sábado, 10 de abril de 2021

La depresión sin épica o la angustia del crecimiento en El Mató a un policía motorizado

La síntesis de O´konor (2017) es el gran salto de El Mató a un policía motorizado, un disco de diez canciones que en su derrotero no teme cambiar el foco noise guitarrero de los trabajos anteriores por una propuesta estética que hace pie de la tradición new wave, dotando a las canciones con una vitalidad inusitada, el tono cansino da lugar a un pulso más alegre pero no menos melancólico. Los arreglos de las canciones no le temen al preciosismo siempre respetando la austeridad formal que nunca pierde contundencia por la persistencia del bajo que a lo largo de toda la experiencia es el sordo protagonista de las vicisitudes melódicas de una guitarra que acompaña, colorea, subraya toda la emoción de una estética que nunca pierde a la canción como espacio sensible y narrativo.
La Síntesis de O´konor es un disco feliz pero de una felicidad melancólica a la manera de las películas de Tim Burton que en su forma denota el artificio de la alegría, esa maquinaria tan chirriante como agridulce. "El tesoro" fue la primera canción que comenzó a sonar con insistencia en mis recuerdos, por esa época trabaja en un restorant en San Telmo, y este disco estaba en constante rotación en las horas pico de trabajo, y era inevitable no entrar en sintonía con este mundo extraño, sugerente y ligeramente normal. El Tesoro podría ser una canción de amor, podría pasar como tal pero algo en su almibarada melodía entrecruzándose con la lírica sugiere que las relaciones entre las palabras y los hechos no son tan simples. “Ah paso todo el día pensando en vos/ ah que hay de malo en todo esto/ vos pensás que pierdo el tiempo, perdón si estoy de nuevo acá/ pensé que habías preguntado por mí, me gusta estar de nuevo acá/ aunque no hayas preguntado por mí/ voy a quedarme un poco acá/Cuidarte siempre a vos en la derrota/ hasta el final hasta el final”.
El tesoro escuchado así al pasar parece una típica cancioncilla de contenido tierno, prácticamente naif, pero que deja entrever más allá de la simpleza melódica y los arreglos pop que no hay tanta diferencia entre el discurso amoroso y el discurso psicopático, una canción de amor siempre contiene un costado siniestro parece recordarnos la voz del narrador que no puede más que entregarse a su pasión, aunque sabe desde el comienzo que tiene todas las de perder. “Ah todo lo que hago es para vos/ ah el tesoro se está hundiendo/ ah todo lo que hago es para vos/ ah vos pensás que pierdo el tiempo (…) la depresión sin épica, la depresión cinética”.
Claramente El mató apuesta a la redondez de la canción pero eso no implica perder cierta cuota de perversión, todas las letras tienen sus ajustadas dosis de paranoia, abandono, anarquía, caos, misterio y amor La siguiente canción es exactamente la contratara, si en El Tesoro el narrador cuida el vínculo como el tesoro más sagrado, en “Ahora imagino cosas” la situación es bien distinta, en la urgencia de su pulso melódico la voz comparte una visión paranoica de los vínculos, nada es seguro porque siempre existe un transfondo indiscernible de toda intención. “Ahora imagino que…/ están bebiendo en el bosque/ ahora imagino que…/ sos tan feliz, tan feliz/ Ahora imagino que…/ un amigo me está traicionando/ Ahora imagino que…/ extrañas sombras siguen mis pasos”
Quizás en el conjunto Ahora imagino cosas sea la más punki por su premura y su abierta actitud kamikaze de buscar esa pelea que lo defina, que lo interpele a encontrar su valía aunque pierda todo por esa afán de confrontación pura. Pero el narrador reconoce que en el algún momento la felicidad no era un recuerdo y de alguna manera esto lo habilita a ir por todo. “Quiero enfrentarme a todos/ no me importa/ cuan salvaje es la pelea/no, no me importa/ quiero enfrentarme a todos/ no me importa/ si me muero en las peleas/ no, no me importa/ ahora imagino que…/ mi tajada es más pequeña/ ahora me acuerdo que…/fui tan feliz, tan feliz”. De todas maneras más allá de las referencias concretas a la desconfianza y a la cautela del protagonista nunca se aclara en toda la canción, si esto no es más que el efecto de la imaginación del narrador en plena actividad de sentido por la angustia de una vida anónima y perdida. Cuestión irresoluta que la narración no afirma ni tampoco desmiente, todo entra en un plano donde parecería que no existe diferencia entre imaginación y la vida.
El mató a un policía motorizado es una banda de rock que hizo de la discreción y el perfil bajo una actitud estética, pero esto no fue algo programático sino algo natural en las personalidades de los músicos, no hay ruidos de fondo ni fuegos de artificio que distraigan y ninguno de los músicos es carismático o en todo caso Santiago Motorizado (cantante, bajista, y compositor) lo es por vía negativa, por contraste a toda la tradición de estrellas rimbombantes como de iluminados que supo tener el rock en su época pasada –pienso en Iorio en el Indio Solari, por nombrar a algunos- A Santiago Motorizado le interesa que nunca se pierda el centro de atención que es la música como protagonista. Todos los músicos que integran a El Mató poseen un humor desafectado, una imagen descontracturada de niños bien un toque nerds que encontraron en su hobbie musical una manera de compartir el amor por las cosas extrañas que animan a su imaginario. En La síntesis de ´O konor se entrecruzan dos miradas, la primera se hace eco de la mitología artúrica y la espada mágica concebida por el Mago Merlín, pero no es más que una referencia que colorea al disco, una de las canciones incluso tiene como titulo el nombre “Excalibur” que lejos está de la épica y de la espada del poder, en su tono denota más el desaliento, la perdida de fuerza y la impotencia de los efectos de una causa que queda al margen de las interpretaciones porque el pudor lírico de El Mató sabe que no hay que explicar todo. “¿Por qué tuviste que decirme eso?/ por qué, por qué, por qué”.
En una nota de uno del diario La Nación, Sebastián Ramos expresaba cierta grata perplejidad al observar la actitud de Santiago Motorizado al finalizar un recital. “Así fue aquella noche de junio del año pasado, cuando al finalizar el tercero de los cinco conciertos con entradas agotadas en Niceto con los que El mató presentó su último álbum La Síntesis de ´O konor, el tal Santiago “Motorizado” caminaba entre sus fans aún en estado de adrenalina sin siquiera ser reconocido. Era uno entre tantos, buscando un poco de silencio después de la tormenta eléctrica que él y sus compañeros habían generado” El periodista habla unos párrafos más arriba de “cierto efecto invisibilizador incluso entre su público”. Claramente la escena del rock local (si todavía podemos hablar de rock) se ha topado con un fenómeno al que no la importa las marquesinas ni el mínimo show del ego. Los grandes discursos alimentados por la contracultura y las multinacionales no son pasto para el discurso estético de El Mató, no hay mensaje ni afán de entretener, ni nada que se precie como una rabiosa pedagogía anti-sistema, en algún punto son el grado cero realmente de un comienzo diferente.
En la canción La noche eterna es un claro ejemplo de esta tabula rasa, la poética de la banda busca quemar las naves nada más que este camino iconoclasta no tiene el ímpetu ni la violencia del escupitajo punk, todo en la noche eterna es desaliento, melancolía, que si bien leído fuera de la melodía y la intencionalidad de la voz, el estribillo parece presentar un carácter imperativo en su práctica esta lejos de ser autoritaria, es la enunciación del agotamiento, es la pereza de la voluntad que toma conciencia de la mórbidez de la vida que siempre quiere más, pero el cuerpo en donde se hace carne esta asediado por la depresión, no hay presión sanguínea, y las palabras de esta destrucción creadora son la retórica de una máquina que sigue funcionando aún a pesar de que hace mucho tiempo lo que produce peca de obsoleto, es chatarra, son los residuos de todos los relatos del rock en la era de la post-resaca. “Hoy, voy a salir a buscar/ todo lo que quiero/ voy a derrumbar/ mi casa y a empezar de nuevo/ todos se escondieron ya/ bajo la noche eterna/ sé que el cosmos cuida/ a todos por igual/ Dame algo esta noche/ esta noche es especial/ voy a recorrer tu casa en la oscuridad/ dame algo esta noche/ esta noche es especial/ tan brillante como el oro/ en la oscuridad.” Por la impronta musical y estética uno sin conocer al grupo estaría tentado a aseverar que el Mató es música para adolescentes, y tan errado no sería esta presunción, de hecho ontológicamente el rock es adolescente, es un adolescente de más de 40 años que a veces envejece bien y en otras es un pende viejo. El mató es una banda vieja, tiene ese cansancio, ese agotamiento del que ya las vivió todas, pero cifrado dentro de una vitalidad formal que conspira todo el tiempo con ese estado, generando una tensión más bien implosiva que soporta, mantiene y da vida a las propias contradicciones de un género que nació para ser la música de la juventud. Creo que La síntesis de ´O Konor es un album que da lugar a los conflicto de la madurez, aún a pesar de todas las mieles de la fantasía el mundo siempre logra colarse, esto se ve claramente en "Alguien que lo merece", donde el relato es el después de una discusión de pareja, atrapada por las mecánicas del discurso amoroso que se sabe perdido en el laberinto de la rutina, uno puede imaginar el resto, quién no ha vivido esos desiertos amorosos en pareja.
La canción que mejor define la entrada de la madurez, la vejez y el paso del tiempo es sin duda “El mundo extraño”, el protagonista descubre que esta siendo desplazado, su lugar ya no es “su lugar”. “No sé qué pasa en este lugar/ todo el mundo es más joven que yo/ empuje buenos recuerdos pensando en nada/ parado en la puerta con vos/ Ya sé, tu ánimo está por cambiar/ te miro desde el asiento de atrás/ tu novio es un sujeto tan agradable/ pero nunca para de hablar/ Quiero estar con vos/ que me quieras así/ liquidado estoy/ esperando hasta el fin. El mundo sigue girando y a pesar de que el protagonista percibe que es su mejor versión, ya es tarde para él dentro de esa lógica que lo va olvidando, por eso su último recurso frente a la chica que le gusta es que recuerde la belleza, esa belleza extraña que antes evidentemente los comunicaba en ese mundo extraño.
“Sé que es lo peor/ pero esta es la mejor versión de mí/ ¿Por qué/ Por qué te vas sin avisar/ tus vecinos siempre me miran mal/ no ignores la belleza de este mundo extraño/ igual lo entendes y te haces la que no sabés”. La canción que da cierre a esta experiencia se llama “Fuego” quizás sea la más optimista pero de un optimismo incierto, la música tiene empuje pop y la voz parece recuperar fuerzas para reclamar la presencia de ese alguien que lo hace feliz, es una canción que se fuga en la búsqueda de su deseo, aunque llegue tarde o quizás no encuentre lo deseado, ese recorrido vale ese crecimiento, porque es la angustia del crecimiento hacia algo indefinible como desconocido a la vida a fin de cuentas.
“Desde el pueblo más lejano de acá/ siguiéndote/ vamos, esta noche puede ser mejor/ mirándote (…) Hey, hey, hey/ no te duermas/ todo el universo depende de eso/ hey, te fuiste y ¿dónde estas?/ ahora/ perdóname/ ahora soy mejor/ te juro, soy mejor.” La síntesis de ´O konor es un gran disco de apariencia sencilla pero que en el fondo de su confección esta corroída por el paso del tiempo, los arreglos pop, la impronta new wave tamizada por la voluntad voraz de la banda hacia el pasado del rock más noise y punk tan solo sirve para acrecentar la edad del rock que parece ya no tener nada nuevo para decir, pero aún así, en estas circunstancias, en estas condiciones cada tanto aparecer alguien con todo el desparpajo para enunciar de la manera más simple “Vamos, esta noche puede ser mejor”.

