martes, 19 de mayo de 2020
Pandemia, Orientalismo y Death Metal
Con V8 en nuestro país, se creo una estética heavy de raigambre autóctona como de compromiso social, un discurso estético más preocupado por el contenido que por la forma en su sentido más lúdico y experimental.
El heavy local fue generando contenido a lo largo de las décadas gracias a la pluma intuitiva y descarnada de Ricardo Iorio, que posibilitó un discurso particular, subjetivo, caprichoso, y en cierta manera popular donde se han dado cita: la Biblia, con la Escuela Científica Basilio, Miguel Hernández con Almafuerte, Motörhead con José Larralde.
Este tipo de relato se fue erigiendo a partir del respeto unánime por el código realista, con sus convenciones y estrategias de veridicción (crónicas en primera persona, narración biográfica, etc...), pero el detalle más importante es el afán metódico y literal por representar, por cristalizar en un lenguaje transparente lo que sucede en el entorno más inmediato, darle voz a los que parecen no tenerla y una voluntad innegociable por concientizar y enseñar (mostrar en su crudeza) cuáles son las trampas del sistema.
Pero el heavy metal como género comporta muchas vertientes, muchos subgéneros con imaginarios que lindan con diferentes tradiciones y saberes culturales, en un racconto rápido se podrían enumerar: el power-metal que se posiciona en el terreno de lo fantástico y la gesta épica, el trash metal y el grindcore, que abrazan la denuncia y el compromiso social, el black Metal que bebe de las aguas de la literatura satánica, esotérica y en muchos casos de tintes paganos, el death-metal que encuentra su caldo de cultivo con la escatología, la hemoglobina, y la muerte, el doom-metal que se inscribe en la página de la melancolía, el erotismo y romanticismo maldito de Poe, Baudealaire e incluso Shakespeare.
En nuestro país el destino de algunos de estos subgéneros siguen orillando la marginalidad auditiva, entran de lleno en el terreno dudoso y problemático del underground, si es que tal cosa existe -hoy día- donde las diferencias antes notorias entre una banda de éxito y una de los bordes, radicaba en una cuestión ideológica (contra el maistren), estética (formas experimentales, disidencia sonora) y ética (no se transaban los valores formales y poéticos).
Quizás la última década en donde estas diferencias eran tales, responde más al fin de siglo pasado, siendo más estricto podríamos decir que tiene que ver con nuestra amada como vilipendiada década del 90.
Es probable que una de las bandas más pretenciosas, preciosista, como radical en sus patrones expresivos que tuvo la escena de local, fue el grupo platense Pandemia (1).
Pandemia es la banda del baterista: Ricardo Massei y el bajista Javier Ringuelet, que fueron integrantes de la agrupación de heavy trash, Genocidio (no confundir con el homónimo brasilero), que evidentemente tenían otras ambiciones sonoras que fueron macerando en la conformación de Pandemia en el año 1992 y su posterior disolución en el año 1999.
Pandemia presentaba una propuesta problemática en muchos sentidos, como rica para una escena que en ese momento particular estaba deslumbrada por los destellos costumbristas de Hermética.
Pandemia sintetiza muy bien ese tiempo donde el heavy gozaba de una vitalidad prácticamente imparable, y al mismo tiempo condensaba un arco de influencias y linajes que no eran populares dentro de nuestra patria heavy.
Pandemia fue una banda de death, atravesada por el doom metal, con un guiño cada vez mayor hacia el progresivo en su última etapa.
Hay que recordar que la década del 90 fue la época (si se quiere) clásica del death-metal y el momento en que el doom comenzaba a definir un panorama: áspero, lírico, tétrico como sublime.
Pandemia hace carne con estas influencias y tradiciones para crear un producto nuevo, en una apuesta que no desmerece la agresividad, ni la experimentación, ni mucho menos prescinde de la delicadeza sonora.
