martes, 20 de marzo de 2012

La Patria: ese recuento de daños


Con la aparición del rock, se reinventa el formato canción para alcanzar una manera de entender la melodía y la voz en una perfecta economía entre forma y fondo. La canción como tal ya existía, nada mas que con la novedad del rock y su impulso por borrar todo rastro del pasado, interviene de tal manera en el imaginario del siglo XX que hace del rock, el mejor invento para las canciones que forjaron y educaron un lugar de la sensibilidad, donde la rebeldia y la juventud aparecen como moneda de cambio, en un mundo cada vez más efímero.
El rock fue una de las semillas más fértiles con la que se topo la industria del espectáculo, hizo de él su cara más visible y conforman uno de los matrimonios mas duraderos en la historia de nuestro breve siglo XX.

Hablar de rock nacional es entrar en una problemática cara a nuestra sensibilidad identitaria, nuestra cultura se forjó al calor de las migraciones y del exterminio, de París a la pampa la estela de la civilización dejó su huella, en la manera de desentender el interior de un país desconocido. Si existe un pensamiento nacional, este surgió mirándose en el espejo de sus mayores, tratando de imitar sus formas y preocupaciones pero desde las propias contradicciones del deseo de lo que se buscaba ser y en lo que realmente nos convertimos por esta herencia. Nuestro país es un país bifronte y apasionado, por su dualidad de ideales y fracasos, dictaduras y democracias, cómplices y desaparecidos.

Asi lo parece entender Fito Páez, con su canción "la casa desaparecida", donde se confronta con nuestra historia en un verdadero tour de force entre la música y el sentido. Esta canción del disco Abre, es un verdadero agujero negro porque se chupa todo, a tal punto a mi parecer que desequilibra la producción de sentido, en relación con la demás canciones de este disco con un título engañosamente simple y al parecer inocuo: Abre.
Más que canción es una performance sobre la esquizofrenia nacional, el intérprete parece solo abrir la boca para que de el salgan una proliferación de discursos: de Malvinas a zamba de mi esperanza, desde las patillas de Facundo a Valeria Mazza, desde el Peámbulo a los inmigrantes, desde las anfetas, al tetra y desde la Argentina a la Argentina. La lírica es un afectado e irónico recuento de daños y el decir es extenuante, los bloques de sentido caen como sentencias y la música casi desaparece hasta transformarse en un comentario sutil sobre lo que se dice.

Abre es un disco que salió en el año 1999, a diferencia de sus producciones anteriores, este tiene una forma simple, circular, con mucha preponderancia textual. la música por momentos parece enmudecer frente al sentido que despliega conceptualmente el disco, especialmente en cuatro canciones: Abre, Es solo una cuestión de actitud, Al lado del camino y La casa desaparecida, que por momentos parecen panfletos libertarios y en otros una puesta a punto de los principios éticos y estéticos sobre la tarea del compositor de canciones que se permite abiertamente una canción política como La casa... En las otras canciones reconocemos mas al autor en su recorrido por su imaginario musical donde el rock anglosajón encuentra su razón de ser en el folclore, razón que no siempre es pacífica porque siempre hay una tensión por mí mínima que sea, en sus posibilidades y en sus políticas formales.

También el autor se permite cierta experimentación, como en la canción Desierto, algo bastante inédito en su producción sonora, cargada de texturas y climas que le otorgan un dramatismo alejado de sus retratos urbanos y amorosos. Hay una cierta abstracción un su clima cargado y en su manera de ponernos en situación. Con esta canción el compositor parece dialogar con el contexto musical de esa época donde había una preminencia del sonido por encima del sentido, de Massive Attack a Bjork, de Tortoise a Radiohead, etc. La búsqueda parecía ser la pintura de verdaderos cuadros lleno de climas, texturas, situaciones sonoras muy en la línea de las experimentaciones funcionales y minimalista de Brian Eno.

La casa desaparecida y Desierto, son los extremos, Abre es un punto de inflexión en la carrera de Fito Páez donde a pesar de cierto tinte político, lo que se discute en su confección es la misma confección del disco y de alguna manera por las diversas entrevistas de la época al autor y por la forma en que se lo presento, este disco es el pasaje hacia un compositor que se quiere mas adulto, es la respuesta al éxito masivo de sus discos anteriores, es el autor buscando en cada canción una señal de identidad para discutirla desde lo formal.
Hay que decir que la discusión no siempre es interesante, pero en cada canción siempre se juega una idea sobre como debería sonar y en esa contienda se encuentra lo mas interesante de este hecho sonoro.