jueves, 18 de marzo de 2021

La apatía de los muertos cuando vuelven a la vida (consideraciones sobre El Mató y Día de los Muertos)-Parte 1

Hay pocas voces dentro del campo del rock local que expresen tanta apatía como la de Santiago Motorizado, su interpretación vocal encarna como pocos el grado cero de la pasión, es cierto, lo que salva a su particular manera de cantar del total desgano es la soterrada nostalgia que imprime en su registro sonoro. Con él se capitaliza el ethos de una tendencia estética nebulosa y nunca del todo clara, que es el fenómeno Indie del cual ya existe todo un precedente de bandas desde la década del 80, que comparten un mismo espíritu de autogestión e independencia de la tradición punk, pero sin apostar a la intensidad, ni al reclamo, ni al nihilismo rabioso, ni menos aún a la épica de los losers que supo caracterizar al movimiento punk.
A contramano de la visceralidad del rock más insurgente, El Mató a un policía motorizado es la banda sonora de la apatía, la acedía y el aburrimiento generacional, no digo que sea la más importante pero si la que más a trascendido el gueto del under local. “La síntesis O´konor” editado en el año 2017 es el gran salto de la banda y para los que ya los venían escuchando fue la confirmación de que El Mató a un policía motorizado, es una banda que puede disputarle el podio de canciones redondas, sencillas y efectivas a un Andrés Calamaro por decir un nombre fuerte dentro de la cancionística local. Si uno repasa la discografía de la banda es evidente que el espíritu grupal no se quiere perder ninguno de los caminos que hacen a una agrupación de rock, en el sentido de que no solo han sacado albumes, sino que también EP y sencillos, un gesto que denota si se quiere cierta nostalgia por un período de la industria (en mayor o en menor escala) antes de la subversión de Internet que modifico radicalmente los modos, las maneras de hacer, reproducir y compartir música.
Debo este descubrimiento gracias a la indiferencia persistente de Ariel (mi hijo), que sin recargar las tintas me hablo de ellos y me mostró el único video del disco “Día de los Muertos”. El video en cuestión es de la canción homónima y en el pude observar los relatos apocalípticos de la década del 80 volviendo al ruedo en este nuevo siglo, pero ya no como amenaza, ni celebración amarga por el fin de todo, sino como folclore, como pura retórica de un código estético que perdió el valor de urgencia para transformase en valor de uso, porque todo en el video comporta guiños hacía la ilustrada generación de neards y freaks que hacen del cine bizarro, de clase b, post-apocalíptico y etcéteras de etcéteras un lugar de encuentro y camaradería.
En un país anti-estado y policía como es el nuestro que una banda se llame El Mató a un policía motorizado es una cuestión natural de nuestra idiosincrasia cultural, como en el Reino Unido que un grupo de rock ostente nombres como “The Police” o “Queen” habla más del imaginario patrio en las juventudes de lo que se pueda imaginar. La diferencia son los contextos claramente porque si grupo de rock se hubiese llamado así en la década del 80 o los combativos 90 es un abierto acto de guerra, pero en este siglo XXI este gesto comporta una actitud más estética que política.
El mismo relato fundacional no le da tanta injerencia al nombre es más una humorada de amigos borrachos espantando el aburrimiento de una noche cualquiera. “Elegimos un nombre que no sea típico para salir del molde. Es un chiste, para reírnos de esos típicos nombres de artistas o bandas”. Según los detractores la banda viene haciendo exactamente lo mismo desde su primer disco cuestión con la que creo los mismos integrantes estarán de acuerdo, el crítico Simon Reynols observa “Una máxima de la industria de la música asegura que si una banda repite una y otra vez el mismo disco, alrededor de la tercera o la cuarta versión habrá de alcanzar el éxito”. No estaría en condiciones de aseverar esto ya que tan solo escuché dos trabajos alejados en el tiempo pero sí pude escuchar canciones sueltas de otros discos donde es claro que la cantera creativa siempre responde a un mismo patrón estético: despojar a las canciones de sus pretensiones para quedarse con lo específico es decir; el sustrato melódico y la narración pre-clara, sencilla efectiva de la lírica. Virtudes como se puede observar que tiene mucho más que ver con el punk cuando quiso desintoxicar al rock de la megalomanía de la música progresiva mediando los 70. Como se sabe La Plata es una ciudad muy rica culturalmente y de alguna manera siempre funcionó como la contratara necesaria y vital de la capital argentina. Sin miedo a exagerar la movida rockera platense siempre ha oxigenado a la capital de su propia endogamia creativa, llámese: Virus, Los Redondos, Peligrosos Gorriones, o en este caso El mató a un policía motorizado.
Lo primero que salta a la vista es que la banda no esconde sus limitaciones en artilugios técnicos, o arreglos fastuosos gracias a la mano de un productor oportuno, todo está a la vista para el que sabe buscar, como también la fuente donde beben para re-crear, re-versionar y re-hacer en sus canciones a toda la información cultural que la banda comporta en su parecer estético. El día de los muertos (como ya lo mencione) fue la primer canción que escuche, pero de la cual también pude contemplar el imaginario visual gracias al video que según tengo entendido fue primero del grupo. Cuando la aprecié junto a mi hijo lo primero que reverberó en mí fueron los ecos de Lou Reed y su gran canción wharholiana: Walking of the wild side, sobre todo por el comportamiento melódico del bajo, esa manera de hacerse notar marcando el tempo y el espacio para que la guitarra acompañe porque son las seis cuerdas la que acompañan, y no al revés (como si sucede con el resto) generando un ambiente de texturas pesadas subrayando los momentos de mayor intensidad de la canción, y la voz que en ese contexto busca la claridad tratando de no dejarse ganar por la emoción de un mundo perdido.
“El día de los muertos” culmina una trilogía de EP –Navidad en reserva (2005), Un millón de Euros (2006), Día de los Muertos (2008) que según se sabe busca representar –el nacimiento, la vida y la muerte- tan solo puedo decir que escuché este último que presenta una cohesión temática muy sólida. Si los 70 fueron caros a la idea de los LP conceptuales en este nuevo siglo este grupo platense discurre en la práctica de EP conceptuales, ya no se trata de la totalidad de un discurso expresivo que abrevaba en la música culta, de vanguardia y experimental como pasaba en el rock cuando quería patentar su conocimiento, midiénsose con saberes académicos, sino que se trata de la verdad del fragmento, de la fisura de la contra- tradición que vino después queriendo destruir y en el mejor de los casos de-construir lo hecho por la ortodoxia desde el escupitajo punk. El día de los Muertos contiene seis canciones que en su derrotero hablan sobre fin del mundo, claramente las referencias cinéfilas son inevitables, inmediatamente viene a la retina del recuerdo “Nigth of the living dead” (1968) de George Romero, lejos de la connotación sobrenatural las películas de temática zombi siempre hablan más del contexto cultural y político que del más allá de la vida, que el mismo Romero se encargó de remarcar su visión crítica social en sus siguientes films, hay toda una tradición cinéfila de clase B que creció y educó sus afectos como el placer estético a partir de este tipo de películas.
Este EP de El Mató de alguna manera se adelanta al fenómeno sobre los zombis y el fin del mundo que encontraría en la serie “The Walking Dead” (2010) basada a su vez en el comic homónimo (2003) la mejor expresión popular de la industria sobre un tema francamente perturbador y poco maistrean La canción que abre el EP es “Noche de los muertos” la canción más larga dentro del conjunto (casi nueve minutos) con la letra más breve no más de cinco párrafos descriptivos que la voz comunica con monótona y desesperada pesadez, lo único que connota emoción es la guitarra, que fiel a su impronta de noise-rock crea texturas, cabalga sobre la batería y es empujado por el bajo a remarcar un estado de situación que el narrador no puede contar más que desde su pobreza expresiva: “Noche de los muertos/ en la ciudad el infierno/ el caos para mi mente/ y no puedo pensar/ la noche de los muertos.” No sé si la banda leyó el comic de Robert Kirkman pero es notorio que la segunda canción del EP “Mi próximo movimiento” hable de los mismo que sucede en el segundo capitulo de la serie, donde el protagonista se enfrenta a una nueva cotidianeidad donde lo familiar se vuelve extraño, donde los muertos vuelven y hay que matar esos cadáveres que ya dejaron de ser esos rostros amados y vecinos que hacían del vecindario el lugar en el mundo. La canción tiene un pulso punk, quizás sea la más punki en su actitud melódica, en la manera en que la voz se expone al frente de todo, advirtiendo que hay que jugarse el pellejo aunque lo que se vea conspire contra la misma normalidad que la voz narradora buscá mantener a riesgo de perder la cordura. “Voy a subir al techo, a ver, a mirar el desastre/ bajo la luz de la luna gigante/ ellos lloran debajo del árbol/ arriba del árbol/ detrás del árbol/ tuve miedo pero ya fue…/ ahora estoy arriba de mi casa con un rifle.”
El nudo central del Día de los muertos es la canción homónima que cuenta con su video que es un pequeño relato cinematográfico que en su confección está puesta toda la carne en el asador de films pos-apocalipticos, esta Mad Max ese héroe solitario, desolado y un poco loco, están las hordas de sobrevivientes que responden a un líder, y este tiene a otro ser conviviendo como un tubérculo dentro de su panza que tiene poderes mentales, y también aparecen los restos del pasado que un abierto guiño al banderín de River Plate en El anillo del capitan Beto de Spinetta, mezclan el folclore del futbol en un contexto de ciencia ficción vernácula, en el video el héroe se encuentra con un holograma de Maradona donde se contiene toda la emoción de este relato.
Todas las letras del Ep son tan mínimas como las canciones, existe una economía de recursos que hace de esta buscada pobreza una trinchera de posibilidades donde los músicos excavan una y otra vez esa canción que contenga a todas las otras. Día de los muertos termina con un tema casi de fogón llamada “La celebración del fuego” pareciera hecho con la urgencia de lo que se apaga pero que en su poética se permite el disenso y el ajuste de cuentas con el máximo responsable de la retórica apocalíptica. “Cuéntame esta historia mi señor Jesús/ anarquía y descontrol en la celebración/ muertos nuevos en tu mente mi señor Jesús/ muertos nuevos en tu reino mi señor Jesús/ Ey otra vez todo lo bueno se te fue (…) En el juicio final quiero verte mi señor/ en el juicio final/ en el diciembre final/ será un nuevo amanecer para la galaxia”
A fin de cuentas El mató un policía motorizado es un grupo de rock que propone otra manera de rockear alejada de todas las épicas pasadas, de todos los combates perdidos y de todo el resentimiento acumulado porque el mundo no cambio en la medida que el rock si lo hizo. Día de los muertos es un EP que condensa los relatos del fin del mundo mediado por la industria del entretenimiento, la cultura pop, la biblia junto al calefón y la simpleza de un trazo que tan solo busca decir lo que enuncia, con esa desganada lucidez de que sabe que el gesto estético siempre es un huella en la arena que el viento prontamente borrara para perderlo definitivamente, porque el fin siempre acecha. En “La síntesis de O´konor” la banda continuara su búsqueda de un mundo menos peor en la felicidad de la canción de que sea la canción, pero esto comporta otra historia alejada del fin de todo para adentrarse en los meandros cotidianos de una vida cualquiera que tan solo busca ese punto de fuga que lo destruya para siempre o lo ilumine en una nueva revelación de grises y explosiones monocromáticas.