Es sorprendente como algunas bandas como artistas tienen un tiempo interno mucho más veloz que sus contemporáneos, este fue el caso de Pandemia que al año siguiente de haber comenzado como grupo se haya dado el lujo de sacar su primer y único Demo, (en formato casete) de una madurez creativa sorprendente, y arriesgada, por su manera de confrontar las tradiciones del doom y el death dentro de un ambiente opresivo, donde las canciones pelean por demostrar la verdad de su espesura, en un terreno donde la síntesis, no es solo la condensación de lo que se trae, sino también el secreto de lo que se calla en la misma forma.
Esta maduración estilística tiene mucho que ver con la necesidad expresiva y la frescura de los proyectos nuevos que salen con toda la apetencia de devorarse el mundo.
Cuestión que en su primer y único disco "Prana Sempiterno" (1998) no ocurre porque la frescura dio curso a la experiencia, y el derrotero estético de la banda deglutió en todos esos años mucho más de lo que la competencia de las canciones pueden alcanzar a demostrar.
El Demo se llamo simplemente Pandemia, una carta de presentación densa, apesadumbrada, e hiriente hacia aquellos oídos todavía delicados del heavy, que no sabían de qué manera procesar un proyecto, que era claro iba a exceder sus propias limitaciones para avecinarse a otros terrenos artísticos.
Pandemia el Demo presenta cuatro tracks que engloban un mismo marco conceptual, la muerte, en sus diversos relatos: el de la carne, el alma, la religión, y la política.
De hecho los títulos de las canciones se pueden leer con lógica continuidad: "Agonía", Atrofiamiento", "Disolución y muerte", salvo "Tenebroso subconciente" (la única en inglés) funciona como esa terra incógnita, esa caja negra del ser, que es tan desconocida como el más allá de la muerte.
Lo que tiene este Demo es una gran solidez conceptual discursiva y musical, aún con sus limitaciones -sobre todo en su calidad sonora- son cuatro canciones que han envejecido bien, se nota que son de la década del 90, pero no se han quedado codificada a la época como les sucedió a muchas bandas que buscaron estar en cuanta tendencia apareciera.
Esta diferencia con el resto, es radical porque habla de un compromiso mayúsculo, de un horizonte que buscaba exceder su propio marco, fugarse de las casillas del género para hablar desde otro lugar posibilitando otro sentido.
Pero aún con todas las ambiciones los cuatros tracks respetan las convenciones del género, y abreva en una fuente quizás no tan notoria, que es la del disco The Key de Nocturnus (1990), banda de death metal de creatividad progresiva y técnica notable, sobre todo por la manera de utilizar las posibilidades infinitas del teclado, los climas no exentos de sugestión, misterio y brutalidad.
Esta es la novedad que utiliza Pandemia en sus canciones, el artificio del teclado, detalle que hoy puede parecer irrisorio, pero generalmente el teclado era pensado más como un arreglo, una pincelada sutil que acrecentara las melodías o sugirieran climas.
La intención de Pandemia es bien otra que es la de vertebrar al teclado en el corazón de su imaginario musical, cuestión que se acrecentaría con muy buenos resultados en el futuro.
Todos los tracks del Demo presentan una fisicalidad sonora exasperante: Agonia: la canción que inicia la serie tiene un comienzo cansino, resignado, pura inercia discursiva que va cayendo como mazazos sobre el oyente, el clima es opresivo, feroz, la voz contamina, desgarra, comunica, y estremece.
Las guitarras profundizan la pesadez en conjunto con la batería y el bajo, todos conforman un bloque compacto, salvo el teclado que va generando estrías en la superficie del sonido, limando la posibilidad de la belleza y obligando a los punteos a unirse y competir a esa suerte de aullidos primarios del teclado que denotan la urgencia de un hecho extraordinario como nefasto.
La otra novedad que trae Pandemia es la expresividad de la voz gutural o podrida, la voz de Guata tiene la virtud de buscar el entendimiento sin resignar la rispides, trabaja un fraseo más ligado a lo rítmico, hay un costado dramático que explota muy bien generando matices, trabaja con la superposición de voces, agudas y chirriantes que contraponen diferentes emociones generando un impacto difícil de definir.
