en las redes del brujo, pero sí es así, lo utilizo como beneficio para deshacerse del ala más combativa e indomable del peronismo como fue montoneros.
Lo cierto es que Perón era un estratega, un militar de formación enciclopédica y alemana, que entrecruzaba sus conocimientos del campo de batalla con su astuto y sagaz saber campechano.
Perón era un pragmático, no se hacía ilusiones con nada, salvo con su poder de seducción, su oratoria encendida, su visión del país en relación con los diferentes relatos del mundo, y Evita por supuesto.

Pero si hubo un referente en el mundo militar que lo ayudo a pensar la política desde otro ángulo, este sin duda fue: Alfred Von Schlieffen, un militar alemán de finales del siglo XIX. al cual Perón estudió con dedicación.

"Clausewitz opinaba que la guerra es una continuación de la política por otros medios. Para mí las cosas suceden al revéz: la política es una continuación de la guerra por otros medios, pero con las mismas tácticas. Años más tarde, cuando me reprochaban una frase irritante, yo podía responder extrañado: ¿Cómo es posible, si en la ocasión tal o cual afirme lo contrario?. Nadie puede hacerme responsable de una sola idea que no cuente con su reverso. Con la Iglesia, el ejercito, el petróleo, la reforma agraria, las formaciones especiales, la libertad de prensa, he mantenido siempre dos actitudes, dos o más planes, dos o más líneas doctrinarias: por mi naturaleza adversa a todo sectarismo y porque soy un conductor. No puedo andar midiendo las cosas con la vara de un solo dogma. Esa fue la mejor enseñanza de Schlieffen."

Lo que la novela de Eloy Martinez enseña es que Perón sabía como intercambiar sus diversos rostros frente a sus aliados o enemigos políticos, era como el mito de Proteo, todos proyectaban sobre él lo que realmente querían ver de sí mismo frente al relato, al mito, a la historia.
Perón es el padre severo, no solo fue el tótem de esa horda ruidosa y sucia (según las voces que descalifican al movimiento) sino del país todo, ya sea por admiración o rechazo el espectro del General sigue sobrevolando el imaginario del pueblo, como el padre de Hamlet sigue ordenando un sacrificio imposible, dentro de un pensamiento que se rige paranoico, hay que recordar que el padre de Hamlet fue muerto por las telarañas de su tío y las veintes verdades peronistas enuncia en su mandato número 6: Para un peronista de bien, no puede haber nada mejor que otro peronista, o sea hay que tener cuidado sobre todo de las personas allegadas, hay que resguardarse de los supuestos peronistas amigos o parientes, que camuflados pueden conspirar en el movimiento, que fue la lógica inclaudicable y feróz que no tardó en usar la Triple A como su razón de ser.

Hay que recordar que Tomás Eloy Martinez fue un reputado periodista, y la base de su novela son varias entrevistas que realizo el autor al General "El primero tuvo lugar en junio de 1966, y luego se sumaron otras cuatro jornadas, entre el 26 y el 29 de marzo de 1970". (4) No se trata como el caso de Rodolfo Walsh o el de Truman Capote del tramposo género de la "no fiction", sino de cómo el entretejido de la realidad se entremezcla con la ficción, y esto no es solo un ejercicio de voluntad del escritor sino que la misma simiente de la leyenda peronista fue construyendo un relato más grande que la vida misma, para sustentar la supuestas verdades del General.
Por eso el autor es un personaje secundario en la novela, que aparece con su mismo nombre, no hay nada que ocultar parece decirnos desde su estrategia compositiva, porque el hombre propone pero la historia siempre dispone el lugar que le corresponde a cada uno.
Zamora es un periodista que busca entre-vistar a Tomás Eloy Martinez para tratar de entender que extraño sueño está viviendo el país con la vuelta de Juan Domingo Perón.

"HE CONTADO MUCHAS VECES ESTÁ HISTORIA, pero nunca en primera persona, Zamora. No sé qué oscuro instinto defensivo me ha hecho tomar distancia de mí, hablar de mí como si fuera otro. Ya es tiempo de mostrarme tal como soy, de sacar mis flaquezas a la interperie (...) El es una interminable contradicción de la naturaleza, un cuerpo de oso con hocico de búho, una cosecha de trigo en el mar. Carece de dibujo. Es un hombre de mercurio. Creo conocerlo bien y sin embargo llevo más de siete años desconociéndolo".

Lo que la inclusión del autor pone en primera plano es la problemática que atraviesa la confección de estas páginas, que tiene que ver con el orden de la verdad y sus diversas sustracciones justamente en nombre de la verdad, el peronismo como tal, como fenómeno y movimiento fue una bomba que estalló, desde el primer momento en que apareció en la escena política, y su fuerza expansiva todavía sigue modificando la percepción que tenemos de nuestro presente, y que en la novela, nos muestra y de-muestra que en ese año aciago y extraño, el mismísimo Perón comenzaba a perder la referencia de su misma voz, de sus palabras, ese tesoro tan codiciado se le escapaba.
Porque descubría que otro hablaba a través de él: el brujo en su obra maestra de superchería podría ser una respuesta, pero nadie lo sabe, tan solo se percibe los efectos de ese desencuentro entre el Perón que el pueblo supo querer y ese viejo triste y cansado, que llego para agotar sus fuerzas en el país que lo vio nacer como tal.

"Voy a seguir contándole todo en primera persona porque ya es hora de que las máscaras bajen la guardia, Zamora. El periodismo es una profesión maldita. Se vive a través de, se siente con, se escribe para. Como los actores: representando ayer al guapo del 900 y anteayer a Perón. Punto y aparte. Por una vez voy a ser el personaje principal de mi vida. No sé cómo. Quiero contar lo no escrito, limpiarme de lo no contado, desarmarme de la historia para poder armarme al fin con la verdad. Y ya lo ve Zamora: ni siquiera sé por dónde comenzar".

De más está decir que eso no escrito, esas entrelíneas que Tomas Eloy Martinez busca develar es la propia naturaleza de su novela, en los márgenes de la historia con mayúsculas se desarrolla esta historia verídica por sus afectos y por algunos datos cronológicos, pero fantástica por su verdad.
Una verdad que encuentra su huella, el peso de lo contado en el barro de la ficción, y lo que nos queda de esa marca, es hiriente por su misma contradicción y espeluznante para el mito peronista, porque lo que se terminó engendrando en esos años que el movimiento estaba proscripto y el mundo iba cambiando su órbita de intereses, es su peor rostro el : LópezRegismo que hizo, deshizo y asesinó a mansalva en nombre de su propia megalomanía que la quiso confundir con la del General.