domingo, 24 de enero de 2021

Cerati, la electrónica y la infancia

En nuestro país uno de los grandes prejuicios que ha generado la cultura rock, es la total sobrevaloración y en muchos casos la indiferencia como menosprecio hacía la música electrónica. Hay cierto componente humanista dentro de la práctica del rock que todo el tiempo pretende olvidar que el rock no sería tal cosa sino fuera por la tecnología y sus avances que ha permitido tanto electrificar la guitarra como amplificar el sonido a espacio siderales, y ni hablar de los avances en cuanto a las técnicas y posibilidades -siempre en franca expansión- de un estudio de grabación.
Claramente estamos hablando de un comportamiento del rock que niega a la tecnología en función de lo humano, como si el avance de la tecnología y civilización corriera por senderos paralelos a la humanidad, como si esto no afectara nuestra percepción, y el orden de las cosas, como si la técnica y el artificio de la mecánica, como los principios analógicos como digitales no intervinieran en nuestra relación con el mundo, esa mirada desde el rock hacia su propia constitución como género musical peca de ingenua. Porque la humanidad hizo a la tecnología como esta a la humanidad, en una relación simbiótica e indispensable para la supervivencia de la especie. Pero no solo esta ética del rock es ingenua en este aspecto, sino que también existe un rechazo categórico hacia la estética del arte por el arte, porque nuevamente el comportamiento humano y cultural busca el mensaje, la cifra del sentido que consolide o cuestione nuestra visión de las cosas. En nuestro país hay muchos ejemplos de este tipo, un caso emblemático y saliente es la figura de Gustavo Cerati que ha orbitado dentro de la cultura local con una soltura y liviandad que ha generado su cuota de resentimiento como de rechazo en sensibilidades afines a la doxa combativa y humanista del rock.
“La geometría de una flor, Gustavo Cerati y la música electrónica” (Gourmet Musical Ediciones) es un libro de reciente aparición escrito por el escritor, editor, poeta y difusor cultural Gito Minore, que en su propuesta aborda estas cuestiones de manera implícita. La geometría de una flor es un libro indispensable para entender las conexiones y vasos comunicantes de este artista inquieto como singular frente a lo nuevo y en algún punto desconocido. Soda Stereo fue un grupo bastardeado por la ortodoxia rockera que veía en su propuesta estética toda la trampa del sistema, Gito no entra en este terreno pero lo alude cuando pinta el panorama político cuando Cerati estaba embarcado en esta búsqueda imparable con la electrónica. “Y todo esto en una época en que la Argentina vivía uno de los tantos periodos de decadencia cultural (…) A semejante vacío político era lógico que lo acompañara un vacío cultural y musical respectivamente. A excepción de propuestas más combativas de géneros marginales (como el punk y el heavy metal) que, aunque con un público minoritario, sí se pusieron a la vanguardia de la crítica radicalizada al sistema (..,) En este contexto resulta comprensible, y hasta natural, que cierta parte de la audiencia rockera, y de la crítica lo haya acusado de frívolo.” Gito Minore no anda con vueltas a la hora de definir a este músico inquieto “Gustavo Cerati fue un artista del mainstream” pero en esa constelación que supo crear con la exitosa Soda Stereo y su carrera solista, tuvo la suficiente lucidez como para entender de que la música seguía avanzando, en un río siempre afluente al que hay que estar dispuesto a navegar, pero para poder hacerlo siempre hay que estar dispuesto a tirar equipaje y mudar de ropa si es necesario, aunque esto signifique volverse un extraño.
Ese fluir de las cosas lo llevaría a conectarse con algo que siempre estuvo en su sensibilidad, que es la búsqueda del sonido y la textura por encima del sentido, algo que sucedía en Soda Stereo en menor medida pero por la cual era muy atacada. Cerati siempre estuvo vinculado con la electrónica quiso el relato fundacional que a la banda siempre se la asocie por lo menos en sus comienzos con The Police, pero la realidad que esta banda inglesa era tan solo la punta de lanza de algo que venía pasando en el rock y era la subversión del sonido. Gito Minore no duda en considerar que Gustavo Cerati fue una figura capital para el rock en Latinoamérica. “Primero como líder del grupo que, traspasando las fronteras del propio país, redefinió la forma de crear rock en castellano (…) Soda Stereo fue un fenómeno musical, artístico y comercial que no tuvo ningún punto de comparación con nada previo (…) Luego, a partir de la disolución de la banda, como solista supo capitalizar la experiencia previa y usarla a su favor, no quedándose con la gloria (…) sino apostando a superar a superarse disco tras disco”
Sin embargo ve algo distinto en lo que la crítica y el público veían como un capricho snob, y es su relación con la música electrónica y las experiencias que supo tener con los socios adecuados que le permitieron olvidar ese pasado, que como bien lo señala el autor de este libro se había transformado en una prisión para Gustavo Cerati. Para Gito Minore la carrera de este músico esta conformado por dos grandes bloques, uno que contiene su trayecto junto a Soda Stereo y otro como solista. “Sin embargo entre los poros de estos dos bloques se fueron filtrando proyectos que derivaron en discos y shows. Un conjunto de trabajos que terminaron de conformar una serie, una constelación propia dentro de la discografía “oficial” de Gustavo Cerati. Una obra dentro de una obra. Estas producciones por su propia naturaleza díscola, no gozaron de la recepción ni de la difusión que si tuvieron sus otros trabajos, quedando relegados a los márgenes de la obra central. Sin embargo no fueron solo periferia. Operaron con una lógica divergente que permeó su obra, aportando una cosmovisión musical llena de matices sonoros, que la transformó por siempre.”