Pandemia, en este demo define una política enunciativa que ataca de manera soterrada la discursividad verista, social y cuasi-documental de la poética más popular y populosa dentro del mundo heavy.
Atrofiamento: pone el punto sobre las íes, cuestionando el valor de toda verdad que se cree con el derecho de ser la única posible. en este tema se manifiesta una estética que pone en cuestión desde su hacer al modo Hermética que capitalizaba todas las emociones del público metalero.
En este aspecto la propuesta de Pandemia es más bien expresionista y sensorial, apela a todos sus recursos para generar un relato múltiple, no se busca (por lo menos en una primera oída) compartir un mensaje, sino emociones extremas, lo que aqueja y deforma lo humando de lo humano.
Atrofiamiento es un track que se sostiene en el costado más death de la banda, todo es saturación y urgencia, explosión y desborde, el punto más alto es cuando la rabiosa voz enuncia subraya y muerde las siguientes palabras: "Utopía que no existes/ no hay verdad, no hay no la hay", este momento del estribillo es una declaración de principios, en ella se enuncia todo lo que la poética de Pandemia no será.
Disolución y Muerte: coquetea en su introducción con la música barroca, detalle que no es fortuito, ni tampoco una muestra de virtuosismo, sino que es el punto de partida (2) desde el cual Pandemia comenzará a escribir su obra, porque Prana Sempiterno su único disco demuestra toda la pretensión barroca de una propuesta musical que todo el tiempo esta buscando fugarse de las convenciones y los códigos que el metal tenía establecido para sí, durante los años 90 en nuestro país.
Tenebroso subconciente: probablemente sea la canción más redonda del demo, nuevamente el death aparece en toda su dimensión, para darle la forma definitiva a un tema que habla sobre los pensamientos sin forma, las imágenes sin concepto y las sensaciones sin códigos del inconsciente.
Es el único track en inglés, en ella la voz se retuerce en un fraseo que profundiza el dramatismo descarnado e imperioso de una subjetividad aquejada por sus fantasmas.
Es loable la continuidad de un grupo dentro de un circuito que por razones estructurales y condiciones económicas, los coloca al margen de un mercado pequeño ubicado en la intemperie del gran negocio del rock, no es tarea fácil emprender semejante empresa con una propuesta a contrapelo de la doxa heavy, una estética que no buscaba la identificación inmediata, ni le hablaba a un nosotros, ni tampoco enarbolar una bandera de lucha con su público.
Para el año 1995 se corrió la noticia de que el grupo platense iba a sacar su primer y esperado disco llamado "Eli Eli Lama Sabactani", pero la experiencia se frustro y el disco quedó cajoneado para finalmente perderse. (3)
Pero en el imaginario local había prendido su propuesta, una propuesta que no temía mostrar cada vez más su voluntad expansiva en cuanto a sus consideraciones estéticas, y a su poética que no dudada en ir hasta el pasado para interrogar los supuestos de nuestra cultura apostólica, católica romana, o detenerse en el ensimismamiento del ser para tratar de determinar que lo ata y lo vuelve una conciencia infeliz.
Eli Eli Lama Sabactani no fue ese disco que quizás hubiera cambiado la suerte, pero si integró el rosario de canciones de ese dilatada placa debut que finalmente salió un año antes de su separación,
Prana Sempiterno fue el título elegido que cambiaba la fuente, el origen de sus inquietudes poéticas.
Porque Eli Eli Lama Sabactani, se supone son las palabras de Jesús en la cruz en el momento más álgido cuando descubre la desazón de ser humano, las palabras de reproche en el momento antes de su muerte "Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado", un reclamo patético sobre nuestra absurda condición en esta tierra, un reclamo netamente judeo-cristiano.
Prana Sempiterno responde a otra tradición,(ligeramente distinta) la tradición de Occidente buscando respuestas en Oriente, de la teosofía a Logsang Rampa, de Herman Hesse a los Beatknis, de Gurjieff al movimiento hippie.