Como carecía de un linaje político la construcción de José Lopez Rega como personaje para usurpar su lugar en los hechos, y en los destinos en juego, fue la de crear a su modo un linaje espiritual mezclando a su antojo relatos de la Escuela Científica Basilio, de la cual la misma Isabel Martinez de Perón fue más que simpatizante, con los diferentes y múltiples relatos que alimentaron la imaginación del poder  en el siglo XX, con el ocultismo, la brujería, la magia negra, blanca, los designios astrales, la reencarnación y toda la paranoia que el mismo lugar de poder (ese espacio vació) segrega en beneficio propio constantemente, para descabezar a los oportunistas y poner en guardia a los ambiciosos.
La Triple A fue un espanto en el amor peronista, un espanto que desató una verdadera caza de brujas, que persiguió, mató y preparó el terreno de manera magistral para la dictadura que vino después, la Triple A fue beneficioso para el imperante orden mundial, mucho se ha especulado si Lopéz Rega era un agente de la CIA, pero si fue o no el resultado es el mismo, la sistemática destrucción de lo diferente, de lo realmente "otro".

"Por fin, logró ver al General, enhiesto, saludable, sin mella del largo viaje. Se había compuesto el pelo con una capa de gomina. Estaba sentado en un sillón imperial, y apenas se movía. López Rega, de pie, un paso atrás, apoyaba las manos en el respaldo (...) Aunque el discurso era improvisado, López parecía seguirlo con los labios sin dificultad (...) Uno de los hombres se dio cuenta que los labios de López se adelantaban al discurso.
Fijensé bien -musitó-. Al General lo están arreando.
Volvió a ocurrir. En la boca del secretario se leyó: ...y me gustará ver a los jujeños en Jujuy" una fracción de segundo antes de que la frase brotara de la garganta del General (...) El desencanto cayó sobre la gente como una enfermedad instantánea. Una de las mujeres se apartó llorando del televisor y fue a recostarse junto a los braseros. Otras empezaron a calentar la comida de los chicos. La casa entera quedó suspendida en ese abismo que hay entre la indiferencia y el estallido, hasta que uno de los campesinos se alzó por fin y dijo sereno, irrefutable:
-Ese hombre no puede ser Perón.
-No puede ser- aprobaron las mujeres.
-Cuando Perón se enteré de lo que está pasando, volverá- dijo el campesino.

El final de la novela es amargo, el periodista llamado Zamora ve el discurso del General y comprueba que Perón ya no es Perón, o es a fin de cuentas el que siempre fue, alguien que a lo largo de sus años fue creando su espacio de poder a fuerza de chanzas, entretejidos oscuros, demagogia, beneficios y castigos, direccionando lo que buscaba direccionar, es decir las voluntades obreras que buscaban emanciparse en ese particular momento histórico, a un sentido mayor, a un mito que ahunara las diferencias y profundizara el amor hacia ese líder que supo ser; ese padre estricto pero tierno, iracundo pero justiciero, divino, pero humano desconcertantemente humano, demasiado humano en sus contradicciones, sus contra-indicaciones, contra-venciones que ya no eran de él, porque en el fondo quizás su destino fue el de no ser nadie, tan solo una oportuna pantalla donde todos proyectaron su propia película y aunque el mundo haya cambiado su geografía geopolítica, el mito peronista en la conformación de los relatos del mundo, todavía tiene mucho para decirnos a nosotros, su legado de hijos conocidos y no reconocidos.

La Novela de Perón fue originariamente publicada en 1985.

1- Para un repaso biográfico de Tomás Eloy Martinez https://www.escritores.org/biografias/2070-juarroz-roberto

2-Un buen documento sobre la Masacre de Ezeiza se puede ver en ese enlace https://www.youtube.com/watch?v=2Zaoq-nrM00&t=9s

3-Para entender la conformación de la Triple A mirar https://www.youtube.com/watch?v=p_OlCEhYMaE&t=1121s

4- Cita extraída de la Fundación Eloy Martinez http://fundaciontem.org/las-voces-de-la-memoria-el-encuentro-entre-tomas-eloy-martinez-y-peron-en-puerta-de-hierro/









lunes, 30 de septiembre de 2019

El Filósofo y El Presidente (historia de una amistad)


             En el año 2011 se editó un libro con un nombre muy sencillo: "El Flaco" que a la luz de los hechos políticos en la actualidad, quizás pueda arrojar otro tipo de mirada sobre los acontecimientos  que se desarrollaron en el país, desde el 2003 en adelante. El Flaco tiene como subtítulo "Diálogos irreverentes con Néstor Kirchner" y el autor de esta suerte de entrevistas (por decirlo de alguna manera) es José Pablo Feinman (1) escritor, filósofo, polemista, guionista y dramaturgo, alguien con opiniones fuertes, controvertido, y poco dado a la modestia.

Si hay algo que caracteriza a Feinman para bien o para mal, es que generalmente sus libros son la exasperación de lo autoreferencial, el autor nunca se corre del eje de la cuestión, siempre está presente zumbando sus opiniones y disgresiones, y el Flaco no es la excepción, de hecho con justicia se puede afirmar que este primerísimo primer plano del autor, no enturbia tanto la economía del libro, porque más que un libro sobre Kirchner, es sobre la relación y breve amistad (si se quiere) que tuvieron el filósofo y el ex-presidente.

Esta a mi juicio es la parte más valiosa del libro, el retrato de esta relación, ahí en ese terreno donde lo vivencial convive con la formación ideológica de los protagonistas, es donde se ve lo más valedero de este texto, que es un homenaje sentido a Nestor Kirchner, porque el libro termina con su repentina muerte, el Flaco tan solo es cronológico en algunas partes, lo que si lo es fuertemente, es la impresión que José Pablo Feinman va teniendo de nuestro ex presidente en ese primer tiempo de su mandato.

Nestor Kirchner habrá sido dentro de la historia política de nuestro país, el presidente menos esperado, el más sorprendente en algún punto,porque de alguna manera todos pensaron que quizás el gobierno de Nestor iba a ser el realidad el gobierno de Duhalde, de hecho era presentado como su protegido, y de manera aún más despectiva "Su Chirolita", impresión que no tardaría en cambiar cuando declararía sus principios políticos y éticos en su discurso de asunción como presidente.
Habría que poner las cosas en contexto, Nestor Kirchner asume cuando el país literalmente estaba en llamas a nivel constitucional y social. De la Rúa el último presidente electo se había fugado en helicóptero mientras en las calles la represión, los saqueos y la muerte habían cobrado protagonismo.