Los proyectos que supo tener fueron: Plan V, Ocio, Roken, pero la punta de lanza de su experiencia electrónica fue Colores Santos (1992) disco a dúo con el tan inquieto como ubicuo Daniel Melero, quien supo tener su banda enteramente electropop a principios de los 80 llamada “Los encargados” del cual Cerati/Soda re-versionarían “Trátame suavemente” en su primer lp. e. Lo que el libro señala con mucha agudeza es que toda la experiencia de Cerati con la electrónica estuvo atravesada por lo lúdico y el goce, ya en sus comienzos cuando en la banda previa a Soda, The Morgan se ponían a improvisar con el todavía ignoto y new wave Andrés Calamaro pre- Abuelos de la Nada. Jugando como niños y trabajando según Zeta Bosio: “Registrábamos en un grabador a casete las sesiones en la que disparábamos los teclados de Andrés, que comenzaban a sonar solos (…) Así iba generándose un clima sobre el que improvisábamos una secuencia de notas, una música que ideábamos para la banda sonora de una película imaginaria.” Este mismo aspecto lúdico encontraría Cerati con Melero para la elaboración en conjunto de Colores Santos. En algún punto la experiencia electrónica era la posibilidad de revisitar la infancia, de ir más allá de la preocupación, los contratos y las agotadoras giras, esta manera de conectarse despreocupadamente con sus socios creativos lo libraba de la carga de su condición de rockstar y al mismo tiempo le servía para indagar desde la forma a las futuras canciones como solista, donde supo cristalizar esta interrelación entre lo tecno y la tracción a sangre como reza una de sus canciones del disco Fuerza Natural. Su estética se retroalimentó de estas experiencias como bien lo indica Gito Minore, Cerati no hubiera sido el mismo sin este tipo de inmersión en el anonimato del sonido buscando desdibujar su nombre propio en función de lo experiencial de la convivencia sonora y humana.
Los socios que compartieron creación y placer junto a él fueron aparte del mencionado Daniel Melero, “los chilenos Andrés Bucci Astaburuaga, Christian Hirst Powditch y Guillermo Ugarte, con quienes formó Plan V; Flavio Etcheto, con quien compartió Ocio, y Roken, o Leandro Fresco, quien además de participar en este trío también fue parte de la banda solista. Músicos, en muchos casos, que habían crecido escuchando su música. Artistas que se habían alimentado de sus ideas y de los que él ahora se podía nutrir, para de alguna manera retroalimentarse juntos.” La Geometría de una flor, Gustavo Cerati y la música electrónica, es un libro que comparte la lateralidad de esos proyectos, de los libros sobre este artista que han salido en estos años desde su temprana muerte, esta propuesta de Gito Minore comparte el mismo perfil bajo de las diferentes experiencias sonoras, hay un trabajo en la prosa que equilibra en la balanza la pura información y la anécdota con la reflexión y cierto espíritu genealogista como por ejemplo cuando desmenuza el sentido etimológico de Ocio, ese proyecto junto a Flavio Etcheto.
“Si toda su carrera se había dedicado a trabajar de músico, de ser parte del “negocio” (cuyo significado etimológico proveniente del latin es nec otium, esto es “negar el ocio”) de la música, ahora estaba decido a quedarse con la parte siempre relegada: afirmar el ocio”. Es interesante observar que Gito Minore es responsable desde hace siete años de la Feria del libro heavy, ha sacado bajo su sello editorial Clara Beter las ponencias de las ferias, como libro de poemas y narraciones bajo su firma, forma parte de un colectivo (de investigadores y docentes) llamado G.I.I.H.M.A con el cual a sacado libros sobre la temática heavy sus controversias políticas y culturales, y ha sacado una biografía de Tren Loco, una banda del under que es un manifiesto en si mismo de la independencia, autogestión y el mensaje combativo. Esta apertura hacia otro carril estético comporta el mismo espíritu de Cerati frente a la movida electrónica, el mismo autor lo dice hacia el final del libro cuando narra que toda esta etapa de Cerati no la vio pero le producía cierta inquietud. “Me llamo la atención y comencé a preguntarme ¿Por qué este tipo hace música donde no canta? ¿Por qué toca con gente desconocida? ¿Por qué saca discos de manera independiente? ¿Po qué toca en lugares chicos y cobra una entrada de $2?" Ahí Gustavo Cerati me volvió a llamar la atención, pero desde otro lugar inesperado, ya no era mi ídolo adolescente sino que se me aparecía como un músico y un artista arriesgado, capaz de poder aventurarse al abismo y no temerlo”.
Gilles Deleuze alguna vez enunció que escribía libros desde su ignorancia, este es el caso de Gito Minore alguien con la suficiente valentía como para meterse en un terreno desconocido de este artista popular que supo conjugar la dosis justa entre la experimentación y la forma. La prosa del autor está contenida dentro de lo objetivo que es la obra del músico, pero en algunos pasajes descolla con la felicidad del hallazgo que el propio autor se permite frente a una música eminentemente instrumental, ahí en ese terreno es donde se juega lo subjetivo y en donde su imaginación calibra su posibilidad de fuego e inventiva, como este pasaje donde analiza una versión de las tantas del disco Reversiones de “Siempre es hoy” “Si la primera tal como lo reseñamos, traía el “disco al living” para que todos bailemos, esta segunda hecha un bidón de nafta a ambos espacios, y de entre las llamas extrae un monstruo lisérgico del que huyen hasta los más bravos (…) Allí, como si estuviera en la tarima de un strip club, propio de una película de Robert Rodriguez, la voz de Déborah del Corral canta, anestesiada por la noche y sus demonios un mantra desarticulado sobre tumbadoras”
En definitiva La geometría de una flor, Gustavo Cerati y la música electrónica, es un libro necesario para comprender el afán de expansión y curiosidad de este artista popular, todo -eso sí- bajo la mirada respetuosa pero lúcida, amorosa como exhaustiva, poética como telegráfica de Gito Minore, que ha encontrado en la forma la propia cifra del placer para contar su propia experiencia implicita y sensible del sonido y la furia.

miércoles, 11 de noviembre de 2020

Alan Moore, magia y literatura

 

                La primera vez que supe de Alan Moore no tuve mucha conciencia de con quién me encontraba, era la década del 90 y a mis manos llegaba la edición multicolor de Killing Joke (1998) un número especial de Batman donde se narraba el origen del Guasón ese archienemigo carismático, perverso, imprevisible, esa contracara necesaria, el espejo donde las pulsiones oscuras hacen catarsis de un lado o del otro de la ley. La Broma asesina o mortal según la traducción es un comic magistralmente dibujado por Brian Bolland, con guión de Alan Moore.