Argentino hasta la muerte,
la patilla de facundo
recortada de la Gente, de las Caras
Y seguir comiendo mierda, cada día, cada noche
Y explicarle al mundo entero
nuestra nada de la historia universal
de la Argentina ensimismada
que contiene enciclopedia de uno mismo
y encender con la birome palabritas en el cielo
en el campo las espinas, y en centro de mi pecho
hay un bicho que camina

Si hay un hecho político en esta canción es la manera de ubicarse no en la tradición del cancionero argentino de protesta, sino en el derrotero que va del Martín Fierro de Hernandez al Cambalache de Discépolo, no estoy hablando de una linealidad histórica sino mas bien de los momentos en donde la lectura histórica se accidenta con el cuerpo sonoro del hecho estético. Momentos en donde parece que toda la historia atraviesa ese discurrir del lenguaje específico, que es la poética de enunciación. En este campo es donde se juega la forma en su torsión con el sentido, no porque este sea lo último sino por los efectos de ese juego.
Tanto el Martin Fierro como Cambalache comparten esta problemática a grandes rasgos y son políticas no por el mensaje que se pretende dar, sino por la manera en que el lenguaje opera con estos tópicos.
Estoy hablando de dos momentos históricos distintos uno habla de un mundo que ya no es, el otro del mundo que es y ya no puede ser, pero los dos comparten la certeza de un país que no existe mas que en sus contradicciones, en la visceralidad de sus pérdidas, en los himnos de sangre que manipulan a su antojo la palabra soberanía, en la sensación paranoide de que siempre fuimos un país invadido y en los lazos que se forjan y se traicionan por el sueño insomne de la patria.

La casa... continua esta línea quebrada, no son muchas las canciones que se animan a enunciar la política de esa manera, creo que las mas interesantes letras políticas trabajan en este terreno, aquí es donde la sensibilidad de Fito Páez se avecina a la de un Ricardo Iorio porque ambos intuitivamente saben que la mejor manera de apropiarse del rock es apelando a las formas, los giros y la velocidad de un lenguaje que se alimenta de la calle y de los libros, del mejor tango y del antilenguaje carcelario, de Borges a los compadritos, de Lugones a la hora de la espada, en nuestra habla cotidiana esta presente nuestra historia como pueblo..

Madres muy desesperadas cocinaban y planchaban
hoy sus hijos son canibales fantasmas
los cadáveres se esconden o se guardan en el río
en palacios de memoria ensangrentada
y tenemos pijas grandes, largas como mil facones
y anacrónicas arengas, melancólicas uniones
la bandera enloquecida, maten a los maricones
que los hombres van de putas para sentirse varones


Ricardo Iorio en su canción En las calles de Liniers dice:

Mas cuando el sol mi fiel testigo,
da de lleno en el asfalto y
derrite el alquitrán
los fermentos nauseabundos
de la basura estancada
entorpece mi pensar.
En la esquina un policía esta peleando con su hembra
pues esta nunca le fue fiel
bajo el paso de las vías los mendigos se revuelcan
muy pocos los quieren mirar
y la imberbe horda humana que desciende de los trenes
desesperada y alocada
contaminan mi cabeza y busco amarlos como sea
para no volver jamás.

Cambalache de Discépolo agrega

Que siempre ha habido chorros,
maquiavelos y estafaos
contentos y amargaos
barones y dublés.
Pero que el siglo veinte
es un despliegue
de maldá insolente,
ya no hay quien lo niegue
vivimos revolcaos en un merengue
y en el mismo lodo
todo manoseados.

finalmente el Martín Fierro

ansí pasaron los meses
y vino el año siguiente
y las cosas igualmente
siguieron del mesmo modo:
adrede parece todo
pa atormentar a la gente.

No digo que todas las letras son iguales, sino que comparten una sensibilidad, un lugar de percepción que se quiere popular en su interpretación de los hechos, tampoco todas las letras que compartan ese lugar son interesantes, es una posibilidad estética muy delicada en donde la mínima exageración, sino esta trabajado desde el decir, el ritmo y la posibilidad sonora puede transformarse en su propia caricatura, que no esta mal si esa es la intención como suele suceder con Ricardo Iorio que siempre bordea la fascinación o el rechazo.

Cabría agregar que La casa desaparecida es una canción subversiva dentro de la misma economía del disco, es un salto al vacío donde solamente el vértigo impidió que en el disco se transformara en un registro mas descarnado y seco. Hablo específicamente de los arreglos de vientos que a mi parecer buscan amortiguar la crudeza del lugar de enunciación.
Finalmente esta canción desborda los parámetros de lo que se supone es un hit radial, en forma y duración La casa desaparecida es una suerte de anticanción, por los excesos semánticos, por los juegos literales y por la forma en que la política recorre esta performance sobre la esquizofrenia nacional.


Abre es un disco que salio en el año 1999, el la cornisa del siglo, en el comienzo de la resaca menemista y del fracaso de la Alianza.

Una muy buena versión de La casa desaparecida es la que hizo el autor en los ciclos de la casa rosada, la pueden ver en: http://www.youtube.com/watch?v=OnNjJr5llTc

Recomiendo la versión de Las calles de liniers de Lucas Martí, que creo que en su despojamiento habla de la deuda de cierto rock urbano con Ricardo Iorio. Lo pueden ver aca: http://www.youtube.com/watch?v=67XfOilgMh8&feature=fvst

Es realmente antológica la versión de Hermética de la canción de Discépolo en el programa Siglo 20 Cambalache de Fernando Bravo, sobre todo por que es play back y Claudio O´ Connor el habitual cantante hace de inverosímil segunda guitarra. Lo pueden disfrutar en : http://www.youtube.com/watch?v=CNAFYmI6glY





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