En el año 2011 se editó un libro con un nombre muy sencillo: "El Flaco" que a la luz de los hechos políticos en la actualidad, quizás pueda arrojar otro tipo de mirada sobre los acontecimientos que se desarrollaron en el país, desde el 2003 en adelante. El Flaco tiene como subtítulo "Diálogos irreverentes con Néstor Kirchner" y el autor de esta suerte de entrevistas (por decirlo de alguna manera) es José Pablo Feinman (1) escritor, filósofo, polemista, guionista y dramaturgo, alguien con opiniones fuertes, controvertido, y poco dado a la modestia.
Si hay algo que caracteriza a Feinman para bien o para mal, es que generalmente sus libros son la exasperación de lo autoreferencial, el autor nunca se corre del eje de la cuestión, siempre está presente zumbando sus opiniones y disgresiones, y el Flaco no es la excepción, de hecho con justicia se puede afirmar que este primerísimo primer plano del autor, no enturbia tanto la economía del libro, porque más que un libro sobre Kirchner, es sobre la relación y breve amistad (si se quiere) que tuvieron el filósofo y el ex-presidente.
Esta a mi juicio es la parte más valiosa del libro, el retrato de esta relación, ahí en ese terreno donde lo vivencial convive con la formación ideológica de los protagonistas, es donde se ve lo más valedero de este texto, que es un homenaje sentido a Nestor Kirchner, porque el libro termina con su repentina muerte, el Flaco tan solo es cronológico en algunas partes, lo que si lo es fuertemente, es la impresión que José Pablo Feinman va teniendo de nuestro ex presidente en ese primer tiempo de su mandato.
Nestor Kirchner habrá sido dentro de la historia política de nuestro país, el presidente menos esperado, el más sorprendente en algún punto,porque de alguna manera todos pensaron que quizás el gobierno de Nestor iba a ser el realidad el gobierno de Duhalde, de hecho era presentado como su protegido, y de manera aún más despectiva "Su Chirolita", impresión que no tardaría en cambiar cuando declararía sus principios políticos y éticos en su discurso de asunción como presidente.
Habría que poner las cosas en contexto, Nestor Kirchner asume cuando el país literalmente estaba en llamas a nivel constitucional y social. De la Rúa el último presidente electo se había fugado en helicóptero mientras en las calles la represión, los saqueos y la muerte habían cobrado protagonismo.
Pero Nestor Kirchner no llega a la presidencia porque ganó limpiamente las elecciones, sino porque Menem se bajo del ballotage que lo tenía como ganador en la primera vuelta, este hecho fortuito de las causas y los efectos tendrá como consecuencia a un presidente que asume con solo el 22% de los votos, algo que a primera vista parecería la asunción de un gobierno débil, frágil y totalmente vulnerable, se transformó en el tiempo en la consolidación de una política que prontamente hizo historia en el nuevo milenio del país.
José Pablo Feinman comienza su vínculo sin sospechar su incidencia con el nuevo presidente, escribiendo sobre él en una nota en el diario Página 12 (diario del cual es más que un habitual colaborador), todavía como todo el mundo el autor de este libro desconocía a Kirchner, el texto escrito salió al calor de la simpatía que el filósofo, escritor y polemista le fue teniendo como casi toda la sociedad argentina hacia el nuevo presidente.
"Un flaco como cualquier otro", se llamaba la nota, un escrito de bienvenida que analizaba muy bien el estado de situación de Néstor Kirchner, su encrucijada frente al abandono de Menem y el respaldo de Duhalde.
"De modo que el Flaco se pregunta qué tiene y tiene dos cosas: el frío patagónico y el aparato de Duhalde. Llega con dos cosas. Se banca lo de Chirolita y empuja. Por fin, gana. Pero por descarte. Gana porque el Otro, el Gran Embaucador, se va. O sea, el Flaco, que llego como Chirolita, que llego por medio de Otro, del Gran Caudillo Bonaerense, gana por defección del otro (...) Llegué porque Otro me hizo llegar y gané porque Otro decidió perder. Entonces en esta feroz encrucijada, el Flaco toma la decisión de su vida. Decide inventarse"
La Invención de este Flaco tal como lo describe Feimman comienza de manera frontal en su discurso de asunción a la presidencia (2) ahí en ese terreno lleno de retóricas, rituales soporíferos, y burocracias patrióticas, Nestor descolla con un discurso fuertemente combativo al establisment local, toda una declaración de principios que pone sobre aviso al atavismo reaccionario de la derecha más recalcitrante, tal como lo expreso (en su momento) Mirta Legrand que un programa especial invita al reciente presidente electo y a su primera dama.