Pero Nestor Kirchner no llega a la presidencia porque ganó limpiamente las elecciones, sino porque Menem se bajo del ballotage que lo tenía como ganador en la primera vuelta, este hecho fortuito de las causas y los efectos tendrá como consecuencia a un presidente que asume con solo el 22% de los votos, algo que a primera vista parecería la asunción de un gobierno débil, frágil y totalmente vulnerable, se transformó en el tiempo en la consolidación de una política que prontamente hizo historia en el nuevo milenio del país.
José Pablo Feinman comienza  su vínculo sin sospechar su incidencia con el nuevo presidente, escribiendo sobre él en una nota en el diario Página 12 (diario del cual es más que un habitual colaborador), todavía como todo el mundo el autor de este libro desconocía a Kirchner, el texto escrito salió al calor de la simpatía que el filósofo, escritor y polemista le fue teniendo como casi toda la sociedad argentina hacia el nuevo presidente.

"Un flaco como cualquier otro", se llamaba la nota, un escrito de bienvenida que analizaba muy bien el estado de situación de Néstor Kirchner, su encrucijada frente al abandono de Menem y el respaldo de Duhalde.

"De modo que el Flaco se pregunta qué tiene y tiene dos cosas: el frío patagónico y el aparato de Duhalde. Llega con dos cosas. Se banca lo de Chirolita y empuja. Por fin, gana. Pero por descarte. Gana porque el Otro, el Gran Embaucador, se va. O sea, el Flaco, que llego como Chirolita, que llego por medio de Otro, del Gran Caudillo Bonaerense, gana por defección del otro (...) Llegué porque Otro me hizo llegar y gané porque Otro decidió perder. Entonces en esta feroz encrucijada, el Flaco toma la decisión de su vida. Decide inventarse"

La Invención de este Flaco tal como lo describe Feimman comienza de manera frontal en su discurso de asunción a la presidencia (2) ahí en ese terreno lleno de retóricas, rituales soporíferos, y burocracias patrióticas, Nestor descolla con un discurso fuertemente combativo al establisment local, toda una declaración de principios que pone sobre aviso al atavismo reaccionario de la derecha más recalcitrante, tal como lo expreso (en su momento) Mirta Legrand que un programa especial invita al reciente presidente electo y a su primera dama.
Feinmam en su libro se encarga de reproducir esta insólita charla, una verdadera dimensión desconocida para este presente.

"-¿Saben lo que se dice? ¡Se viene el zurdaje!
Cristina reacciona casi de un salto. Con claro fastidio, dice: 
- ¡Ay esa palabra!
Más sereno, Néstor dice:
-Señora, esa palabra ha costado más de treinta mil vidas en la Argentina.
(...)
-Bueno, igual un poco de zurdaje no le va a venir mal al país en el estado en que está. Hay tanta pobreza, ¿No?"

Con mucha perspicacia José Pablo Feinman en su libro subraya: " La Señora que Almuerza ha concedido que es el "zurdaje" el que se preocupa por la pobreza. Que los otros, sus amigos, los empresarios, los militares, los estancieros, no".

Si hay algo que queda claro desde entrada es que el libro, la mirada que tiene el filósofo sobre el presidente no es para nada obsecuente, hay una visión crítica que todo el tiempo está horadando las diferencias entre el intelectual y el político.
Esta distancia es la que ejerce Feinmam en todo su libro, pero esto no impide su conmoción cuando escucha el discurso de asunción presidencial, esto no impide que se vaya dejando ganar por una voz, que de alguna manera la va involucrando en la caja de resonancia de la historia.

"La primera frase que me llamó la atención fue: Sabemos a dónde vamos y sabemos a dónde no queremos ir o volver. Antes de esta frase había notado y lamentado que el Flaco leyera y que su dicción fuera endeble. No era endeble, en cambio, el modo en que decía su discurso. Tenía firmeza, convicción, el tipo era, a todas luces, un apasionado (...) Este tipo venía a enfrentar al neoliberalismo. Venía a poner la política sobre el tapete. La política, esa gran negada durante la década anterior, sometida descaradamente a la economía (...) Dijo: Sabemos que el mercado organiza económicamente, pero no articula socialmente, debemos hacer que el Estado ponga igualdad allí donde el mercado excluye y abandona."

Con la presidencia de Néstor Kirchner comienza a aparecer una figura que fue ninguneada por la gestión anterior, esta figura es la del "Estado", como bien lo señala el libro este desaparición del estado no comienza con Menem sino que es la consecuencia más directa del ministro de economía Álvaro Alsogaray ex-funcionario del gobierno cívico militar, principal artífice del placebo (para la case media (cuando no) de "la plata dulce", con Álvaro Alsogaray se hizo famoso ese eslogan reproducido en una calco de la época "Achicar el estado, es agrandar la Nación".
Este es el principal foco que rescatará Feinman, esta es la problemática que instala el gobierno de Néstor y estas son las consideraciones que saca el autor luego de escuchar este primer párrafo del discurso presidencial.

"Es el Estado el que debe actuar como el gran reparador de las desigualdades sociales en un trabajo permanente de inclusión y creando oportunidades a partir del fortalecimiento de la posibilidad de acceso a la educación, la salud, la vivienda, promoviendo el progreso social basado en el esfuerzo y el trabajo de cada uno. Es el Estado el que debe viabilizar los derechos constitucionales protegiendo a los sectores más vulnerables (...) El Estado es la herramienta de la política. El Estado debe intervenir en la economía".

Pero el momento que lo incluyó (de manera inesperada) al autor de este libro y de alguna manera lo vinculó con su propio derrotero personal, fue cuando el discurso presidencial asume un lugar que hace explícita su posición moral.

"Formo parte de una generación diezmada, castigada con dolorosas ausencias; me sumé a las luchas políticas creyendo en valores y convicciones a las que no pienso dejar en la puerta de entrada a la Casa Rosada. No creo en el axioma de que cuando se gobierna se cambia convicción por pragmatismo. Eso constituye, en verdad, un ejercicio de hipocrecía y cinismo. Soñé toda mi vida que este, nuestro país, se podía cambiar para bien. Llegamos sin rencores, pero con memoria. Memoria no sólo de los errores y horrores del otro, sino también memoria sobre nuestras propias equivocaciones. Memoria sin rencor que es aprendizaje político, balance histórico, y desafío actual de gestión".