En el momento en que leí esta historieta quede completamente fascinado por una narración que prácticamente prescindía de los diálogos para quedarse con con lo esencial del material narrativo, la dinámica de las imágenes y el montaje de sentido que tanto el dibujante como el guionista utilizaban para indagar las secuelas del pasado de los personajes en el presente que los exponía de nuevo a nueva y siniestra contienda. Esta versión de los hechos en este universo ficcional y totalmente autosuficente marcaría un precedente difícil de igualar y que de alguna manera decidirá la suerte de las versiones cinematográficas de Batman y el Guasón.

Alan Moore con el transcurrir de las décadas se irá transformando en una figura de culto de gran repercusión por las sucesivas veces que sus historias fueron llevadas al cine, con mayor o menor éxito y acierto(1)  comenzando a trascender de manera inesperada el medio para transformarse en un escritor esquivo, oscuro, atávico, provocador, de apariencia druídica y poco afecto a las pasarelas de las cámaras. Con un background cultural que excede al universo de los comics pero lo paradójico es que la puerta que abrió su percepción se la debe justamente a  a las diferentes historietas de superhéroes que leyó a lo largo de toda su infancia y adolescencia, lecturas que ayudaron a escapar de una existencia monótona y gris en un pueblito antiquísimo de Inglaterra, tal como lo muestra en el excelente documental sobre su figura e imaginario "The Mindscape of Alan Moore, escritor y chamán" (2003) dirigido por un desconocido Dez Vylenz que por lo que pude rastrear tan solo es responsable de esta excelente retrato.


En sí no me interesa hablar de la obra de Alan Moore sino de esta experiencia que representa este documental, que en su sentido más acabado es un verdadero trip, un recorrido cadencioso e hipnótico a través de la verba, el acento y la modulación de la voz de este artista singular y complejo que hizo dialogar y confrontar los relatos míticos de las cultura con la atroz necesidad de una época sin héroes ni épicas, pero que encontró en la creación de superhéroes una nueva posibilidad de habilitar el sentido de un mundo absurdo. Alan Moore es un hombre de su tiempo con todos los aciertos y errores de una personalidad curiosa, categórica y lapidaria con el mismo medio que posibilitó su consagración, su actitud frente a las cosas es extemporánea, como si no estuviera habitando el mismo espacio temporal, en algún punto su discurso estético y personal es irreductible para los gerentes de la cultura y el marketing estético.


Lo interesante del documental es que está pensado a través de las posibilidades del cine y no desde la ilustración o el subrayado del personaje pintoresco que podría ser Alan Moore para nuestra contemporaneidad, el eje nunca se corre de su presencia, la inteligencia del director reside en que lo deja ser frente a la cámara y por momentos parece más una charla entre amigos con esa deferencia tan inglesa que uno imagina a través de los pre-juicios que uno supone de la idiosincracia del país británico. Esta experiencia audiovisual esta separada y mediada por las cartas del tarot que el mismo autor las va tirando separando la narración por unidades temáticas, o si se quiere por viñetas que van definiendo el recorrido del relato, que a fin de cuentas es esa parte de su vida que elige compartir con el espectador.

Hay un especial énfasis en la infancia, adolescencia y juventud donde aparecen datos biográficos para después ir silenciando todo lo específico a su vida, hay un decidido afán por desaparecer como si quisiera confundirse con su obra pero esta actitud no evidencia ningún tick romántico sino más bien el deseo de que su existencia no interfiera en la recepción de su trabajo. Como lo señala el documental nació en una zona antiquísima de Inglaterra llamada Northampton donde se asentaron familias rurales y en este entorno monocromático y gris e incluso endogámico -hasta los perros tenían labios leporinos- Alan Moore comenzó a vislumbrar más allá de los límites de su propio origen de clase obrera, a través de los relatos mitológicos y de los comics que caía en sus manos, especialmente los de procedencia americana llena de historias de superhéroes que desafiaban todas las condiciones de normalidad.


Esta educación sentimental a través de las historietas definió su inquietud cultural y su afán de trascendencia, nunca se casó con su medio ni le rindió pleitesía porque siempre supo y se cuido de no participar ni reproducir los discursos pasteurizados y normalizadores del establisment económico que suscitan toda la industria alrededor de las historietas. Lo curioso del mundo de los comics como bien lo expresa Alan Moore es que los que habitan y hacen posible este mundo -tienen espantosas vidas sociales-, hay una relación directa entre el nerd y el freak que conviven en este espacio que a todas luces es una fuga y un medio de subsistencia para seres que no soportan vivir en lo que llamamos realidad, pero esta industria creada para sustentar estos caprichos estéticos como relatos populares responden a la lógica capitalista creando sus demandas y necesidades. Es ambivalente la potencia de este mundo siempre en expansión que si bien pueden tener contenidos subversivos están atemperados por la misma industria que rápidamente los cataloga en los nichos más extraños y exóticos del universo de los consumos culturales.


Una de las cuestiones formales que plantea un documental en toda práctica, es que se trabaja con materiales en bruto, componentes fácticos y verídicos, hechos vivos como inexplicables para el pensamiento que siempre llega tarde y no le queda más remedio que la reflexión, pero la elección es un recorte, un filtro por donde pasa lo que al director exclusivamente le interesa resaltar. Que el film abra con los principios que para Alan Moore hacen a la narración es un declaración de principios,un llamado de atención no solo sobre el artista en cuestión sino sobre la propia materia filmica.

"En mi trabajo de narrador trafico con la ficción, no con la mentira, aunque reconozco que la distinción es atractiva (...) con la narrativa, con el arte, con la escritura, es importante que aunque estés trabajando con áreas de fantasía totalmente excesiva, haya una resonancia emotiva. Es importante que una historia suene real a nivel humano, aunque nunca haya ocurrido."


En este párrafo esta expuesto la ética imaginativa del autor que aunque narre hechos improbables e imposibles, nunca abandona la coloratura humana porque en el fondo siempre se cuenta la misma historia, la desventura de la humanidad que se sabe extraña en un mundo extraño. La constante en este singular artista inglés son los impulsos atávicos del ser humano, esos instintos primarios que han permitido la supervivencia de la especie, y que han creado las condiciones necesarias para llamar realidad a lo que entendemos como tal, pero en el fondo este pacto entre lo probable y lo desconocido no es más que una delgada línea que nos salva de la locura y la destrucción. Uno de sus paranoicos superhéroes de Watchmen lo expresa con impiadosa neutralidad.

"Este mundo a la deriva no está formado por vagas fuerzas metafísicas. No es Dios quien mata a los niños, ni la Fe que los masacra o el Destino que los arroja a los perros. Somos nosotros. Solo nosotros".


La particularidad de este autor es que su postura es inactual e intespestiva, su mirada no se casa en ningún momento con la feria de vanidades de nuestro tiempo, hay un cuidado hacia su entorno y cierto desdén a sus propios logros dentro de la industria del comic, que el mismo ayudo a revolucionar y a posicionar a este género popular tan bastardeado dentro de la órbita del arte. Alan Moore de ninguna manera se cree su propio cuento y pone en entredicho a la fama, escarba en su sentido y va un poco más allá.

"El tema con la fama es que la fama en la forma que hoy la conocemos no existía antes del siglo XX. En tiempos anteriores, incluso cuando eras muy pero muy conocido, eso implicaba serlo entre unas 100 personas como mucho (...) En el siglo XX, con estos medios masivos de comunicación, de repente se hizo posible otro tipo de fama."