Feinmam en su libro se encarga de reproducir esta insólita charla, una verdadera dimensión desconocida para este presente.
"-¿Saben lo que se dice? ¡Se viene el zurdaje!
Cristina reacciona casi de un salto. Con claro fastidio, dice:
- ¡Ay esa palabra!
Más sereno, Néstor dice:
-Señora, esa palabra ha costado más de treinta mil vidas en la Argentina.
(...)
-Bueno, igual un poco de zurdaje no le va a venir mal al país en el estado en que está. Hay tanta pobreza, ¿No?"
Con mucha perspicacia José Pablo Feinman en su libro subraya: " La Señora que Almuerza ha concedido que es el "zurdaje" el que se preocupa por la pobreza. Que los otros, sus amigos, los empresarios, los militares, los estancieros, no".
Si hay algo que queda claro desde entrada es que el libro, la mirada que tiene el filósofo sobre el presidente no es para nada obsecuente, hay una visión crítica que todo el tiempo está horadando las diferencias entre el intelectual y el político.
Esta distancia es la que ejerce Feinmam en todo su libro, pero esto no impide su conmoción cuando escucha el discurso de asunción presidencial, esto no impide que se vaya dejando ganar por una voz, que de alguna manera la va involucrando en la caja de resonancia de la historia.
"La primera frase que me llamó la atención fue: Sabemos a dónde vamos y sabemos a dónde no queremos ir o volver. Antes de esta frase había notado y lamentado que el Flaco leyera y que su dicción fuera endeble. No era endeble, en cambio, el modo en que decía su discurso. Tenía firmeza, convicción, el tipo era, a todas luces, un apasionado (...) Este tipo venía a enfrentar al neoliberalismo. Venía a poner la política sobre el tapete. La política, esa gran negada durante la década anterior, sometida descaradamente a la economía (...) Dijo: Sabemos que el mercado organiza económicamente, pero no articula socialmente, debemos hacer que el Estado ponga igualdad allí donde el mercado excluye y abandona."
Con la presidencia de Néstor Kirchner comienza a aparecer una figura que fue ninguneada por la gestión anterior, esta figura es la del "Estado", como bien lo señala el libro este desaparición del estado no comienza con Menem sino que es la consecuencia más directa del ministro de economía Álvaro Alsogaray ex-funcionario del gobierno cívico militar, principal artífice del placebo (para la case media (cuando no) de "la plata dulce", con Álvaro Alsogaray se hizo famoso ese eslogan reproducido en una calco de la época "Achicar el estado, es agrandar la Nación".
Este es el principal foco que rescatará Feinman, esta es la problemática que instala el gobierno de Néstor y estas son las consideraciones que saca el autor luego de escuchar este primer párrafo del discurso presidencial.
"Es el Estado el que debe actuar como el gran reparador de las desigualdades sociales en un trabajo permanente de inclusión y creando oportunidades a partir del fortalecimiento de la posibilidad de acceso a la educación, la salud, la vivienda, promoviendo el progreso social basado en el esfuerzo y el trabajo de cada uno. Es el Estado el que debe viabilizar los derechos constitucionales protegiendo a los sectores más vulnerables (...) El Estado es la herramienta de la política. El Estado debe intervenir en la economía".
Pero el momento que lo incluyó (de manera inesperada) al autor de este libro y de alguna manera lo vinculó con su propio derrotero personal, fue cuando el discurso presidencial asume un lugar que hace explícita su posición moral.
"Formo parte de una generación diezmada, castigada con dolorosas ausencias; me sumé a las luchas políticas creyendo en valores y convicciones a las que no pienso dejar en la puerta de entrada a la Casa Rosada. No creo en el axioma de que cuando se gobierna se cambia convicción por pragmatismo. Eso constituye, en verdad, un ejercicio de hipocrecía y cinismo. Soñé toda mi vida que este, nuestro país, se podía cambiar para bien. Llegamos sin rencores, pero con memoria. Memoria no sólo de los errores y horrores del otro, sino también memoria sobre nuestras propias equivocaciones. Memoria sin rencor que es aprendizaje político, balance histórico, y desafío actual de gestión".
