lunes, 15 de julio de 2019

Lo realmente Otro es uno mismo (notas sobre Luna Caliente, una novela sobre el deseo)




              Cuáles son los límites para que una vida de aparente normalidad, descubra que una línea muy finita, casi inexistente, es la brecha que lo separa de la bestialidad humana. Cuál es la consistencia de la moral frente a los extremos de la experiencia, de qué sirve toda la educación logocéntrica, cristiana y occidental, cuando el abismo se abre en la propia subjetividad,  y que no sabe cómo reaccionar frente a lo inexplicable de la propia conducta.

Algunas de estas cuestiones aparecen y atraviesan toda la trama de "Luna Caliente"(1983) una nouvelle de  respiración agitada, argumento problemático, más aún en estos tiempos donde lo políticamente correcto es una nueva forma de censura, pero al autor estas cuestiones le tienen sin cuidado, lo que importan acá, es hasta dónde se puede sostener el relato y junto con ello, la lógica que trata de llevar hasta las últimas consecuencias, Ramiro, el personaje principal de esta historia, que detenta una enfebrecida lucidez, abrumada por su propio límite de la percepción moral, que calibra cómo puede, hechos que largamente exceden la norma del orden y las cosas, que la sociedad tiene establecida para sí.

Luna Caliente es un relato que prontamente encuentra su verdad en el caos, la confusión, la violencia, y finalmente la muerte. Pero para poder contar de manera convincente este descenso a los infiernos, el libro se apoya en una prosa cristalina, una narración líneal, y un poder de síntesis que sabe dosificar la información y utilizarla en función de la historia, a su manera tiene la misma potencia de un haiku, por la economía de formas, el trabajo de observación sobre los detalles aparentemente más banales y su aguda percepción sobre el constante movimiento subjetivo del personaje principal.

Luna Caliente es una novela de Mempo Giardinelli, (1) un escritor que hace de la escritura un trabajo casi invisible sobre la forma, alguien con mucha conciencia sobre la tradición, sus recursos y retórica, pero sobre todo un artista en el sentido pleno de la palabra, que hace de la lectura una herramienta política.
No en vano su nombre aparece de tanto en tanto en la escena cultural, porque este escritor chaqueño no solo dedica su tiempo a la cuestión narrativa, sino que también escribe punzantes notas sobre el acontecer político de este país, como también ensayos, no tiene miedo de expresar su opinión, ni de salir dar la cara por sus ideas, es un escritor comprometido pero no a la manera de Sartre, (alguien que buscaba apuntalar su tesis en su obra de ficción), sino alguien que enriquece su ficción, porque sabe escuchar y atender las maneras en que funcionan los mecanismos que hacen a la realidad.

El argumento de la novela es simple, Ramiro el personaje principal vuelve de una estancia larga en París al Chaco, su provincia de origen, con intensiones de trabajar, asentarse, lograr buenos contactos, ascender e incluso formar una familia, la historia no pierde tiempo ya en el primer párrafo del primer capítulo presenta el conflicto que Mempo Giardenelli desarrollará con maestría en poco más de 124 páginas.

"Sabía que iba a pasar; lo supo en cuanto la vio. Hacía muchos años que no volvía al Chaco, y en medio de tantas emociones por el reencuentro, Araceli fue un deslumbramiento. Tenía el pelo negro, largo, grueso. y un flequillo altivo que enmarcaba perfectamente su cara delgada, modiglianesca, en la que resaltaban sus ojos oscurísimos, brillantes, de mirada lánguida pero astuta. Flaca y de piernas muy largas, parecía a la vez orgullosa y azorada por esos pechitos que empezaban a explotarle bajo la blusa blanca. Ramiro la miró y supo que habría problemas: Araceli no podía tener más de trece años."

Si hay un género en el cual la novela se inscribe, es el de la novela negra, pero la diferencia que acá en este escenario sudamericano, no hay detectives, ni hechos de corrupción como foco principal de la trama, en cambio, si, hay suspenso, como también una tensión difícil de resistir para un lector ansioso, que se ve compensado en su angustia por saber, con el deseo, ese ardoroso deseo que motoriza la historia y es responsable de varias muertes, que obviamente se busca ocultar con mucha torpeza.
Ramiro el personaje principal enarbola cierta pretensión de los que se creen un poco más por tener una educación superior, y en ese contexto provincial comienza a naufragar, porque si hay algo que el personaje no sabe de sí mismo, es hasta que punto puede llegar cuando la pasión manda, y esta entrega inconsciente -al que se ve sometido- apaga su conciencia, y lo lleva más allá de lo que su capacidad para el raciocionio y el dicernimiento entre el bien, y del mal puede soportar.