El discurso de asunción presidencial se podría resumir en dos puntos importantes, el primero es El Estado por encima de la economía, y el rescate de las luchas políticas de la década del 70, la épica de la militancia, que después se transformará en una política sobre los Derechos Humanos, estos dos ejes atravesaran toda la gestión de Néstor Kirchner que fue sobre todo criticada por lo último, porque para José Pablo Feinman como bien lo expresa en este libro, la guerra sucia que aconteció en la dictadura cívico militar encontró otra manera de ser en los medios hegemónicos que hicieron una verdadera guerra de información a los sucesivos gobiernos Kirchneristas, para restarles convicción, manipular datos, inventar causas, a fin de cuentas todo se reduce a tirar pescado podrido en la opinión pública.

"Ya sabemos que "el periodismo" dirá después que nos tiró el anzuelo de los 70 y los derechos humanos para pescarnos (...) Bueno, es evidente: que nosotros somos medios pelotudos, digo. Nos tiran dos o tres cosas y ahí vamos, y nos creemos todo, y justificamos todo, y perdemos la conciencia crítica que sostuvimos toda una vida".

Sería largo e inútil de relatar los pormenores que posibilitaron el encuentro del filósofo con el presidente, pero fue por persistencia de este último que se encontraron e iniciaron esta suerte de intercambio cariñoso, picante y crítico en sus momentos más álgidos, fueron varios, no muchos pero fundamentales para entender como funciona la política y la vida intelectual frente a la contingencia de los hechos, en su primer encuentro sostienen este diálogo que definirá la relación. El presidente todo el tiempo buscará acercarse a Feinman, le pedirá en sus estilo campechano y directo que lo tuteé para dirimir las distancias de las miradas y posiciones, distancia (como ya dije) que el filósofo tratará de mantener todo el tiempo.

"-Decime Néstor.
Me agarra del brazo y vamos caminando hacia la salida.

-Mirá, hay que empezar de cero. El país está destruido. Pero en serio. Destruido. Hay que remontar treinta años de fracasos. No hay Estado. Sin un Estado fuerte, ¿qué puede hacer un gobierno popular?
(...)
-Nada, la economía no es nuestra. Nunca fue nuestra. La economía es de las clases poderosas y de los socios externos. Que son titánicos. Lo único que podemos tener es la política. Y lo que hay que llevar al centro de la escena es la política. Desplazar la economía.
-Acá, la derrotada fue la política. Esa gran tarea la hizo el menemismo. Subordinar la política a la economía. ¿No lo decía Perón eso? Poner la economía al servicio del pueblo.
-Sí, aunque creo que hay que olvidarse de Perón. De Perón y del peronismo. Hay que hacer algo nuevo. Todavía está vivo el espíritu militante de las asambleas. Las de 2001, las de 2002. ¿Te digo una frase que escribí en un libro que publiqué en los setenta? Es sobre la economía.
-Dale.
-Los países periféricos no tienen economía, la economía la tienen ellos (...) No te dije la conclusión de mi frase: los países periféricos no tienen economía, la economía la tienen ellos. Lo único que tienen es la política. Tenemos que ver bien qué es la política. Qué es la política hoy. Cualquier cosa menos la violencia. No hay peor política que la violencia.
-No te preocupes por eso. Yo no le voy a pegar a nadie. Y menos que nadie a los piqueteros. Nada de represión bajo mi Gobierno. Mirá, hasta pienso largar a la polícía sin armas. Y a cada cana ponerles el nombre en la chaqueta.

En un momento de esta primera charla Kirchner tratará de tentarlo a Feinman para que colaboré con su gobierno y el autor de este libro pone las cartas sobre la mesa, cartas que para él son inflexibles y fundamentales.

-En serio te digo. ¿Dónde podrías estar?
-No, Néstor. Yo no sirvo para funcionario.
-¿Ni de asesor te puedo tenér?
-Pero si me pongo de asesor tuyo voy a perder mi credibilidad. Los que me leen creen en mi palabra. Pero porque es la mía. Si te asesoro, mi palabra va a ser la tuya.
(...)
-¿Tanto te importa ser un intelectual independiente? ¿No es más importante sumarte a un proyecto colectivo?.
El encuentro del intelectual con el presidente, expone al primero frente al "qué hacer de la política", en las decisiones diarias, en un estado de situación del país francamente jodido después del 2001, en el relato de Feinman cuenta que a Néstor (por lo menos en esos primeros meses) lo que más lo pre-ocupaba era el tema de El Poder, cómo verse fuerte siendo que fue el presidente que asumió con el menos porcentaje de votos de la historia,
"Cuando se hablaba de "tomar el poder". Todo el tiempo todo el mundo hablaba de tomar el poder. Y yo decía: el poder no se toma, se crea. Quería decir: para tomar el poder hay que tener un poder superior al del poder. Ese poder ¿de dónde sale? El poder que toma el poder ¿Cómo se construye? (...) Creo que el tema es cómo se construye el poder. Vos necesitas hacerlo urgentemente. ¿Qué poder tenés? 22% de los votos. Y una sociedad que quiere un poco de sosiego. Pero todos los lobos están intactos. No les pasó nada. No perdieron ni un peso. 

Lo que sigue a continuación es una clara muestra de las diferencias y el calibre distinto de la labor intelectual y la política, en esa línea de tensión se sostuvo hasta donde se pudo este peculiar vínculo.
Feinman señala y sugiere que el poder se crea en los medios.
"No tengo nada ahí. Tengo que moverme rápido o me van a hacer puré. ¿Cómo se construye el poder hoy? (...) Tomá el caso de Tinelli. Ese tipo es un gran comunicador.
-Y un gran hijo de puta.
-Perdoname, pero ésa es una respuesta típica de un intelectual.
-Es un juicio ético. Si me decís que hoy hacer política es dejar de lado la ética, te entiendo. No sé si te sigo, pero te entiendo.
-Deja de lado si Tinelli es un hijo de puta o no. Yo te pregunto:¿comunica?.
-Lo hace bien.
-¿De qué lado lo querés? ¿Del nuestro o en la vereda de enfrente?
-No lo quiero en níngún lado.
-Eso es negar la realidad. El tipo está. Está donde está y es por algo.
-Porque es un hijo de puta.
-¿Y? ¿Con eso que hago? ¿Doy un discurso y se lo digo? "La Argentina no tiene futuro porque Tinelli es un hijo de puta" ¿Eso le digo?
-Sé a dónde vas. Hay que negociar con Tinelli. Habrá que comprarlo.
-Comparlo no lo vas a comprar. Tiene más guita que el Estado argentino. Es nuestro pequeño Berlusconi.
-Todo el poder mediático es Berlusconi. Tinelli y todos los demás. Son todos menemistas. Todos fachos (...) Hoy, en la Argentina, el sentido común es fascista.