El discurso de asunción presidencial se podría resumir en dos puntos importantes, el primero es El Estado por encima de la economía, y el rescate de las luchas políticas de la década del 70, la épica de la militancia, que después se transformará en una política sobre los Derechos Humanos, estos dos ejes atravesaran toda la gestión de Néstor Kirchner que fue sobre todo criticada por lo último, porque para José Pablo Feinman como bien lo expresa en este libro, la guerra sucia que aconteció en la dictadura cívico militar encontró otra manera de ser en los medios hegemónicos que hicieron una verdadera guerra de información a los sucesivos gobiernos Kirchneristas, para restarles convicción, manipular datos, inventar causas, a fin de cuentas todo se reduce a tirar pescado podrido en la opinión pública.
"Ya sabemos que "el periodismo" dirá después que nos tiró el anzuelo de los 70 y los derechos humanos para pescarnos (...) Bueno, es evidente: que nosotros somos medios pelotudos, digo. Nos tiran dos o tres cosas y ahí vamos, y nos creemos todo, y justificamos todo, y perdemos la conciencia crítica que sostuvimos toda una vida".
Sería largo e inútil de relatar los pormenores que posibilitaron el encuentro del filósofo con el presidente, pero fue por persistencia de este último que se encontraron e iniciaron esta suerte de intercambio cariñoso, picante y crítico en sus momentos más álgidos, fueron varios, no muchos pero fundamentales para entender como funciona la política y la vida intelectual frente a la contingencia de los hechos, en su primer encuentro sostienen este diálogo que definirá la relación. El presidente todo el tiempo buscará acercarse a Feinman, le pedirá en sus estilo campechano y directo que lo tuteé para dirimir las distancias de las miradas y posiciones, distancia (como ya dije) que el filósofo tratará de mantener todo el tiempo.
"-Decime Néstor.
Me agarra del brazo y vamos caminando hacia la salida.
-Mirá, hay que empezar de cero. El país está destruido. Pero en serio. Destruido. Hay que remontar treinta años de fracasos. No hay Estado. Sin un Estado fuerte, ¿qué puede hacer un gobierno popular?
(...)
-Nada, la economía no es nuestra. Nunca fue nuestra. La economía es de las clases poderosas y de los socios externos. Que son titánicos. Lo único que podemos tener es la política. Y lo que hay que llevar al centro de la escena es la política. Desplazar la economía.
-Acá, la derrotada fue la política. Esa gran tarea la hizo el menemismo. Subordinar la política a la economía. ¿No lo decía Perón eso? Poner la economía al servicio del pueblo.
-Sí, aunque creo que hay que olvidarse de Perón. De Perón y del peronismo. Hay que hacer algo nuevo. Todavía está vivo el espíritu militante de las asambleas. Las de 2001, las de 2002. ¿Te digo una frase que escribí en un libro que publiqué en los setenta? Es sobre la economía.
-Dale.
-Los países periféricos no tienen economía, la economía la tienen ellos (...) No te dije la conclusión de mi frase: los países periféricos no tienen economía, la economía la tienen ellos. Lo único que tienen es la política. Tenemos que ver bien qué es la política. Qué es la política hoy. Cualquier cosa menos la violencia. No hay peor política que la violencia.
-No te preocupes por eso. Yo no le voy a pegar a nadie. Y menos que nadie a los piqueteros. Nada de represión bajo mi Gobierno. Mirá, hasta pienso largar a la polícía sin armas. Y a cada cana ponerles el nombre en la chaqueta.
En un momento de esta primera charla Kirchner tratará de tentarlo a Feinman para que colaboré con su gobierno y el autor de este libro pone las cartas sobre la mesa, cartas que para él son inflexibles y fundamentales.
-En serio te digo. ¿Dónde podrías estar?
-No, Néstor. Yo no sirvo para funcionario.
-¿Ni de asesor te puedo tenér?
-Pero si me pongo de asesor tuyo voy a perder mi credibilidad. Los que me leen creen en mi palabra. Pero porque es la mía. Si te asesoro, mi palabra va a ser la tuya.
(...)
-¿Tanto te importa ser un intelectual independiente? ¿No es más importante sumarte a un proyecto colectivo?.