En Luna Caliente (2) también resuenan ecos de "Lolita" (1955) la incandescente y polémica novela de Vladimir Nabokov, donde también el personaje principal sufría los vaivenes y la bipolaridad del deseo, para caer finalmente rendido frente a la belleza y la sensualidad de una chica cuasi adolescente. En las dos novelas los personajes principales acusan una educación académica que de alguna manera los acartona y los expone ridículamente frente a su propia sexualidad que no sabe cómo abordar lo femenino, eso que es realmente lo otro para este tipo de subjetividades.
Tampoco es casual que se elijan a dos cuasi adolescentes (Lolita tiene 12, Aracéli 13) como objeto del deseo, porque justamente en esa edad en particular, es donde el cuerpo y la sensibilidad muta como una bomba química potenciando todo lo que es promesa en el cuerpo de una niña para ir convirtiéndose en mujer.

Hay que recordar que los autores son hombres, los dos apelan a sus propios límites para narrar las peripecias de sus personajes frente a lo femenino y los dos historias muestran y demuestran que el problema no esta en arrojarse a la pasión y el deseo, sino en la educación moral, en la estreches de miras, en la ignorancia y la represión de la propia carnalidad, en la manera de acercarse a la mujer que tan solo para ellos, para este tipo de personajes, tiene dos variantes: la violencia (la negación) o la sumisión (el ideal), en estas dos posibilidades la mujer no es un ser humano sino una idea para adorar o destruir.

Las mujeres representan el sentido común que nos falta a los hombres, se confesó. Y eso es lo que los hombres tememos. Por desearlas y necesitarlas, les tenemos miedo. Nos causan pavor ¿o no era eso lo que había sentido frente a Araceli la otra noche?. Él Ramiro Bernárdez, el gran macho, el argentino maula que no fue capaz de alzarse una francesita en París, anoche se había convertido en un vulgar violador. Por miedo, por terror (...) ¿No le había pasado antes, con mucha mujeres? Caray, con todas, si cada mujer que había conocido en su vida había significado un minuto de terror, de pánico insoluble. Quizás eso sea el machismo, ese segundo de espanto (...) el instante de terror que nos produce reconocer su sensatez, su aparente fragilidad (...) Porque, quizás lo que nos diferencia no es solo la tenencia de un miembro unos y de vaginas otras; lo que nos diferencia es la imposibilidad de de aceptar y reconocer la diferencia. He ahí lo que rechazamos del otro sexo.

El deseo que despierta Aracéli, no es una anomalía en ese contexto fuertemente masculinizado, de hecho es la norma. Desde el padre que de alguna manera se engola con la belleza de su hija, y la piensa más como un objeto que hay que ubicar con una buena familia, pasando por Ramiro e incluso la polícía cuando se entera que este tiene una historia con ella le brinda un guiño cómplice, es decir: no esta mal tener un romance con una piba por más que sea menor de edad, después de todo según esta lógica, es mejor agarrarlas a esta edad, frescas y lozanas cuando todavía no son esa mujer insoportable en la que inevitablemente se van a transformar, porque ya lo sabemos, las mujeres son seres incomprensibles y necesarios. Como bien lo expresa el padre de Araceli, hablando de su matrimonio.

-Todas las noches me escapo. Carmén es una vieja imbancable; dormir con ella es más feo que tragar una cucharada de mocos.
Río de su chiste.
-Aguantarla es más difícil que cagar en un frasquito de perfume- entusiasmado se reía, hipando procazmente-. La pobre está gastada como chupete de mellizos.
Siguió riéndose. Era una risa repulsiva.

Pero el problema mayor es que justamente la norma para esta masculinidad a la defensiva, es la violación, esto es lo que comprueba Ramiro que por más altos estudios que tenga, no puede frente a su instinto depredador, a su mandato cultural de destrucción y sometimiento de lo diferente.

Ella lo miraba, tensa, en silencio. Él se acercó lentamente hacia la cama y se sentó, sin dejar de mirarla a los ojos. penetrante, como si supiera que ésa era una manera de dominar la situación. Estiró la mano y empezó a acariciarle el muslo, suavemente , casi sin tocarla; sintió un leve estremecimiento de Araceli y apretó su mano, como para hundirla en la carne (...) -Qué divina que sos -le dijo y fue entonces que advirtió en ella el terror, el miedo que la paralizaba. Estaba a punto de gritar: tenía la boca abierta y los ojos que parecían querer salírsele de la cara (...) Y entonces él le tapo la boca con una mano, conteniendo el alarido. Forcejearon, mientras él le rogaba que no gritara, y se acostaba sobre ella, apretándola con su cuerpo, sin dejar de manosearla, besándole en el cuello y susurrándole que se callara.