La problemática de los intelectuales y la política no deja de ser una cuestión opaca, no hay demasiado brillos, si muchos fracasos y desencuentros , salvo algunas contadas excepciones, porque el sentido del trabajo intelectual en su aspecto más específico es ir al fondo, desmontado los mecanismo y las funciones de los aparatos ideológicos, y la función de la política es la de crear alianzas, generar estrategias, enhebrar aliados, (aunque sean de la oposición), generar consenso. Por eso la relación entre estas dos personalidades fue consecuente e intensa en sus posiciones, creo, que este intercambio sirvió para calibrar las verdades, y confirmar lo inevitable.
Feinman de acuerdo a su credo y a su experiencia, le propone algo realmente radical a Kirschner.
"Néstor, hay una decisión que tenés que tomar. Si querés, claro. Pero es la base, es el punto de partida de todo. Tenés que abrir una nueva etapa histórica. Tenés que romper con el peronismo. Vi en algunos actos tuyos y vi con alegría que no había fotos de Perón, una que otra de Evita. El peronismo es la antipolítica. Nada nuevo puede salir ahí. Es un aparato. Nada más. Un aparato es una pura inercia (...) Se mueve por la guita. Por las ambiciones sin contenido de los corruptos, de los aventureros. Un aparato es una cosa. Es una piedra. No va a cambiar nunca. Tenés -es mi opinión, eh- que crear un partido de centro izquierda. Las bases ya están. Son los asambleístas de 2001, de 2002. Se quedaron huérfanos porque se jugaron a la política sin conducción (...) No hay políticas sin jefes. Ahora vos tenés el Estado. Con esa base y el Estado se puede crear algo nuevo. Una nueva forma de hacer política. Alejada de las mafias. De los mafiosos. Con gente nueva.

Más adelante en este capítulo donde esta citado el párrafo anterior, la conversación continua, a José Pablo Feinman le gustan las disgresiones, irse por las ramas para volver sobre el punto, la respuesta de Néstor Kirchner acentúa las diferencias pero repara en la posibilidad.
"A mi me interesa eso. Y lo voy a intentar. Sobre la marcha se verá cómo viene la mano. Para hacerlo voy a tener que hablar con todos. La política es eso, eh. La política es no hacerlo asco nada". 

Se podría afirmar que el gobierno de Néstor y los dos consiguientes de Cristina, marcaron un antes y un después la escena política local y ni hablar de la latinoamericana con los gobiernos contemporáneos de Lula, Chávez, Evo Morales, Correa, que hicieron del hemisferio sur una potencia temible a nivel político, pero volviendo a Néstor Kirchner es inevitable no comparar su efecto con el de Juan Domingo Perón, ese fantasma persistente e insidioso de nuestro pasado político nacional, para Feinman los contrastes con el fundador del partido más longevo y contradictorio son muy notorias en las maneras, en las formas de hacer y de decir.
"Kirchner fue siempre mucho más claro, menos tortuoso, más directo, más sincero, más apasionado. Perón podía enfurecerse y decir discursos como el del 31 de agosto de 1955 o el del 1 de mayo de 1974, pero no tenía pasión. A Kirschner le brotaba por todos y cada uno de los poros. Kirchner siempre tuvo una palabra. Nunca jugó al penduleo. Nunca parraleó. Para Perón sí era sí pero podía ser no. No era no pero podía ser sí. Kirchner se ubica más en la línea de frontal sinceramiento de Evita: sí es sí, no es no. Nunca pretendió ser el Padre Eterno. Era demasiado terrenal".

Pero el principal problema para José Pablo Feinman es cuando Kirchner pone toda sus fichas en sacarle el aparato político a Duhade, porque buscaba (claro está) afianzar su posición cosa que el presidente no tendrá problemas en poner sobre aviso sobre su accionar.

"-Oíme, hablando de portarse bien. Yo voy a tener que hacer cosas que no te van a gustar. Ni a vos ni a los intelectuales que me traigas. La política tiene eso, es impura.
-Cuando hagas esas cosas yo te voy a criticar. Los intelectuales tenemos eso. Somos puros.
-Bueno, pero no exageres".

En este punto es donde los caminos son inconciliables, donde los límites se vuelven infranqueables, y al mismo tiempo forma parte de la misma especificidad de cada oficio, son consecuentes, pero lo que más inquieta, es la visión que se tiene de la política en este país, visión propulsada y reproducida hasta el hartazgo por la misma clase política, y eso es lo que José Pablo Feinman trataba de comunicar cada vez que podía, que en reportajes de la época decía algo que era casi un sacrilegio, que Kirchner no era peronista, en un diálogo del autor con el director de la SIDE: Oscar Ucazuriaga (algo francamente irreal e insólito), José Pablo, vuelve a insistir sobre lo mismo.
"Mirá, Chango, hay dos caminos. Lo nuevo o lo viejo. Lo nuevo es salir del peronismo. Es dejar de lado para siempre el modo peronista de hacer política (...) Son los campeones de mezclar la política con la guita, los sobornos, la droga, la violencia, el aparatismo, la mafia, la concepción de la vida como escalera: trepar, trepar siempre. Y la política, para eso, es lo mejor (...) Ahí está la guita fuerte. Ganate un buen puesto de poder. Se puro durante un tiempo, ganate la confianza de muchos, y trepás porque creen en vos y seguís trepando porque te siguen y siguen creyendo en vos. Y un buen día los cagas a todos y te ponés en venta".

Para José Pablo Feinman, Kirchner, representaba a todas luces la posibilidad de desmenizar al país, esa esperanza de cambiar el sentido de la política, de crear un nuevo modo, una nueva patria, una utopía a fin de cuentas, a esto se refería nuestro filósofo cuando dice (un poco en joda un poco en serio) que los intelectuales son puros, la mirada del intelectual siempre es una mirada calibrada por la ética de las causas y los efectos, por eso no le cayo en gracia cuando se enteró de que Kirchner iba por el aparato político de Duhalde. Porque es un terreno cenagoso y traicionero, un lugar donde es muy fácil perderse y ser vampirizado por el aparato, un lugar donde se justifican todos los males en nombre de la democracia o algún otro bien simbólico que haga olvidar rápido la incomodidad de las manos sucias y calme un poco el aguijón de la conciencia. No hay manera de justificarse ahí, no hay manera de salir ileso y a eso temía con justicia José Pablo Feinman, pero no Kirchner, por eso fue político, era su manera de ser y de respirar, por eso no le tembló el pulso a la hora de conquistarlo..