El encuentro del intelectual con el presidente, expone al primero frente al "qué hacer de la política", en las decisiones diarias, en un estado de situación del país francamente jodido después del 2001, en el relato de Feinman cuenta que a Néstor (por lo menos en esos primeros meses) lo que más lo pre-ocupaba era el tema de El Poder, cómo verse fuerte siendo que fue el presidente que asumió con el menos porcentaje de votos de la historia,
"Cuando se hablaba de "tomar el poder". Todo el tiempo todo el mundo hablaba de tomar el poder. Y yo decía: el poder no se toma, se crea. Quería decir: para tomar el poder hay que tener un poder superior al del poder. Ese poder ¿de dónde sale? El poder que toma el poder ¿Cómo se construye? (...) Creo que el tema es cómo se construye el poder. Vos necesitas hacerlo urgentemente. ¿Qué poder tenés? 22% de los votos. Y una sociedad que quiere un poco de sosiego. Pero todos los lobos están intactos. No les pasó nada. No perdieron ni un peso.
Lo que sigue a continuación es una clara muestra de las diferencias y el calibre distinto de la labor intelectual y la política, en esa línea de tensión se sostuvo hasta donde se pudo este peculiar vínculo.
Feinman señala y sugiere que el poder se crea en los medios.
"No tengo nada ahí. Tengo que moverme rápido o me van a hacer puré. ¿Cómo se construye el poder hoy? (...) Tomá el caso de Tinelli. Ese tipo es un gran comunicador.
-Y un gran hijo de puta.
-Perdoname, pero ésa es una respuesta típica de un intelectual.
-Es un juicio ético. Si me decís que hoy hacer política es dejar de lado la ética, te entiendo. No sé si te sigo, pero te entiendo.
-Deja de lado si Tinelli es un hijo de puta o no. Yo te pregunto:¿comunica?.
-Lo hace bien.
-¿De qué lado lo querés? ¿Del nuestro o en la vereda de enfrente?
-No lo quiero en níngún lado.
-Eso es negar la realidad. El tipo está. Está donde está y es por algo.
-Porque es un hijo de puta.
-¿Y? ¿Con eso que hago? ¿Doy un discurso y se lo digo? "La Argentina no tiene futuro porque Tinelli es un hijo de puta" ¿Eso le digo?
-Sé a dónde vas. Hay que negociar con Tinelli. Habrá que comprarlo.
-Comparlo no lo vas a comprar. Tiene más guita que el Estado argentino. Es nuestro pequeño Berlusconi.
-Todo el poder mediático es Berlusconi. Tinelli y todos los demás. Son todos menemistas. Todos fachos (...) Hoy, en la Argentina, el sentido común es fascista.
La problemática de los intelectuales y la política no deja de ser una cuestión opaca, no hay demasiado brillos, si muchos fracasos y desencuentros , salvo algunas contadas excepciones, porque el sentido del trabajo intelectual en su aspecto más específico es ir al fondo, desmontado los mecanismo y las funciones de los aparatos ideológicos, y la función de la política es la de crear alianzas, generar estrategias, enhebrar aliados, (aunque sean de la oposición), generar consenso. Por eso la relación entre estas dos personalidades fue consecuente e intensa en sus posiciones, creo, que este intercambio sirvió para calibrar las verdades, y confirmar lo inevitable.
Feinman de acuerdo a su credo y a su experiencia, le propone algo realmente radical a Kirschner.
"Néstor, hay una decisión que tenés que tomar. Si querés, claro. Pero es la base, es el punto de partida de todo. Tenés que abrir una nueva etapa histórica. Tenés que romper con el peronismo. Vi en algunos actos tuyos y vi con alegría que no había fotos de Perón, una que otra de Evita. El peronismo es la antipolítica. Nada nuevo puede salir ahí. Es un aparato. Nada más. Un aparato es una pura inercia (...) Se mueve por la guita. Por las ambiciones sin contenido de los corruptos, de los aventureros. Un aparato es una cosa. Es una piedra. No va a cambiar nunca. Tenés -es mi opinión, eh- que crear un partido de centro izquierda. Las bases ya están. Son los asambleístas de 2001, de 2002. Se quedaron huérfanos porque se jugaron a la política sin conducción (...) No hay políticas sin jefes. Ahora vos tenés el Estado. Con esa base y el Estado se puede crear algo nuevo. Una nueva forma de hacer política. Alejada de las mafias. De los mafiosos. Con gente nueva.
Más adelante en este capítulo donde esta citado el párrafo anterior, la conversación continua, a José Pablo Feinman le gustan las disgresiones, irse por las ramas para volver sobre el punto, la respuesta de Néstor Kirchner acentúa las diferencias pero repara en la posibilidad.
"A mi me interesa eso. Y lo voy a intentar. Sobre la marcha se verá cómo viene la mano. Para hacerlo voy a tener que hablar con todos. La política es eso, eh. La política es no hacerlo asco nada".