La escena de la violación forma parte del primer capitulo, el climax del relato está al comienzo, lo que sigue después para Ramiro, es una problemática de orden moral y práctico, cómo se sigue después de un hecho tan atroz, porque Ramiro no es un bruto, ni un analfabeto, ahí reside la ironía mayor para la historia, es un personaje formado por la mejores instituciones, es abogado con un futuro promisorio y la conciencia de lo acontecido es lo que llevara al personaje a tomar las peores decisiones.

¿Y por qué pensar todo esto ahora? ¿Porque el horror no era siquiera la muerte, sino la vergüenza de ser un violador? ¿Porque de pronto debía admitir que no se atrevía a salir de su cuarto, puesto que francamente se sentía un prototipo lombrosiano? ¿O porque ya, íntimamente se sentía incapaz de toda ascendencia moral? ¿O es que el honor era, nomás, una superstición como sugirió Dostoievski? (...) Entonces, el no tenía honor, no era honrado, ni siquiera un hombre. Todos los siglos de la humanidad, de ese afanoso procurar distinguir el bien del mal, se le vinieron encima.

Como unos de esos enrevesados y crueles argumentos de los hermanos Coen, la novela avanza a fuerza de tropezones y malentendidos, lo único que no se malinterpreta es la fuerza del deseo de Ramiro, pero a partir de allí comienza su perdición y la subsiguiente pesadilla de cómo procesar y convivir con los hechos, que se va enturbiando cada vez más por las decisiones que toma con aparente razonabilidad.
Como ya lo dije, Mempo Giardinelli se ríe un poco de las pretensiones de superioridad de su personaje, se ríe bastante de su educación superior y de sus aires de sorna, de escala social y acomodo. Porque claro está, Ramiro vuelve con las intenciones de hacer valer su título, y de encontrar un puesto conveniente.

A sus treinta y dos años, se sentía, súbitamente, acabado, arruinado en su éxito social. Presintió el prematuro fin de su carrera, de su incorporación a la docencia universitaria, de su probable futura
nominación como funcionario del gobierno militar, como juez, como ministro. Todos sus sueños se fracturaban.

El contexto de este relato no es un dato menor, todo sucede durante la dictadura cívico militar en Argentina, pero para Ramiro no es un dato importante ni que tenga relevancia, después de todo tan solo eran rumores que le llegaban estando en Francia, sobre las torturas, privaciones ilegales de la libertad y de las desapariciones, como si fuera el folclore de un país desconocido y pintoresco, pero este dato se volverá peligrosamente real cuando sea interrogado por la policía.
Ahí es donde está nouvelle que respeta los códigos de un trhiller (ese subgénero industrial por excelencia) tiende un puente hacia la historia, hacia los fantasmas de lo real, hay que recordar que Luna Caliente fue escrita durante el exilio mexicano del autor a causa justamente de la dictadura, detalle que no es menor para una estética, que de alguna u otra manera; dialoga, discute y encuentra su límite con la coyuntura política cultural de ese momento tan álgido como contradictorio.

Mempo Giardinelli no es un escritor que hace de la literatura una herramienta panfletaria, para denunciar los males del mundo, lo real está vertebrado en su relato para completar una idea sobre un tipo de sensibilidad moldeada con la mejor educación y con los más nefastos discurso de la cultura. Que Ramiro se descubra misógino no es más que la confirmación que la raigambre de sus pre- juicios están anquilosados en la tradición local que mira a la mujer como lo realmente "otro", no exento de peligros como tentaciones, y que no esta muy lejano en considerar a los diferentes, los raros y porque no, en ese momento particularmente triste de nuestra historia, a los subversivos como el mal que hay que erradicar.

Ramiro como es el caso de muchos civiles y militares que participaron activamente dentro la dictadura, son personajes que descubren que pueden ir hasta el fondo de su moral, ejerciendo los hechos más atroces, con el total convencimiento de que todo esta supeditado a una idea mayor, un ideal que en la tiranía de los actos no tiene reparos en causar sufrimiento, dolor y crueldad por un beneficio superador, pero el problema de Ramiro fue el descubrir la potencia de su deseo dormido, eso realmente "otro" no estaba en Araceli como quería creer, sino en el horror de su misma subjetividad, y ahí, en ese terreno que es completamente desconocido es donde desbarranca su razón y se empantana con el aguijón de la conciencia, ese espectro en el camino que lo vuelve irremediable e irrecuperable para sí mismo.

Por fin la luna llena, la luna caliente de diciembre, la luna hirviente, ígnea del Chaco. 
Y volvió a horrorizarse cuando se dio cuenta de que estaba excitado; de que su sexo se había endurecido, como su corazón. Como un pedazo de granito.
Y eyaculó así, mirando esa luna candente.