El Flaco, Diálogos irreverentes con Néstor Kirchner, es un libro inagotable en su riqueza, en su confrontación, en su terrible verdad, aún con toda la vanidad del autor, el libro sobrevive a su propia condición por la manera en que se exponen los temas: El Poder, El populismo, El Estado, La Política, Los Políticos, La Democracia, La Oligarquía, El Imperialismo y los fantasmas engorrosos y sangrientos de nuestro país, que como el fantasma de Hamlet, siempre exigen una demanda imposible, y temible por sus actos.
La relación entre Néstor y José Pablo no podía durar mucho por su misma naturaleza, los dos iban hasta el fondo de todas las cuestiones, los dos encontraron en el otro al interlocutor necesario y valioso, ese que no miente, ni da concesiones, ese que a riesgo de perderlo todo se juega por sostener sus convicciones.

La relación encuentra su punto final en un intercambio de mails, que el autor generosamente comparte al final del libro, en el deja ver lo que ya era claro desde el principio, las distancias, las diferencias y los lugares en los cuales se juegan las posiciones, las posturas y la contingencia de lo real. Uno de los puntos sensibles que el presidente recrimina con todo respeto al intelectual, es que no valore los avances de su gestión, como si no tuviera en cuenta en la tierra arrasada en que se había convertido la Argentina después del 2001. El mail del presidente no es iracundo, posee una soterrada tristeza que recorre cada palabra, es humilde, no combate, no hay enojo, le habla de igual a igual, sigue manteniendo esa misma cercanía que siempre buscó con José Pablo al cual se permite decirle.
"A veces sos un intelectual brillante y otras veces opaco. Pero no olvides que también fuiste un militante político y como tal merecés un análisis más profundo y piadoso, pero siempre con los pies en la tierra (...) Mi compromiso es el de siempre: gobernar, trabajar y administrar. Creo firmemente en mis convicciones y trato de llevarlas adelante con todas mis fuerzas, en el marco de la realidad que nos toca vivir. Los problemas de los argentinos no se resuelven a vendavales, sino gestionando todos los días. Por eso creo que vos y yo no pensamos tan diferente, sino que tenés miedo. Miedo de que te confundan, porque creés que la individualidad te va a preservar. Pero no te olvides que pertenecemos a una generación que siempre creyó en en las construcciones colectivas. Las individualidad te pondrá en el firmamento, pero solo en las construcción colectiva nos reivindicará frente a la historia. Al fin y al cabo todos somos pasantes de la historia".

  El incordio de Kircher fue por una entrevista a Feinman donde este no fue condescendiente con su gestión, en este punto es bueno recordar para socabar los prejuicios de que el autor de este libro nunca fue Kirchnerista, en todo caso, acompaño con una simpatía crítica al gobierno por eso vuelve a recalcar en ese mail de inevitable despedida su postura como intelectual.
"Néstor: yo no puedo escribir para el público de Página solamente: esos lectores ya están convencidos. Tengo que volverme "creible" para que la derecha me escuche (...) Pero si soy visualizado como un "Kirchnerista" pierdo credibilidad. No sirvo para nada. No "te" sirvo para nada. A veces tengo que criticarte para meter lo esencial que quiero decir. Que siempre es a favor tuyo. De tu gobierno. Si esta metodología es equivocada la voy a revisar, pero es la misma que utiliza Página que, como yo, pierde credibilidad cuando los tantos cretinos que hay en esta tierra la llaman el Boletin Oficial".

Es muy compleja esa línea entre la obsecuencia y la crítica, más aún teniendo en cuenta que la crítica en nuestro país siempre tuvo mala prensa como también la política en sí misma, lo que si abunda es una política de la obsecuencia -ya sea por favores brindados o por favores esperados- decir algo en nombre propio,  poner el cuerpo por la palabra como lo hizo a viva voz nuestro ex-presidente o como lo hace constantemente José Pablo Feinman implica un riesgo que nadie quiere tomar, porque es un terreno errático, uno se puede equivocar y a lo grande, pero esas son las consecuencias de tomar una postura y defenderlo a rajatabla aún en contra de eso que se defiende, como en el caso de este curioso y peculiar vínculo entre el filósofo y el presidente, que aún a pesar de sus claros oscuros nunca dejaron de pensar ni de pensarse posibles en esta Argentina, demasiado Argentina que duele tanto como apasiona.


"EL Flaco" es un libro que apareció por Editorial Planeta, en el año 2011

1-Para ver la biografía y la abultada bibliografía de José Pablo Feinman https://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Pablo_Feinmann

2-Para ver completo el discurso de asunción presidencial https://www.youtube.com/watch?v=1Zao4M3qXvw
































lunes, 15 de julio de 2019

Lo realmente Otro es uno mismo (notas sobre Luna Caliente, una novela sobre el deseo)




              Cuáles son los límites para que una vida de aparente normalidad, descubra que una línea muy finita, casi inexistente, es la brecha que lo separa de la bestialidad humana. Cuál es la consistencia de la moral frente a los extremos de la experiencia, de qué sirve toda la educación logocéntrica, cristiana y occidental, cuando el abismo se abre en la propia subjetividad,  y que no sabe cómo reaccionar frente a lo inexplicable de la propia conducta.

Algunas de estas cuestiones aparecen y atraviesan toda la trama de "Luna Caliente"(1983) una nouvelle de  respiración agitada, argumento problemático, más aún en estos tiempos donde lo políticamente correcto es una nueva forma de censura, pero al autor estas cuestiones le tienen sin cuidado, lo que importan acá, es hasta dónde se puede sostener el relato y junto con ello, la lógica que trata de llevar hasta las últimas consecuencias, Ramiro, el personaje principal de esta historia, que detenta una enfebrecida lucidez, abrumada por su propio límite de la percepción moral, que calibra cómo puede, hechos que largamente exceden la norma del orden y las cosas, que la sociedad tiene establecida para sí.

Luna Caliente es un relato que prontamente encuentra su verdad en el caos, la confusión, la violencia, y finalmente la muerte. Pero para poder contar de manera convincente este descenso a los infiernos, el libro se apoya en una prosa cristalina, una narración líneal, y un poder de síntesis que sabe dosificar la información y utilizarla en función de la historia, a su manera tiene la misma potencia de un haiku, por la economía de formas, el trabajo de observación sobre los detalles aparentemente más banales y su aguda percepción sobre el constante movimiento subjetivo del personaje principal.