Se podría afirmar que el gobierno de Néstor y los dos consiguientes de Cristina, marcaron un antes y un después la escena política local y ni hablar de la latinoamericana con los gobiernos contemporáneos de Lula, Chávez, Evo Morales, Correa, que hicieron del hemisferio sur una potencia temible a nivel político, pero volviendo a Néstor Kirchner es inevitable no comparar su efecto con el de Juan Domingo Perón, ese fantasma persistente e insidioso de nuestro pasado político nacional, para Feinman los contrastes con el fundador del partido más longevo y contradictorio son muy notorias en las maneras, en las formas de hacer y de decir.
"Kirchner fue siempre mucho más claro, menos tortuoso, más directo, más sincero, más apasionado. Perón podía enfurecerse y decir discursos como el del 31 de agosto de 1955 o el del 1 de mayo de 1974, pero no tenía pasión. A Kirschner le brotaba por todos y cada uno de los poros. Kirchner siempre tuvo una palabra. Nunca jugó al penduleo. Nunca parraleó. Para Perón sí era sí pero podía ser no. No era no pero podía ser sí. Kirchner se ubica más en la línea de frontal sinceramiento de Evita: sí es sí, no es no. Nunca pretendió ser el Padre Eterno. Era demasiado terrenal".
Pero el principal problema para José Pablo Feinman es cuando Kirchner pone toda sus fichas en sacarle el aparato político a Duhade, porque buscaba (claro está) afianzar su posición cosa que el presidente no tendrá problemas en poner sobre aviso sobre su accionar.
"-Oíme, hablando de portarse bien. Yo voy a tener que hacer cosas que no te van a gustar. Ni a vos ni a los intelectuales que me traigas. La política tiene eso, es impura.
-Cuando hagas esas cosas yo te voy a criticar. Los intelectuales tenemos eso. Somos puros.
-Bueno, pero no exageres".
En este punto es donde los caminos son inconciliables, donde los límites se vuelven infranqueables, y al mismo tiempo forma parte de la misma especificidad de cada oficio, son consecuentes, pero lo que más inquieta, es la visión que se tiene de la política en este país, visión propulsada y reproducida hasta el hartazgo por la misma clase política, y eso es lo que José Pablo Feinman trataba de comunicar cada vez que podía, que en reportajes de la época decía algo que era casi un sacrilegio, que Kirchner no era peronista, en un diálogo del autor con el director de la SIDE: Oscar Ucazuriaga (algo francamente irreal e insólito), José Pablo, vuelve a insistir sobre lo mismo.
"Mirá, Chango, hay dos caminos. Lo nuevo o lo viejo. Lo nuevo es salir del peronismo. Es dejar de lado para siempre el modo peronista de hacer política (...) Son los campeones de mezclar la política con la guita, los sobornos, la droga, la violencia, el aparatismo, la mafia, la concepción de la vida como escalera: trepar, trepar siempre. Y la política, para eso, es lo mejor (...) Ahí está la guita fuerte. Ganate un buen puesto de poder. Se puro durante un tiempo, ganate la confianza de muchos, y trepás porque creen en vos y seguís trepando porque te siguen y siguen creyendo en vos. Y un buen día los cagas a todos y te ponés en venta".
Para José Pablo Feinman, Kirchner, representaba a todas luces la posibilidad de desmenizar al país, esa esperanza de cambiar el sentido de la política, de crear un nuevo modo, una nueva patria, una utopía a fin de cuentas, a esto se refería nuestro filósofo cuando dice (un poco en joda un poco en serio) que los intelectuales son puros, la mirada del intelectual siempre es una mirada calibrada por la ética de las causas y los efectos, por eso no le cayo en gracia cuando se enteró de que Kirchner iba por el aparato político de Duhalde. Porque es un terreno cenagoso y traicionero, un lugar donde es muy fácil perderse y ser vampirizado por el aparato, un lugar donde se justifican todos los males en nombre de la democracia o algún otro bien simbólico que haga olvidar rápido la incomodidad de las manos sucias y calme un poco el aguijón de la conciencia. No hay manera de justificarse ahí, no hay manera de salir ileso y a eso temía con justicia José Pablo Feinman, pero no Kirchner, por eso fue político, era su manera de ser y de respirar, por eso no le tembló el pulso a la hora de conquistarlo..