1- Biografía del autor http://www.mempogiardinelli.com/


2- Por la su simple forma narrativa no es difícil imaginar a esta novela en el cine, de hecho contó con dos versiones, una de 1985 dirigida por un desconocido Roberto Denis y la otra más reciente hecha en españa por Vicente Aranda, desconozco la calidad de los films, pero ninguno logro más trascendencia que la novela. De todas maneras la pelicual argentina se puede ver  https://ok.ru/video/11373315469 y el trailer de la otra en https://www.youtube.com/watch?v=3ezbLL23xBU


















sábado, 8 de junio de 2019

Catupecu Machu o como el rock puede ser una cuestión barroca

                 
                            "El alma cuando sueña- escribe Adisson- es teatro, actores y auditorio."

                                                                                                                               Borges 
                                                                                                            Otras Inquisiciones           


                 Catupecu Machu siempre fue una banda muy particular dentro del espectro del rock local, si en un principio se los podría haber asociado con cierto resabio hardcore/ punk emergente, propio del fin de década del ´90, con el cambio de milenio fueron profundizando una estética sonora que fue encontrando sus fuentes, en la austeridad formal de Atahualpa Yupanqui, la expresividad visceral del flamenco y las experimentaciones formales del post punk. (1)
Si bien nunca fue una banda que puso énfasis en la vertiente más experimental, siempre estuvo atenta a las innovaciones formales de la historia del rock. Esta conciencia sobre los materiales en juego y la tradición fueron generando un propio patrón expresivo, que de una manera muy sutil fue  experimentando con las formas, pero siempre respetando a la canción como hecho en sí, en ese espacio entre lo meramente musical y discursivo, crearon la manera de horadar el sentido común del rock para comunicar algo más que el tan bastardeado mensaje.

Quizás lo que pueda confundir de la propuesta es su gran dinamismo energético, es una banda que tanto en sus discos como en vivo explota toda su potencia sonora, pero no lo hace en desmedro de un imaginario pobre, como ocurre con algunas bandas que ponen todas sus fichas en el sonido, en la naturaleza de la canción más que en la lírica, sobre todo porque no hay mucho vuelo desde la imaginación puesta al servicio de la palabra cantada.
No es el caso de Catupecu Machu que se ha ido pre-ocupando (cada vez con mayor precisión) en desarrollar desde sus posibilidades semántica, letras que tienen la ambición de condensar al máximo los nudos temáticos que engloban su propuesta estética. (2)

A nivel superficial este hecho es elocuente, tan solo basta repasar los títulos de los discos para darse una idea de que fueron minando al sentido común para hacerle decir al rock otra cosa.
El primer disco tiene un nombre inmediato, un imperativo dicho con la premura de lo que no puede esperar mas que fugarse en el presente, un imperativo que obliga a despertarse del sopor obligando a la acción, "Dale" (1998) es una declaración de principios que activa a todo el cuerpo no solo físico sino también apela (claro) al cuerpo de la imaginación.
Con el segundo ya hay un salto cualitativo en cuanto a la pretensión, el nombre presenta una narración quebrada, un cuento sin final, no porque no lo tenga sino porque ha sido mutilado.  En "Cuentos decapitados" (2000) hay una escritura que comienza a despegarse de la medianía de las letras de rock.

En "Cuadros dentro de cuadros" (2002) se nota la ambición barroca, la segunda canción del disco Sonando es un claro ejemplo de cómo la imaginación toma conciencia de sí misma.

Hoy ser el telón/ mañana escenografía/ actor de reparto, protagonista/ Estar en eje, armar las valijas/ amar la noche, enamorarse algún día. (3)

La canción homónima del disco puntualiza aún más la naturaleza artificial de toda refracción, es una puesta en abismo que abre una fisura en la lógica de la representación, poniendo en primerísimo primer plano, la espectralidad de la conciencia que toma carnadura en una mirada que mira mucho más allá de sí mismo, porque descubre en los otros lo que guarda para sí.

Llegas por mí/ a un sitio inesperado/ tus labios tienen un fin/ después de los ensayos/ Te toca actuar/ más que actuar/ hay más de mí/ en un mundo encerrado/ rompe el cristal/ Sé vivir y es merodear entre tantos ojos/ leer, deletrear/ aquel mensaje entre líneas (...) Todo es así/ cuadro dentro de cuadros/ siempre un final sin fin/ después de un nuevo ensayo/ te toca actuar/ más que actuar.

"El número imperfecto" (2004) es una falla en el orden del conjunto, es un dato inesperado, algo que rompe la cadena de sentido, y que obliga a recapitular la necesidad de todo sentido después de la ruptura, entre el mundo y su propia percepción.
Magia veneno la canción que abre al disco entiende que la lógica de representación siempre funciona de a dos, uno necesita del par para completar el lugar de la afección de la cosas en la propia piel de la sensorialidad. La poética de Catupecu Machu apela la concepción dual de las cosas, el otro siempre completa al sentido de lo que parece no tenerlo.