Luna Caliente es una novela de Mempo Giardinelli, (1) un escritor que hace de la escritura un trabajo casi invisible sobre la forma, alguien con mucha conciencia sobre la tradición, sus recursos y retórica, pero sobre todo un artista en el sentido pleno de la palabra, que hace de la lectura una herramienta política.
No en vano su nombre aparece de tanto en tanto en la escena cultural, porque este escritor chaqueño no solo dedica su tiempo a la cuestión narrativa, sino que también escribe punzantes notas sobre el acontecer político de este país, como también ensayos, no tiene miedo de expresar su opinión, ni de salir dar la cara por sus ideas, es un escritor comprometido pero no a la manera de Sartre, (alguien que buscaba apuntalar su tesis en su obra de ficción), sino alguien que enriquece su ficción, porque sabe escuchar y atender las maneras en que funcionan los mecanismos que hacen a la realidad.

El argumento de la novela es simple, Ramiro el personaje principal vuelve de una estancia larga en París al Chaco, su provincia de origen, con intensiones de trabajar, asentarse, lograr buenos contactos, ascender e incluso formar una familia, la historia no pierde tiempo ya en el primer párrafo del primer capítulo presenta el conflicto que Mempo Giardenelli desarrollará con maestría en poco más de 124 páginas.

"Sabía que iba a pasar; lo supo en cuanto la vio. Hacía muchos años que no volvía al Chaco, y en medio de tantas emociones por el reencuentro, Araceli fue un deslumbramiento. Tenía el pelo negro, largo, grueso. y un flequillo altivo que enmarcaba perfectamente su cara delgada, modiglianesca, en la que resaltaban sus ojos oscurísimos, brillantes, de mirada lánguida pero astuta. Flaca y de piernas muy largas, parecía a la vez orgullosa y azorada por esos pechitos que empezaban a explotarle bajo la blusa blanca. Ramiro la miró y supo que habría problemas: Araceli no podía tener más de trece años."

Si hay un género en el cual la novela se inscribe, es el de la novela negra, pero la diferencia que acá en este escenario sudamericano, no hay detectives, ni hechos de corrupción como foco principal de la trama, en cambio, si, hay suspenso, como también una tensión difícil de resistir para un lector ansioso, que se ve compensado en su angustia por saber, con el deseo, ese ardoroso deseo que motoriza la historia y es responsable de varias muertes, que obviamente se busca ocultar con mucha torpeza.
Ramiro el personaje principal enarbola cierta pretensión de los que se creen un poco más por tener una educación superior, y en ese contexto provincial comienza a naufragar, porque si hay algo que el personaje no sabe de sí mismo, es hasta que punto puede llegar cuando la pasión manda, y esta entrega inconsciente -al que se ve sometido- apaga su conciencia, y lo lleva más allá de lo que su capacidad para el raciocionio y el dicernimiento entre el bien, y del mal puede soportar.

En Luna Caliente (2) también resuenan ecos de "Lolita" (1955) la incandescente y polémica novela de Vladimir Nabokov, donde también el personaje principal sufría los vaivenes y la bipolaridad del deseo, para caer finalmente rendido frente a la belleza y la sensualidad de una chica cuasi adolescente. En las dos novelas los personajes principales acusan una educación académica que de alguna manera los acartona y los expone ridículamente frente a su propia sexualidad que no sabe cómo abordar lo femenino, eso que es realmente lo otro para este tipo de subjetividades.
Tampoco es casual que se elijan a dos cuasi adolescentes (Lolita tiene 12, Aracéli 13) como objeto del deseo, porque justamente en esa edad en particular, es donde el cuerpo y la sensibilidad muta como una bomba química potenciando todo lo que es promesa en el cuerpo de una niña para ir convirtiéndose en mujer.

Hay que recordar que los autores son hombres, los dos apelan a sus propios límites para narrar las peripecias de sus personajes frente a lo femenino y los dos historias muestran y demuestran que el problema no esta en arrojarse a la pasión y el deseo, sino en la educación moral, en la estreches de miras, en la ignorancia y la represión de la propia carnalidad, en la manera de acercarse a la mujer que tan solo para ellos, para este tipo de personajes, tiene dos variantes: la violencia (la negación) o la sumisión (el ideal), en estas dos posibilidades la mujer no es un ser humano sino una idea para adorar o destruir.

Las mujeres representan el sentido común que nos falta a los hombres, se confesó. Y eso es lo que los hombres tememos. Por desearlas y necesitarlas, les tenemos miedo. Nos causan pavor ¿o no era eso lo que había sentido frente a Araceli la otra noche?. Él Ramiro Bernárdez, el gran macho, el argentino maula que no fue capaz de alzarse una francesita en París, anoche se había convertido en un vulgar violador. Por miedo, por terror (...) ¿No le había pasado antes, con mucha mujeres? Caray, con todas, si cada mujer que había conocido en su vida había significado un minuto de terror, de pánico insoluble. Quizás eso sea el machismo, ese segundo de espanto (...) el instante de terror que nos produce reconocer su sensatez, su aparente fragilidad (...) Porque, quizás lo que nos diferencia no es solo la tenencia de un miembro unos y de vaginas otras; lo que nos diferencia es la imposibilidad de de aceptar y reconocer la diferencia. He ahí lo que rechazamos del otro sexo.

El deseo que despierta Aracéli, no es una anomalía en ese contexto fuertemente masculinizado, de hecho es la norma. Desde el padre que de alguna manera se engola con la belleza de su hija, y la piensa más como un objeto que hay que ubicar con una buena familia, pasando por Ramiro e incluso la polícía cuando se entera que este tiene una historia con ella le brinda un guiño cómplice, es decir: no esta mal tener un romance con una piba por más que sea menor de edad, después de todo según esta lógica, es mejor agarrarlas a esta edad, frescas y lozanas cuando todavía no son esa mujer insoportable en la que inevitablemente se van a transformar, porque ya lo sabemos, las mujeres son seres incomprensibles y necesarios. Como bien lo expresa el padre de Araceli, hablando de su matrimonio.

-Todas las noches me escapo. Carmén es una vieja imbancable; dormir con ella es más feo que tragar una cucharada de mocos.
Río de su chiste.
-Aguantarla es más difícil que cagar en un frasquito de perfume- entusiasmado se reía, hipando procazmente-. La pobre está gastada como chupete de mellizos.
Siguió riéndose. Era una risa repulsiva.