Prana Sempiterno es la "energía vital", lo que está antes del pensamiento, antes de la conformación del mundo, la chispa divina, la respiración del cosmos.
El esperado debut de Pandemia es de una polisemia abrumadora, tiene tanta condensación en lo musical como en lo lírico que no podía más que conducir a la banda, a su propio agotamiento funcional creativo.
Es una placa bicéfala, tirante, contradictoria, es el esfuerzo de unos occidentales sudamericanos (con todo lo que eso implica en nuestra geografía) tratando de ir a los confines de todo, al más allá de las palabras, y de la cultura, tratando con los medios y recursos al alcance de la mano, de sublimar la desesperación consciente del hombre en el universo.
Prana Sempiterno está conformada por diez canciones. Tres de ellas se debaten en un lenguaje por momentos abstracto, hermético, un decir que da su pelea de fondo, entre la espiritualidad y su propia contingencia, estas canciones son "Nacimiento y fuga", "Eli Eli Lama Sabctani" y "Prana Sempiterno", el resto bucea un terreno en común que es la naturaleza del odio y el resentimiento en la propia carne, salvo dos tracks en inglés:"Last Way", y "Mortuary beauty" que funcionan como los momentos en donde el género se hace notar condescendiendo un poco a ese público que disfrutaba más de este tipo de emoción musical más cerrada sobre sí misma.
A nivel músical Pandemia enriquece su paleta, en el disco está presente una cantante lírica como contrapunto a la ferocidad de la voz principal, también se utiliza la sonoridad del violín, de una flauta, como tablas índúes, todos estos elementos aportan otro espesor pero también se nota el proceso de búsqueda hacia su mejor forma.
Los tres tracks de inquietudes espirituales son las que menos funcionan en el conjunto, son las más largas, las que prueban los límites del género, las que intentan transgredir sus propias posibilidades expresivas con resultados dudosos, como es el caso de Prana Sempiterno que se queda a medio camino de su orientación progresiva.
Nacimiento y fuga tiene mejor suerte, la economía entre la experimentación, la ortodoxia, y su mirada clásica sobre las formas le otorga una pátina de belleza inesperada.
Eli Eli Lama Sabactani es un tema doom que va encontrando su verdad en la propia entropía discursiva, su tono cansino conspira con el desasosiego que la voz en toda su carnalidad quiere comunicar, pero aún así se las arregla para cargar las tintas con mucho dramatismo.
La canción que se lleva todo los laureles, por osadía, equilibrio, brutalidad y sutileza es sin lugar a dudas es 64 D.M.C. que se mete de lleno con el emperador romano Domiciano que fue considerado un implacable perseguidor de cristianos a los cuales llevo al fuego de su crueldad.
Acá la voz de Guata conmueve con un virtuosismo notable, su voz realmente convoca las fuerzas del pasado para que operen en el destino de la canción.
El tema va construyendo el marco para que esto suceda gracias al clima del teclado, la irrupción del violín aquejando el espacio sonoro con su lamento para que la conjunción de bajo, guitarra, y batería generen la inminente sensación de lo inevitable.
Que el violín irrumpa de nuevo hacia el minuto 3, provoca un contraste mayor entre la belleza melódica y la potente voluntad de generar ese impacto final antes del silencio.
Si Pandemia hubiera continuado habría consolidado una propuesta todavía en elaboración entre dejar los restos del pasado como otros grupos, (Anathema, Tiamat, Katatonia) y la nueva posibilidad identitaria en esos maridajes con otras tradiciones ajenas al género.
La banda se arriesgo al tocar en espacios poco habituales (4), trato de crear un espectáculo de mayor atractivo conjugando también en escena a bailarinas (5) que en su perfomance trataban de profundizar ese costado etéreo y sublime de su poética.
Inevitable Paz (tango rústico) es un buen ejemplo de esta posibilidad, toda ella esta atravesada por esta ambición de condensar otra tradición, de dialogar desde la apretada forma con el tango, de encontrar en su fatalidad otras maneras de exponer y mostrar ese cambalache atroz del mundo desde una nueva mirada.