Magia Veneno/ de lo oscuro hacia la luz, todo nuevo/ respirarse, emborrachar/ morir y seguir viviendo/veo en parte lo que tu ves/ quieras o no estas adentro/ veo en partes no sé si ves/ entre lo dicho y lo hecho/ los amores el derroche/ los finales abiertos/ lo que habita en otros lados y aún no conocemos.

Para "Laberinto entre aristas y dialectos" (2007) la banda se tuvo que re-inventar de nuevo, es de público conocimiento que Gabriel Ruiz Díasz, el hermano de Fernando, tuvo un accidente automovilístico del cual salio con vida, pero el precio fue quedar totalmente inmovilizado, la unidad dual que hasta ese momento había funcionado se quebró literalmente. Este disco surge después de este delicado trance y a su manera es una afirmación vital aún en las peores circunstancias, lo que tiene el albúm de peculiar es que es de de versiones acústicas (en vivo), pero lo distinto es que trae tres canciones nuevas y una de ellas -Viaje del miedo- sintetiza la gravedad de lo ocurrido en su imaginario.

Te resucito en el sueño/ es lo que espero que encontrar/ entro en el viaje del miedo/ abro la puerta al cerrar (...) encuéntrame...carne y hueso, hueso y nada/ llanto que aflora y su flor alimento/ envenena el dolor cae muerto/ faltan pedazos, estrofas y versos/ en lo peor de mis sueños/ despiertame...carne y hueso, hueso y nada.

La mortalidad en sí misma no es el tema de la canción, sino la idea de lo irreparable de la muerte, ese vacío, esa ausencia que permite que todas las preguntas se articulen en una sola cuestión inevitable, la rotura que se produce en el vínculo con el ser querido que perece o en este caso que roza la muerte y produce una gran perturbación en la armonía grupal. El miedo es la reacción a eso que carcome la ilusión de toda trascendencia, de toda pretensión de impunidad frente a la pura contingencia de los hechos y del tiempo.

Pero son en los dos últimos discos donde la banda despliega con soltura y libertad toda la potencia de una poética que hace del rock una herramienta de precisión, formalidad asfixiante, y una expresividad que se apoya en el grano de la voz, para ir nada más que hasta la exasperación entre la verdad y el artificio.
Simetría de Moebius (2009) es una obra que busca en su gesto estético corroer a la forma llevando al límite la tolerancia del oyente, en la repetición obsesiva del estribillo -algo que ya aparecía en sus discos anteriores ahora presenta una saturación formal- en este subrayado de las intenciones expresivas, aparece toda la dimensión estética de una banda que busca en la camisa de fuerza de la canción una manera de decir lo mismo desde otro lugar.

El mismo Fernando Ruiz Diaz lo deja bien en claro: "Catupecu es como la cinta de Moebius: vos partís de un lugar, le das vuelta, y volvés al mismo lugar de dónde saliste, pero desde otro lado", hay algo en la insistente repetición que llega un momento en que se transforma en otra cosa, este es el camino que elige esta poética para resquebrajar su propia formalidad y abrir una puerta que invita a la sugestión.
Es dificil no tentarse y afirmar que Catupecu Machu es una banda que se parece a si misma, desde el primer disco supieron forjarse una identidad que nunca fue algo fijo o perenne, sino que albúm tras albúm esta identidad fue puesta en discusión.

La lírica de Fernando Ruiz Diaz y el granuloso cuerpo de su voz, tienen la enorme pretensión de la totalidad, como en los grandes cantante folclóricos o en Camarón de la Isla, (como él mismo lo cita como influencia) en la voz de Fernando esta toda la vitalidad del sentimiento que busca la palabra que exprese su inasibilidad, y en esa tensión entre lo imposible y lo que no, se encuentra el espacio que la banda maneja con maestría.
Esa zona que Catupecu transita tiene que ver necesariamente con el silencio, por eso en las canciones casi no hay espacio para ello, porque quiere ser tan poderoso como lo que se calla, como lo que se evita nombrar.

Simetría es un disco prácticamente sin guitarras, aparecen claro, pero no desde el lugar que ocupaba en los trabajos anteriores, esta privación funciona como soporte para que la voz aparezca con toda la soltura que quizás en su etapa anterior debía imponerse para puntualizar el ataque de la guitarra.
Quizás la diferencia mayor es que es una obra mucho más rítmica, más percudida por el fraseo del decir y la insistencia metronómica de la batería, que sostiene y da espacio para que el bajo aparezca y funcione como una guitarra rítmica, asi como también los arreglos del teclado que crean climas, profundizan los momentos melódicos y por momentos tiene la misma función que el silencio en la economía de la canción.