Para este autor la fama esta relacionada con los rituales de iniciación para llegar a ser un hombre, esa costumbre de clase que tenía el siglo XIX, donde ser famoso era otra cosa y en donde el desafío era cruzar el mar e ir más allá de la propia cultura y encontrar el propio valor


Tiendo a pensar que lo que la fama a hecho es sustituir al mar como la elección básica para la aventura para los jóvenes. Si tu fueras un joven audaz en el siglo XIX elegirías probablemente cruzar el mar, exactamente como en el siglo XX podrías decidir que quieres escapar y armar una banda de pop. La diferencia está, que en el siglo XIX, antes de huir hacia el mar, tendrías al menos algún conocimiento sobre lo que era ese elemento con el que ibas a tratar y probablemente, digamos habrías aprendido a nadar. 

Pero la problemática con la fama en este siglo donde la apuesta de Andy Wharhol (2) se multiplico hasta la reducción al absurdo es que la sociedad del espectáculo permanentemente necesita renovar su cartera de escándalos, suntuosidades y patetismo. Hoy ser un genio es la cosa más fácil y promocionada del mundo.


La cuestión es que no hay manual sobre cómo lidiar con la fama.Te convertirás en un apreciable joven que ha hecho una buena historieta, una buena película o un buen libro, al quien se le dice de repente que es un genio y que se lo cree y que se consume salpicando en olas de la celebridad y cuyo cuerpo empapado de heroína es arrastrado semanas después en las tapas de los diarios."

Lo que hace de este documental una experiencia singular es cuando se anima a contemplar el paisaje mental de Alan Moore, cuando prácticamente abandona las referencias a su trabajo para dejarse encantar por los pliegos de un pensamiento que hace de cada ínfima partícula un hecho vivo. Si bien siempre fue un autor de intereses múltiples su foco siempre estuvo más atento a los efectos que a la causas, en esa deriva imprevisible de las consecuencias esta el peso  fáctico que la forma de su escritura indagó desde un género popular y menospreciado para acercarse a la magia.

"En mi cumpleaños número 40 en lugar de aburrir a mis amigos con algo tan mundano como una crisis de la edad, decidí que sería mucho más interesante aterrorizarlos y volverme totalmente loco autoproclamándome mago. Esto venía preparándose desde hacía un tiempo y parecía un paso final lógico a mi carrera como escritor.(3)


Nada en el documental indica las posibles causas de su transformación en mago, el autor tan solo señala que es un hecho consecuente a su labor, su mirada sobre los aspectos mágicos de las cosas escapa a los lugares comunes de la galera infinita de conejos, no hay trucos en su posición frente al arte, la vida, la escritura y a fin de cuentas el universo. Aunque Alan Moore se declare mago lo hace sin lugar a dudas desde su perspectiva de escritor. En ese respeto y cuidado que detenta sobre la magia en sí misma se devela la actitud que lo ha llevado a sortear una vida por fuera de su condición social y al mismo tiempo muy consciente de las míseras bondades de la propia naturaleza humana que busca transformar en dogma todo lo que posea un atisbo de esperanza frente al caos ciego del mundo.

"Hay algo de confusión con respecto a lo que es la magia realmente (...)La magia en sus formas más tempranas es habitualmente designada como "el arte" (...) Creo que la magia es arte, y que ese arte, ya sea la escritura, la música, la escultura o cualquier medio es literalmente magia.


El film no ahonda en la magia ni le interesa saber qué es tal cosa, sino de qué manera esto afecta e influye en ese fenómeno por fuera de las modas y las tendencias llamado Alan Moore.

"El arte es, al igual que la magia, la ciencia de manipular símbolos, palabras o imágenes, para lograr cambios de conciencia. El verdadero lenguaje de la magia trata tanto de la escritura como del arte y también sobre hechos sobrenaturales. El grimorio, por ejemplo es un libro de hechizos es un modo extravagante de hablar de gramática (...) Deletrear, manipular palabras para cambiar la conciencia de la gente. Por eso que un artista o un escritor es lo más cercano que verás a un chamán en el mundo contemporáneo."

Si  bien esta relación que establece el autor no es nueva si lo es cuánto a que literalmente ve como magia la labor del artista con su material, en este aspecto la obra es un dispositivo de percepción, una puerta que se comparte, se entreabre para que el público, la gente, el común acceda a otra manera de mirar, a otra forma de plantarse frente a la crudeza de los fenómenos cuando no están mediadas por el sopor de la costumbre y los pre-juicios. El mago como el artista es un provocador, alguien que altera y manipula los límites y los cánones de normalidad y belleza para que podamos contemplar toda la potencia de nuestra vida dormida y dispersa por una cultura que se ha olvidado del ser en beneficio del individuo.

Para Alan Moore la magia y la escritura son intercambiables, en algún punto son la misma cosa, lo único que cambia es el modo para que las ideas mágicas lleguen a destino, más allá esta cuestión Alan Moore es un hombre de su tiempo y responde a ese espíritu de época que buscaba cambiar la percepción de los poderes con la subversión psicodélica, la oleada hippie, y la esperanza de oriente, nada más que este escritor eligió un destino minoritario pero rentable y más efectiva a la larga. Nadie vio venir la opaca crudeza de una poética que no le teme al ridículo al declarar que busca ser una experiencia transformadora y no un mero dispositivo de entretenimiento como los miles que infectan nuestras necesidades.


Una pregunta pertinente y necesaria es qué es lo que diferencia a este escritor de los pastores de la autoyuda y las banalidades new age, en donde radica la diferencia que separa las intenciones espirituales de un Pablo Coelho, Alejandro Jodorowsky con la de este artista británico que se declara mago sin miedo a su propia parodia como lo muestra un capítulo de Los Simpsons. (4) Con Alejandro Jodorowsky comparten muchos puntos en común, los dos trascienden la propia disciplina y al parecer están más allá del bien y del marketing, cosa que no ocurrió al escritor brasileño que no sobrevivió a su minuto de fama con el gran malentendido que fue "El Alquimista" que eso sí a todas luces fue un verdadero truco de distracción que disfrazo de magia procedimientos caros a la literatura como la alegoría, la fábula y Borges.

The Mindscape of Alan Moore es un ejercicio filmico que apuesta a la sugestión, al misterio,y al silencio de todo misterio y así como este artista extemporáneo no se deja seducir del todo por su propia magia porque siempre existe un intersticio que recuerda la humanidad de su naturaleza, la mirada del director Dez Vylenz no se apabulla ni teme mirar las cosas con la distancia necesaria como para que el campo de acción de las palabras de Alan Moore hagan efecto en la retina emocional, en el fondo no se trata del personaje, ni del fenómeno, ni de la opacidad de su presencia sino de lo que alcanzamos a vislumbrar cuando el arte ataca dejándonos vulnerados y vulnerables en las costas más ignotas del ser. A eso apunta Alan Moore a reconciliarnos con la parte más irreductible de nuestra subjetividad, a descubrir que no habitamos el universo sino que este habita en cada uno de nosotros, somos las mónadas, los puntos de fuga, los cristales de tiempo por donde se refracta y escapa esa vida fugitiva de toda forma pero famélica y curiosa de su propia potencia.

"Cuando cumplimos la voluntad de nuestro verdadero Yo, estamos inevitablemente cumpliendo la voluntad del universo. En la magia estas dos cosas son indistinguibles. Cada alma humana (...) es el alma del universo entero. Y mientras cumplas la voluntad de todo el universo, es imposible hacer algo equivocado.

  

1- Como todo creador celoso de sus historias las diferentes versiones llevadas a la pantalla le han causado no poco dolores de cabeza a este autor que ha pedido expresamente que se retirara su nombre de los créditos e incluso ha rechazado la plata que estas adaptaciones cinematográficas le han reportado.

2- Andy Wharhol enunció que en el futuro todos contaran con sus 15 minutos de fama, la fama de la que habla Alan Moore en el siglo XIX tenía una dimensión que luchaba contra los elementos, hoy adquirir fama es pelear mano a mano para no aburrir en la pantalla chica. 

3- Se sabe que Alan Moore se declara un mago del caos,  una práctica que no tiene dogma y tiene mucho que ver con la particularidad subjetiva de cada uno. https://es.wikipedia.org/wiki/Magia_del_caos

4-El capitulo donde aparece Alan Moore tan solo señala y confirma su posición frente a los medios https://www.youtube.com/watch?v=NICs9OeIF_4

The Mindscape of Alan Moore se encuentra integramente en youtube https://www.youtube.com/watch?v=moRkHk-q9Rg



jueves, 16 de julio de 2020

Actuar es la paradoja de toda vida




              Escribo esto con la noticia de la muerte de Agustín Alezzo, actor, director y maestro de actores,la noticia de su muerte causa una enorme repercusión dentro del ámbito teatral, cultural y artístico por el peso de su influencia, y enseñanza a varias generaciones de actores que se formaron no solo profesionalmente sino como personas como la gran mayoría lo señala.
Debo decir, que no conozco la obra ni la trayectoria de Agustín Alezzo tan solo lo tenía como referencia ineludible para hablar del arte de la actuación en los últimos 40 años en nuestro país.