El Flaco, Diálogos irreverentes con Néstor Kirchner, es un libro inagotable en su riqueza, en su confrontación, en su terrible verdad, aún con toda la vanidad del autor, el libro sobrevive a su propia condición por la manera en que se exponen los temas: El Poder, El populismo, El Estado, La Política, Los Políticos, La Democracia, La Oligarquía, El Imperialismo y los fantasmas engorrosos y sangrientos de nuestro país, que como el fantasma de Hamlet, siempre exigen una demanda imposible, y temible por sus actos.
La relación entre Néstor y José Pablo no podía durar mucho por su misma naturaleza, los dos iban hasta el fondo de todas las cuestiones, los dos encontraron en el otro al interlocutor necesario y valioso, ese que no miente, ni da concesiones, ese que a riesgo de perderlo todo se juega por sostener sus convicciones.
La relación encuentra su punto final en un intercambio de mails, que el autor generosamente comparte al final del libro, en el deja ver lo que ya era claro desde el principio, las distancias, las diferencias y los lugares en los cuales se juegan las posiciones, las posturas y la contingencia de lo real. Uno de los puntos sensibles que el presidente recrimina con todo respeto al intelectual, es que no valore los avances de su gestión, como si no tuviera en cuenta en la tierra arrasada en que se había convertido la Argentina después del 2001. El mail del presidente no es iracundo, posee una soterrada tristeza que recorre cada palabra, es humilde, no combate, no hay enojo, le habla de igual a igual, sigue manteniendo esa misma cercanía que siempre buscó con José Pablo al cual se permite decirle.
"A veces sos un intelectual brillante y otras veces opaco. Pero no olvides que también fuiste un militante político y como tal merecés un análisis más profundo y piadoso, pero siempre con los pies en la tierra (...) Mi compromiso es el de siempre: gobernar, trabajar y administrar. Creo firmemente en mis convicciones y trato de llevarlas adelante con todas mis fuerzas, en el marco de la realidad que nos toca vivir. Los problemas de los argentinos no se resuelven a vendavales, sino gestionando todos los días. Por eso creo que vos y yo no pensamos tan diferente, sino que tenés miedo. Miedo de que te confundan, porque creés que la individualidad te va a preservar. Pero no te olvides que pertenecemos a una generación que siempre creyó en en las construcciones colectivas. Las individualidad te pondrá en el firmamento, pero solo en las construcción colectiva nos reivindicará frente a la historia. Al fin y al cabo todos somos pasantes de la historia".
El incordio de Kircher fue por una entrevista a Feinman donde este no fue condescendiente con su gestión, en este punto es bueno recordar para socabar los prejuicios de que el autor de este libro nunca fue Kirchnerista, en todo caso, acompaño con una simpatía crítica al gobierno por eso vuelve a recalcar en ese mail de inevitable despedida su postura como intelectual.
"Néstor: yo no puedo escribir para el público de Página solamente: esos lectores ya están convencidos. Tengo que volverme "creible" para que la derecha me escuche (...) Pero si soy visualizado como un "Kirchnerista" pierdo credibilidad. No sirvo para nada. No "te" sirvo para nada. A veces tengo que criticarte para meter lo esencial que quiero decir. Que siempre es a favor tuyo. De tu gobierno. Si esta metodología es equivocada la voy a revisar, pero es la misma que utiliza Página que, como yo, pierde credibilidad cuando los tantos cretinos que hay en esta tierra la llaman el Boletin Oficial".
Es muy compleja esa línea entre la obsecuencia y la crítica, más aún teniendo en cuenta que la crítica en nuestro país siempre tuvo mala prensa como también la política en sí misma, lo que si abunda es una política de la obsecuencia -ya sea por favores brindados o por favores esperados- decir algo en nombre propio, poner el cuerpo por la palabra como lo hizo a viva voz nuestro ex-presidente o como lo hace constantemente José Pablo Feinman implica un riesgo que nadie quiere tomar, porque es un terreno errático, uno se puede equivocar y a lo grande, pero esas son las consecuencias de tomar una postura y defenderlo a rajatabla aún en contra de eso que se defiende, como en el caso de este curioso y peculiar vínculo entre el filósofo y el presidente, que aún a pesar de sus claros oscuros nunca dejaron de pensar ni de pensarse posibles en esta Argentina, demasiado Argentina que duele tanto como apasiona.
"EL Flaco" es un libro que apareció por Editorial Planeta, en el año 2011
1-Para ver la biografía y la abultada bibliografía de José Pablo Feinman https://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Pablo_Feinmann
2-Para ver completo el discurso de asunción presidencial https://www.youtube.com/watch?v=1Zao4M3qXvw
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