Es difícil destacar una canción por encima de las otras, todas forman un mismo cuerpo, y funcionan en bloque, pero hay señales que indican la importancia de algunas en el hilo narrativo del albúm.
Alter ego...grito alud, es un tema que determina no solo el nudo temático del disco sino que también contextualiza a los trabajos anteriores dentro de una perspectiva conceptual que fue creciendo de manera natural a lo largo del tiempo.

La simetría, los opuestos que se complementan y se repelen, la unidad escindida, el reflejo,  y lo barroco como lugar de percepción, son todas cuestiones que atraviesan el imaginario de Catupecu. Alter-ego...es una canción que subraya lo evidente, a la banda le interesa lo que el espejo tiene para mostrarle, los trabajos anteriores tanto como este son el efecto de esa mirada que hurga en la propia otredad la ajenidad del rostro.

Solo basta revisar algunas de las estrofas de las letras del disco para enhebrar una narrativa que siempre busca decir lo mismo desde "otro" lugar.

Quedo absorto, nulo, neutro/ como sin poder hablar/ las palabras solo intento/ aunque no quiera callar/ la insensatez, de la ansiedad/ cobra vida el lado siniestro/ muero uno, nazco más.

                                                                                                Confusión

Fuera de mi, cambie la piel (...)/  desorden cruel anarquizado/ jugamos fuerte a la idiotez (...)/ quedo en dos aguas otra vez/ ser o no ser tu esclavo/ espera sentado, aunque me caes bien/ No sé si estoy en otro lado/ o aquí desmuteado, o afuera con quién.

                                                                                                 Piano y RD

Dedo sangra...cuerda guitarra/ madera tu sabrás cuándo amarás.../ bailando en el filo/ que cortan lo viejo...en dos lados nuevos...

                                                                                                   Anacrusa

Entro de a dos/ entran dos alter egos de a dos/ hay otra ley que romper/nuestra ley es nuestra ley/ me paso de uno a otro/ nuestra ley no hace falta saber/ hay otra ley que saber/ puede ocurrir un destino/ y resolver/ y luego romper.

                                                                                                   Alter ego...grito alud

Una vez al este de tu este/ y al sur de la suerte (...)/ no te conté que nunca hablé/ y si escuchas por suerte/ que las voces mienten/ háblalo fuerte muy claramente/ rompe silencios que se han quedado/ amordazados (...) cosa de goces.../ te escuché, te soñé/ en el útero de la tormenta/ nacimos de vuelta.

                                                                                                   Cosas de goces

Canción que siempre nos conmueve/  un designio, belleza sin piedad/ en aguas que siempre nos devuelven/ navegamos en trance de llegar (...) Vamos en dos equilibrando/ simetría opuestos aliados (...) Cinta moebius, un solo lado/ puro placer, reverso indomado/ Divina comedia, amor encarnado.


                                                                                                     Simetría de Moebius

Un infierno, un tormento, resetear/ desactivo los párpados/ activo el sueño/ un espejo me devuelve inverso.

                                                                                                      Batalla


Lo curioso de una banda que apela al rock como medio de expresión, es que centre su imaginario en el orden, lo precisión, la simetría, el equilibrio de la forma, porque claro está, el rock siempre buscó la liberación de la forma para el desarreglo de los sentidos, para que el mundo revele su verdadera naturaleza elusiva para el logos y concreta para los sentidos. Pero no hay que olvidar que Catupecu es una banda que bebe de las fuentes del post-punk, sobre todo en bandas que hicieron de la forma en sí un mensaje críptico, monótono, abrasivo, condensado, de una furia incluso contenida e implosiva, pienso sobre todo en Joy División, que desarrollaron una estética apolínea, de líneas claras, minimalistas, donde las voz de Ian Curtis, musitaba en trance verdaderos mantras urbanos. (4)

Hay algo de eso en la banda de Fernando Ruiz Díaz, hay una obsesión con la repetición, con la insistencia del decir, que no es para nada casual encuentra su contexto necesario con la figura del doble y la simetría, en ese aspecto Catupecu sin ser una grupo de rock minimalista, indaga este camino máximizando sus recursos pero siempre con lo elemental de la expresión y la musicalidad, hay un cuidado desde el sonido, un amor por la tecnología que se enmarida de manera natural con esta visión barroca de las cosas y el mundo.