Dentro de las disciplinas artísticas la actuación es quizás -junto con la danza- la que más lejos llevan la idea de poner el cuerpo al servicio del arte, como también un terreno propicio para alimentar las diferentes mitologías con respecto el trabajo actoral.
Mitologías que tan solo han servido para desviar la atención sobre lo realmente importante, porque tan solo se han detenido en la confrontación: arte/ vida, representación/ realidad, verdad/ mentira, pero esto no quiere decir que estos pares binarios no tengan su relevancia, pero no ahondan en lo específico; es decir que es lo que distingue y diferencia el trabajo de una actriz o un actor, que el de un político, un acusado frente al gran jurado o un mediático frente a la cámara.

Más que nunca asistimos a una época donde parece que el mundo tan solo existe para ser llevado a la pantalla, donde la ciudad es un gran set de filmación y todos somos actores en potencia y a disponibilidad de alguna futura película, ya sea por los noticieros, alguna historia de Instagram o faceboock o por la filmación casera de algún evento familiar o amistoso.
Es cierto que la facilidad de los cuantiosos artefactos de registro fílmico han acortado la distancia entre el deseo y el hacer, contribuyendo en su medida a que toda una industria por fuera del cine y la televisión goce de su cuarto de gloria con videos en youtube, Vimeo, Twiter, u otros soportes digitales.
Por eso la pregunta sobre el qué hacer actoral es acuciante en este tiempo de dobleces y virtualidades, porque los medios masivos le usurparon a la actuación el terreno de la verdad, han denunciado el completo artificio de la puesta en escena, del trabajo actoral y la potencia verídica de la ficción.

Como ha ocurrido con la literatura frente a la aparición del cine, que tuvo que preguntarse por su especificidad, la que la hacía como tal en su sentido más puro (si tal cosa pudiera ser posible) frente a una industria que en su conformación le fue sustrayendo ese costado cuasi documental de las novelas que no solo narraban la historia en cuestión sino que también informaba sobre los modos de vida, hechos políticos y banalidades de la vida cotidiana.
El cine con su aparición terminó de exponer los límites de la literatura y se adapto mejor al clamor de la épica y la narración decimonómica, como también denuncio la pretensión de realidad que ostentaba el teatro burgués de principios del siglo XX
La pintura también tuvo que cuestionar sus propios alcances perceptivos frente a la aparición de la fotografía, desnudando sus artificios de percepción frente a la inmediata reprodución de la realidad de este medio mecánico.
Esto que señalo tan solo expone que todas las artes en algún momento aspiraban a la totalidad expresiva, y estaban respaldadas por un contexto que les ofrecía el sustrato para que estos diversos gestos estéticos como relatos, tuvieran su peso dentro de la comunidad.

Nuestra época no presenta esas seguridades, ninguna disciplina artística goza hoy en día de esa pretensión totalizante porque la historia ha demostrado con mucho desencanto y amargura, que el absoluto expresivo es una ambición filosófica que se ha quebrado con la muerte del garante universal, a partir del deceso de Dios asistimos a los fragmentos, las esquirlas, a la metonimia de un relato donde la parte tiene que ser el todo, porque el todo como la verdad es un imposible expresivo.
Porque claro esta, una cosa es la utopía de la verdad única e indivisible y muy otra las verdades, las pequeñas y grandes verdades que hacen a nuestra sociedad como a las convenciones que determinan la percepción sobre las cosas y el mundo.

Sobre estas cuestiones problematizan dos fenómenos estéticos distantes en el tiempo pero similares en sus inquietudes expresivas, uno es de factura reciente, un mediometraje dirigido, escrito e interpretado en plena cuarentena por Victoria Martinez (1) llamado "La espera de lo real" (2020)  y la otra es una delirante biopic sobre el actor y comediante inglés Peter Sellers (The Life and Death of Peter Sellers) conocida en nuestro país con el nombre de "Llámame Peter, vida y muerte de Peter Sellers" (2004).

"La espera de lo real" presenta una historia muy sencilla en su linealidad pero compleja en su lectura, la inteligencia de la puesta en escena reside en la propia corporalidad de la actriz que deberá apelar a todos sus recursos para hacer de una sola toma (prácticamente no hay otro movimiento de cámara) un abierto interrogante a los modos, las formas y las maneras en que el cuerpo de la actriz deviene en otras.
Victoria Martinez es una interprete virtuosa con ideas contundentes sobre la teatralidad de lo teatral, la imagen filmada tan solo confirma que el artificio de la perfomance actoral posee muchas capas de ilusión, y de la cual ella hará siempre uso en función de la historia que buscará compartir en la intimidad del espectador.

La biopic sobre Peter Sellers si bien está basado en la vida de Peter Sellers no deja de cuestionar a lo largo de su hechura y confección sobre un hecho esencial, cuál es la consistencia y el peso de lo real para afirmar que Peter Sellers fue siempre Peter Sellers.
El film de Sthepen Hopkins tiene la audacia de proponer con ironía y hasta con una cuota de sarcasmo que toda la vida de Peter Sellers aún en su más íntimos momentos era una puesta en escena para afirmar la singularidad de Peter Sellers.
Claramente toda película basada en hechos reales es un recorte que deja mucho material afuera en beneficio de la elección estética y narrativa. Una vida no se puede reducir a una idea pero la confluencia de esta idea en relación con todo lo que la narración elije callar, puede ayudar acercarnos al magma vital, contradicctorio e inasible de una vida que hizo del histrionismo de lo real una máscara de diferentes intensidades.

"La espera de lo real" tiene muchos perfiles, en cada una de ellas comporta una manera de ser, Victoria Martinez puebla la pantalla con todos esos rostros posibles que son ella pero no lo son al mismo tiempo, en esa dualidad de toda representación se encuentran las cartas que la actriz y directora apuesta para decirnos que en el fondo la realidad expresiva no deja de ser una convención más que define a lo real como un código de lectura.
Porque si hay algo que expone esta aventura estética, es la insidiosa e insistente pregunta sobre la forma en que lo real se transforma en real, en qué momento el cuerpo de la actriz deja de ser su cuerpo para habitar otra cosa.
La historia que la directora, guionista y actriz deja entrever es muy simple, casi se podría reducir a una anécdota, en el relato asistimos como espectadores al derrotero de una mujer encargada de tomar castings, que en sus primeras imágenes, ya denota el fastidio que le produce el trabajo que está realizando porque no encuentra a la actriz para el papel solicitado.

Se burla, se ríe, se lamenta, padece los tiempos muertos entre audición y audición, mientras charla con sus asistente, proyecta sobre él su cansancio y expone una sensibilidad harta de ver el mismo circo, es un círculo vicioso claramente, un infierno.
Porque en el mundo de la actuación todo es una pose de la pose, y eso es lo que constata el mediomentraje en su su ejecución, lo que demuestra la mujer encargada de los castings, que por efecto del fuera de campo, señala a todas las candidatas posibles que tienen que colocar al cuerpo como una actriz dotada y determinante, para que se la tome como la actriz que podría ser más allá del fisic du rol del personaje buscado.
Pero esta mujer al tiempo que toma los castings se tiene plantar como esa mujer que está dispuesta a ser cruel y expeditiva si es necesario para ejemplificar hasta que punto no importa la persona en cuestión sino el posible personaje que la actriz puede llegar a interpretar.
Lo que Victoria Martinez retrata con pocos y precisos trazos es la perversión de un medio donde lo perverso es la norma, donde las relaciones se establecen a través de líneas difusas, ambiguas y muy convenientes entre psicópatas y psicopatías laborales.

Mirada desde cierta perspectiva "Llámame Peter" podría ser el retrato de un psicópata, no en un sentido estricto y acabado sino simplemente en su planteo formal, en su relación simbiótica con su madre, en sus desplantes infantiles con sus relaciones afectivas (cinco matrimonios) y parentales.
La biopic tranquilamente podría ser el otro lado de la historia de Peter Pan, la del niño que se negaba a crecer pero que inevitablemente lo hizo sin saber que el mundo no estaba hecho a su medida, pero que este a fuerza de caprichos, seducción y encanto con la máscara oportuna convencía a su entorno de que no podrían vivir sin él,
La película tiene un tono ácido, su mirada sobre el personaje no es compasiva ni mucho menos al medio cinematográfico retratado, todo se desarrolla entre el tono justo de la burla, la ironía y la vergüenza ajena.