Pero el problema mayor es que justamente la norma para esta masculinidad a la defensiva, es la violación, esto es lo que comprueba Ramiro que por más altos estudios que tenga, no puede frente a su instinto depredador, a su mandato cultural de destrucción y sometimiento de lo diferente.

Ella lo miraba, tensa, en silencio. Él se acercó lentamente hacia la cama y se sentó, sin dejar de mirarla a los ojos. penetrante, como si supiera que ésa era una manera de dominar la situación. Estiró la mano y empezó a acariciarle el muslo, suavemente , casi sin tocarla; sintió un leve estremecimiento de Araceli y apretó su mano, como para hundirla en la carne (...) -Qué divina que sos -le dijo y fue entonces que advirtió en ella el terror, el miedo que la paralizaba. Estaba a punto de gritar: tenía la boca abierta y los ojos que parecían querer salírsele de la cara (...) Y entonces él le tapo la boca con una mano, conteniendo el alarido. Forcejearon, mientras él le rogaba que no gritara, y se acostaba sobre ella, apretándola con su cuerpo, sin dejar de manosearla, besándole en el cuello y susurrándole que se callara.

La escena de la violación forma parte del primer capitulo, el climax del relato está al comienzo, lo que sigue después para Ramiro, es una problemática de orden moral y práctico, cómo se sigue después de un hecho tan atroz, porque Ramiro no es un bruto, ni un analfabeto, ahí reside la ironía mayor para la historia, es un personaje formado por la mejores instituciones, es abogado con un futuro promisorio y la conciencia de lo acontecido es lo que llevara al personaje a tomar las peores decisiones.

¿Y por qué pensar todo esto ahora? ¿Porque el horror no era siquiera la muerte, sino la vergüenza de ser un violador? ¿Porque de pronto debía admitir que no se atrevía a salir de su cuarto, puesto que francamente se sentía un prototipo lombrosiano? ¿O porque ya, íntimamente se sentía incapaz de toda ascendencia moral? ¿O es que el honor era, nomás, una superstición como sugirió Dostoievski? (...) Entonces, el no tenía honor, no era honrado, ni siquiera un hombre. Todos los siglos de la humanidad, de ese afanoso procurar distinguir el bien del mal, se le vinieron encima.

Como unos de esos enrevesados y crueles argumentos de los hermanos Coen, la novela avanza a fuerza de tropezones y malentendidos, lo único que no se malinterpreta es la fuerza del deseo de Ramiro, pero a partir de allí comienza su perdición y la subsiguiente pesadilla de cómo procesar y convivir con los hechos, que se va enturbiando cada vez más por las decisiones que toma con aparente razonabilidad.
Como ya lo dije, Mempo Giardinelli se ríe un poco de las pretensiones de superioridad de su personaje, se ríe bastante de su educación superior y de sus aires de sorna, de escala social y acomodo. Porque claro está, Ramiro vuelve con las intenciones de hacer valer su título, y de encontrar un puesto conveniente.

A sus treinta y dos años, se sentía, súbitamente, acabado, arruinado en su éxito social. Presintió el prematuro fin de su carrera, de su incorporación a la docencia universitaria, de su probable futura
nominación como funcionario del gobierno militar, como juez, como ministro. Todos sus sueños se fracturaban.

El contexto de este relato no es un dato menor, todo sucede durante la dictadura cívico militar en Argentina, pero para Ramiro no es un dato importante ni que tenga relevancia, después de todo tan solo eran rumores que le llegaban estando en Francia, sobre las torturas, privaciones ilegales de la libertad y de las desapariciones, como si fuera el folclore de un país desconocido y pintoresco, pero este dato se volverá peligrosamente real cuando sea interrogado por la policía.
Ahí es donde está nouvelle que respeta los códigos de un trhiller (ese subgénero industrial por excelencia) tiende un puente hacia la historia, hacia los fantasmas de lo real, hay que recordar que Luna Caliente fue escrita durante el exilio mexicano del autor a causa justamente de la dictadura, detalle que no es menor para una estética, que de alguna u otra manera; dialoga, discute y encuentra su límite con la coyuntura política cultural de ese momento tan álgido como contradictorio.

Mempo Giardinelli no es un escritor que hace de la literatura una herramienta panfletaria, para denunciar los males del mundo, lo real está vertebrado en su relato para completar una idea sobre un tipo de sensibilidad moldeada con la mejor educación y con los más nefastos discurso de la cultura. Que Ramiro se descubra misógino no es más que la confirmación que la raigambre de sus pre- juicios están anquilosados en la tradición local que mira a la mujer como lo realmente "otro", no exento de peligros como tentaciones, y que no esta muy lejano en considerar a los diferentes, los raros y porque no, en ese momento particularmente triste de nuestra historia, a los subversivos como el mal que hay que erradicar.

Ramiro como es el caso de muchos civiles y militares que participaron activamente dentro la dictadura, son personajes que descubren que pueden ir hasta el fondo de su moral, ejerciendo los hechos más atroces, con el total convencimiento de que todo esta supeditado a una idea mayor, un ideal que en la tiranía de los actos no tiene reparos en causar sufrimiento, dolor y crueldad por un beneficio superador, pero el problema de Ramiro fue el descubrir la potencia de su deseo dormido, eso realmente "otro" no estaba en Araceli como quería creer, sino en el horror de su misma subjetividad, y ahí, en ese terreno que es completamente desconocido es donde desbarranca su razón y se empantana con el aguijón de la conciencia, ese espectro en el camino que lo vuelve irremediable e irrecuperable para sí mismo.

Por fin la luna llena, la luna caliente de diciembre, la luna hirviente, ígnea del Chaco. 
Y volvió a horrorizarse cuando se dio cuenta de que estaba excitado; de que su sexo se había endurecido, como su corazón. Como un pedazo de granito.
Y eyaculó así, mirando esa luna candente.

1- Biografía del autor http://www.mempogiardinelli.com/


2- Por la su simple forma narrativa no es difícil imaginar a esta novela en el cine, de hecho contó con dos versiones, una de 1985 dirigida por un desconocido Roberto Denis y la otra más reciente hecha en españa por Vicente Aranda, desconozco la calidad de los films, pero ninguno logro más trascendencia que la novela. De todas maneras la pelicual argentina se puede ver  https://ok.ru/video/11373315469 y el trailer de la otra en https://www.youtube.com/watch?v=3ezbLL23xBU