Cuando hablo de lo barroco me refiero específicamente a la auto-conciencia sobre la forma, ese trabajo minucioso sobre los detalles que excede los códigos de la estética realista pero que a su vez son demasiado realistas para entrar dentro de lo fantástico. Las letras de Fernando Ruiz Diáz indagan esta problemática poniendo su discurso y su imaginación como efecto de lo barroco, por eso la banda, la música, el ritmo, incluso esta suerte de hermeneútica posible sobre lo imposible, forman parte de los mismos materiales que la letra expresa con precisión. Ellos son personajes de sus propias canciones, pero no como algo meramente autoreferencial sino porque saben que forman parte de algo más grande que ellos, como si fueran el sueño de alguien más, como el cuento "Las ruinas circulares" de Jorge Luis Borges, la divinidad es un capricho de insondable consecuencias. (5)

El último disco "El Mezcal y la cobra" (2011) sigue profundizando esta camino  que no tiene asideros en el rock local, no se trata de una imaginación lírica a la manera de Spinetta, sino de una poesía concreta que en su prosaísmo rebalsa de imaginación pero que esta perfectamente contenida dentro del logos occidental, porque aunque la banda se aventuré hacia una empresa que se quiere desconocida, no puede desligarse del dualismo propio de nuestra cultura, pero aún así se las arregla para establecer una interferencia, un cortocircuito en el sentido, porque  Catupecu Machu no deja de ser una paradoja en sí misma, porque en su práctica del rock, es directa, al hueso de su expresión: monótona y explosiva, pero en su lírica, en los bordes de este mundo que se abre cada vez más, son ideologicamente barrocos, conceptualmente espiralados en el rulo del infinito,  y en esa contradicción entre la resta y su suma, lo imposible y lo real, se encuentra toda la riqueza de una propuesta que no tiene temor a quedar atrapados en la eternidad de un estribillo, que roe con paciencia a los ángulos de una razón cada ves más ensimismada en su trampa lógica.


1- En el programa Encuentro en el estudio Fernando Ruiz Díaz habla de la génesis de la banda, de su pasión por la escritura y de sus tempranas influencias. La entrevista de Lalo Mir es muy jugosa, revela detalles y la intimidad de la creación. https://www.youtube.com/watch?v=1j4v15WQmIQ&t=1944s



2-Si bien es cierto que Fernando Ruiz Díaz es el autor de las letras, su lugar de enunciación no es el nombre propio sino el de la banda, por eso me refiero a la banda y no a él como totalidad enunciativa de la poética de Catupecu Machu.

3- En esta estrofa esta condensada toda la imaginación barroca puesta al servicio de una canción, el epígrafe que utilizo forma parte de un texto mayor Borges que escribió sobre Nathaniel Hawthorne, donde llega a enunciar en su estilo no excento de deliciosas paradojas que la literatura que es un sueño dirigido. Claramente las diferencias estilisticas y los soportes estéticos son otros, pero en la canción de Catupecu se encuentra la misma ambición y perplejidad frente a la creación, el sueño y su puesta en escena.

4- Unos años atrás escribí en este blog sobre Joy Division para un mayor entendimiento http://lortellado.blogspot.com/2013/11/ian-curtis-y-el-destino-de-la-cancion.html

5- Ruinas circulares, forma parte del libro de cuentos Ficciones (1944) de Jorge Luis Borges, donde se halla lo mejor de su producción cuentística, para aquellos que no tuvieron la oportunidad de leerlo, les recomiendo esta experiencia. http://www.ispbrown.edu.ar/accesorios/noticias/itinerarioxmundocultura/las_ruinas_circulares.pdf



domingo, 21 de abril de 2019

Ese opaco misterio de la existencia (la muerte, la literatura, la experiencia y Amelie Nothomb)

                   
                         "En la actualidad, cualquier discurso sobre la experiencia debe partir de la 
                         constatación de que ya no es algo realizable. Pues así como fue privado
                         de su biografía, al hombre contemporáneo se le ha expropiado la experiencia:
                         más bien la incapacidad de tener y transmitir experiencias quizás sea uno 
                         de los pocos datos ciertos de que dispone sobre sí mismo."

                                                                                             Giorgio Agamben
                                                                                             Infancia e Historia


                                            "La escritura es el lugar en el que me enamoré de ella".

                                                                                                     Diario de Golondrina

       
                       
                       Los relatos sobre asesinos a sueldo a los que el cine nos tiene acostumbrados, nos muestran una subjetividad fría, anodina, mecánica, como uno supone debería ser, para llevar a cabo un trabajo de estas características con efectividad, a su modo, los asesinos a sueldos están más allá del bien y del mal, es decir la moral convencional no entra en la ecuación de su economía de sangre. Generalmente estas historias muestran el derrotero del personaje a lo largo de los días con sus maneras y las formas de trabajar frente a cada objetivo nuevo, con sus respectivas rutinas, métodos, y la deliverada minuciosidad para estar atento a todos los detalles. Así como también este tipo de relato muestra una subjetividad carente de entusiasmo y de empatía por la vida misma, no solamente la de los demás, claro está, sino que también la propia.