En sus virtudes formales el film de Sthepen Hopkins juega con una puesta en escena dinámica y circular, todo vuelve a Peter Sellers (Geofrey Rush) donde no existe una división notoria entre los sets de filmación y su vida.
El fim esta desglosado en momentos donde otros personajes toman la posta para expresar su parecer sobre Peter, pero estos otros personajes en la narración: su padre, su primera mujer, Stanley Kubrick por nombrar algunos, están interpretados por Peter Sellers; es decir por el actor que lo encarna con magistral solvencia Geoffrey Rush (3) en este terreno es donde la apuesta narrativa se ríe de sus propios recursos para expresar la naturaleza artificial de todo gesto estético que en su dispositivo trata de hablar de la vida de un actor que era famoso por su capacidad de histrionismo camaleónico.

"La espera de lo real", como la espera de Godot es todo lo que sucede a la vispera del acontecimiento, pero a diferencia de la obra becketiana, donde todo esta cifrado en la figura de Godot, en la narración de Victoria Martinez lo real en el fondo no deja de ser la mirada del espectador con toda su competencia cultural tratando de dilucidar lo que el relato propone en sus múltiples personajes.
La sabiduría del relato es que entiende que "el devenir otro" no pasa por una artillería, de ticks, técnicas vivenciales u otros métodos para actuar, que buscan hasta la exasperación vivir lo no vivido, sino simplemente en escuchar es decir escuchar desde el hacer porque todo pasa por la voz, la forma en que se articula la voz y coloca al cuerpo de la intérprete.

Si bien en el mediometraje de Victoria Martinez confluyen otras imágenes, (fotos de la actriz con diferentes vestuarios y en épocas distintas) que inciden en la continuidad del relato aligerando los tiempos muertos del casting, e incluso se comparten imágenes que por inferencia se supone la de las actrices haciendo la audición.
Por ejemplo en una se ve a una locutora sexy e irreverente, en otra se ve en una esa sesión casi intimista donde Victoria Martinez recorre desde su voz una galería de personajes conocidos de la farándula actoral, en todos ellas se puede vislumbrar la capacidad auditiva de la actriz para condensar y exponer los diversos acentos de sus personajes, como también las posibilidades actorales, como ese trágico monólogo de "Los Miserables, esa  chirriantes exposición de la locutora sexy o la sutileza de la actriz Victoria Martinez en la comodidad de su casa siendo el recipiente, el medium para que otras voces muy distinta a ella la invadan sin solemnidades rituales ni padecimientos trágicos.

Se sabe que Peter Sellers comenzó a ser conocido en Gran Bretaña a través de una comedia radiofónica de la BBC llamada The Good Show, donde se escuchaba toda su capacidad virtuosa porque era capaz de hablar con acentos muy disimiles (franceses, indios, americanos, alemanes, británicos y muchos acentos regionales). También se sabe que en diferentes reportajes cuando ya era una estrella de la comedia indiscutida, deslizaba que no tenía una identidad por fuera de los personajes que había interpretado.
En un pasaje del film Peter Sellers es entrevistado donde el periodista cae presa del juego de máscaras de su entrevistado.

-Peter ¿cómo puedes vivir dentro de tu personaje con tanto éxito?
-Verás, yo no tengo una personalidad propia en realidad. Antes había un Yo detrás de la máscara pero lo extirparon con cirugía.
No sé, sino tuviera un personaje como el de Clouseu (el torpe inspector de su film más famoso Pantera Rosa). No sé, quién sería. Quizás sería tú.
Pero si yo fueras tú, ¡quién serías tú?.

Un director que trabajó con suficiente suspicacia observó de él: "Peter tenía la capacidad de identificarse completamente con otra persona, y adentrarse en ella física, mental y emocionalmente. ¿De dónde le venía eso? No tengo nin idea. ¿Es una maldición? Suele serlo. Creo que en este oficio no basta con tener talento. Necesitas tener talento para gestionar el talento. Y creo que Peter, no lo tenía".

No se sabe exactamente a qué se refiere Peter Hall pero se puede suponer, que el comediante británico llamado Peter Sellers creía que a fuerza de su propia prepotencia creativa tenía todo el derecho a ser Peter Sellers en una industria que hace de la realidad una fantasmagoría, lo que el film comparte con fina ironía es que Peter Sellers en algún momento del camino parece haberse olvidado de que era un ser de carne y hueso, con aciertos, errores, desencantos y enamoramientos, y como todo el mundo un ser falible a su personalidad: había herido y fue herido en ese largo trayecto por llegar a ser "él mismo".
No voy a contar el final de una película muy recomendable para entender los entretelones de una personalidad facetada, estriada por los puntos de fuga de la múltiple pulsión de su personalidad.

Un mismo fotograma asedia constantemente el mediometraje de Victoria Martinez, como una suerte de obstinato en un sentido musical, el fotograma de Persona, la enigmática película sobre la identidad de Igmar Bergman atraviesa toda la experiencia de "La espera de lo real" en ese guiño para cinéfilos, la directora deja una señal, una perspectiva posible para entender a esta experiencia narrativa. Hay que recordar que la etimología de la palabra persona proviene del latín que significa "la mascara del actor".
En un determinado momento la mujer que hace casting le hace una devolución a una actriz problemática llamada Victoria donde le dice -volvé a vos- , la actriz que recibe estas palabras consternada y en un acto desesperado enuncia sus virtudes apenas disimulando su interperie afectiva, otra actriz llorando también por no haber quedado tajante e incomprendida  dice
"No puede ser hice bien todos los personajes, estaba actuando, era yo".

Esta experiencia estética que nos propone Victoria Martinez como directora, guionista e intérprete es una propuesta cruel en su rigurosidad formal, no titubea en su hacer, va a hasta el fondo de lo que los medios a su disposición  -una cámara de celular, otras filmaciones, fotos, como el fotograma de la película de Bergman- le permiten reflexionar sobre los materiales y sobre la propia condición actoral, todo esto sin abusar de esa misma crueldad para recargar las tintas, como espectadores uno siente la soledad de esas actrices y esa misma vergüenza ajena que el film sobre Peter Sellers también detenta, sobre todo cuando los personajes derrapan su patetismo buscando ser aceptados de alguna manera u otra.
El final de "La espera de lo real" nos dejara sumidos en el interrogante sobre quién es Victoria Martinez, que nos deja una carta de presentación que se ríe despiadadamente de sus propios alcances, posibilidades, limitaciones y con rigor de su propio ecosistema de trabajo, (la castinera, el cine, la televisión) donde prima la apariencia y el parecer, antes que ser simplemente.

Tanto "Solo llámame Peter" como "La espera de lo real" son puestas en abismo que no buscan desentrañar la verdad de la ficción, sino que en su práctica buscan sostener y reproducir  lo que hace y transfigura al artificio para que se convierta en algo real, como también discernir el momento en que lo real se acartona, codifica, pierde espesor para ser más una idea que un hecho vivo.
Actuar es una acción y un pensamiento paradójico porque no se trata de decir la verdad, sino de la puesta en escena para que la verdad pueda aparecer no como una decantanción de lo real sino por la propia veridicción del cuerpo y la voz, que se presta como medium, e intérprete para que la emoción estética aparezca con toda su carnadura.

Estas dos experiencias estéticas aventuran y confirman lo mismo: actuar es la más obvia y más antigua estrategia de supervivencia frente a un mundo hostil, en los dos films no se juzga tanto a los personajes como a la industria que los moldea, condiciona, y reproduce,  también al tiempo se calibra la capacidad de aguantar la densidad de lo real en subjetividades -al parecer- preparadas para soportar el peso de la ficción en su momento más verdadero. A fin de cuentas -tanto para Victoria Martinez como para Peter Sellers, actuar es la paradoja de toda existencia porque la vida misma también, es la ilusión de la materia.


1- Victoria Martinez cuenta con un canal en youtube donde pueden ver su mediometraje entre otras cosas que la artista va subiendo. https://www.youtube.com/watch?v=S_u8QiR_lKw&t=1241s

2- Este es el trailer sobre el Film "The Life and Death of Peter Sellers" https://www.youtube.com/watch?v=m9pBWtZHV1o

3- El trabajo del actor australiano es extraordinario, en este video se puede ver toda la potencia de la mímesis y recreación de su actuación. https://www.youtube.com/watch?v=WOPo1lZsLio