Es claro que este recorrido que propongo es tan solo un recorrido que se detiene en lo que me parece más llamativo de este fenómeno estético, no hay voluntad de totalización sobre el material sino de dialogo con un producto que buscó interperlar a su presente y que aún hoy nos puede decir algo sobre los conflictos entre la carne y el alma, la espiritualidad y la materialidad de lo material, la redención y el castigo.
Hay un énfasis que Pandemia trata de compartir y subrayar desde un mensaje a su manera directo y oblicuo,mensaje que dice a todas luces: dejar atrás todo odio para encontrar una vida más libre de las ataduras terrenales, estos tracks son "Ignominia", "Gloria del Odio" y "Vestigios del odio", en estos temas se encuentra lo más poderoso de la banda, la voluntad de su potencia, y la ambición de llevar al extremo esta emoción y sentimiento para alcanzar ese umbral catártico que naturalmente devenga en otra cosa.
Lo paradójico del caso es que hay más verdad que comunicar en estas canciones que en las más espirituales, donde se nota el esfuerzo por tratar de codificar un terreno completamente desconocido.
Porque claro está, el odio junto con el amor, son los sentimientos que nos devuelven nuestra patética tierna, como caprichosa humanidad, en cambio los sueños de redención de Prana Sempiterno y en menor medida de Nacimiento y fuga son más pasto para manuales de autoyuda cuando no hay un peso enunciativo que marque y sostenga una diferencia que realmente se diferencie de tantos estereotipos sobre el más allá y el Oriente.
Pandemia se separó al año siguiente de su paciente labor por encontrar la forma que mejor los defina en el espectro local, trataron de ser consecuentes con sus ambiciones, yendo a lugares estéticos que otras bandas evitaron con precaución, se arriesgaron jugándose el nombre propio como entidad grupal para labrar algo más que música en el público de ese momento y su inevitable posteridad.
Dejo un vacío que ningún grupo que se precie se animo a ocupar, y la persistencia de esta búsqueda, la militancia de este milagro que fue posible entre el año 1992 y 1999, todavía nos sigue comunicando algo en este época de virtualidades y cuarentena.
Pandemia como otros proyectos musicales fue un grupo propio del fin del siglo XX, una banda que se interesó por el origen de la tristeza del mundo, sus males, los pesares de la religión, su falta de respuestas y la promesa de Oriente como esa fuente inalcanzable de utopías para la ardiente desesperanza de Occidente.
Discografía:
Pandemia- Pandemia (Demo 1994)
Prana Sempiterno (1998)
Integrantes (La formación que grabo el disco)
Susana Pusso: Teclados
Demian Gustavino: Gutarras
Javier Ringuelet: Bajo
Ricardo Massei: Batería y percusión
Adolfo Heber Victoria (Guata): Voz
Sergio Araoz: Guitarras
1- Se que actualmente la banda volvió a la actividad, con algunos integrantes nuevos, pero a los fines de esta nota la banda para mí terminó a fines de los 90, es decir la energía y el entusiasmo hace que la banda de hoy sea otra más allá del repertorio y la persistencia de Ricardo Massei, javier Ringuelet y Sandra Pusso.
2- Cuando hablo del barroco, lo digo en el aspecto conceptual, en la capacidad de abrirse continuamente a nuevas posibilidades, y la férrea conciencia sobre los materiales y la tradición, y la expanción al extremo de disolver la identidad continuamente en un nuevo cambio.
3- Esta información lo sé de buena mano, gracias a una charla telefónica con Guata, él fue el que me dio muchos detalles sobre la banda en esos años.
4- Tocaron en la capilla que esta en el Centro Cultural Recoleta, y en otros centros culturales, detalle que no era usual en esos años.
5- En este registro se puede ver la ambición de Pandemia en toda su amplitud, la cantante lírica y las bailarinas compartiendo escenario y potenciando el deseo de expresión. https://www.youtube.com/watch?v=rGlZOzjpXyk
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