Todos los relatos sobre asesinos a sueldos -pienso en El Samurai, Peligro en Bangkok, El Americano, por nombrar algunos de esta gran cantera narrativa que es el cine- culminan con la muerte del personaje, como si la misma moral del relato no pudiera contemplar este tipo de vida sin un juicio severo sobre las causas y efectos, los costos y las pérdidas. Salvando El samurai la gran película de Jean Pierre Melville las otras dos adolecen de los lugares comunes del género, tanto como en El americano -acá conocida como El ocaso de un asesino de Anton Corjbin- y Peligro en Bankok -vi solo la remake protagonizada por Nicolas Cage- tratan de humanizar a su personaje cuando este se topan con la la posibilidad del amor. (1)

Sobre estos temas parece recalar la novelle "Diario de Golondrina" (2006) de la inclasificable y prolífica Amelie Nothomb, autora de la cual solamente he leído tres novelas y que a mi parecer, es una escritora que sabe manejar el misterio de la narración, sabe mantener cierto suspenso que no tiene que ver con un género en particular sino más bien, responde más a la tensión interna entre lo que elige contar y lo que calla, las tres novelas que tuve oportunidad de leer no se apoyan en la deriva de personajes bien definidos sino más bien en la construcción de una voz, en un tono, en una manera de decir, que a su manera es toda la literatura (2)

Diario de Golondrina es un relato totalmente autoconciente de sus materiales, no malgasta sus esfuerzos en crear un mundo, sino que toda su voluntad pasa por la creación de un discurso fuertemente enraizado con la tradición literaria, pero desde un lugar oblicuo, alambicado, con pinceladas de la cultura pop y la contemporaneidad. Este entrecruzamiento genera una curiosa distancia que coloca a la historia en una perspectiva extraña y funcional, de un humor seco, desganado, a la manera de los de los films de Jim Jarmush, de las novelas, cuentos y obras de teatro de Samuel Beckett, que detentan un tono cansino, agotado, al límite del silencio y la abulia.

Diario de Golondrina es una novela sobre un asesino a sueldo, comparte con los films citados algunos lugares comunes -la frialdad, el método, la ausencia del pasado y del porvenir- pero la diferencia es que los personajes en los films ya son asesinos de hecho, en cambio en el relato de Amelie Nothomb nos muestra el devenir, el momento en que su personaje pasa de su inocua normalidad a esa vida extraordinaria en sangre y sexo. La voz narradora no justifica su accionar, no hay propósito más inútil que buscar explicaciones donde no las hay, parece decirnos desde su cinismo avant la lettre.
En un mundo donde ya no parece posible tener experiencias, epifanías, ni silencios porque todo esta mediado y pre-digerido por los diferentes placebos de la civilización, Urbano -tal es el nombre con el cual el personaje elige bautizarse para iniciar su carrera de sangre- decide traspasar el umbral de su aburrimiento, sin pompas, ni declaraciones megalómanas, ni llamados de atención rimbombantes , de alguna manera es la continuación en este siglo del Mersault de Camus ese gris e inaprensible personaje del El extranjero.

La lógica que despliega el personaje es una ligera perversión de la moral y las costumbres, en última instancia, más acá de los asesinatos Urbano le interesa tener algún tipo de conexión con sus posibles víctimas, pero no para humanizar su accionar, sino para comprobar que cada vez esta más lejos de la humanidad.

"En la actualidad, qué es una relación humana? Mortifica por su pobreza. Cuando ves lo que hoy denominamos con el bonito nombre de "encuentro", se te cae el alma a los pies. Conocer a alguien debería construir un acontecimiento. Debería conmover tanto como cuando, después de cuarenta años de soledad, un ermitaño ve a un anacoreta en el horizonte de su desierto.
La vulgaridad de lo cuantitativo ha culminado su obra: conocer a alguien ya no significa nada (...) El asesino va más allá de los demás: se arriesga a liquidar a aquel que acaba de conocer. Eso crea un vínculo."

Amelie Nothomb es la continuación necesaria del existencialismo francés, pero no funciona como una heredera, sino que es su resaca, los restos de un movimiento más filosófico que literario, Urbano su anti-héroe, como Mersaul, como Ronquetin, (ese apenas disimulado alter ego de Sartre) por accidente, por tedio, por la sorda persistencia de la vida, descubren, se topan, se enfrentan a la cruda contingencia de los hechos, a la verdad desnuda de sí misma, a la mentira necesaria, que la misma sociabilidad obliga para mantener las apariencias, para travestir al vacío, con la esperanza del sentido final de todo. (3)

"Luego el mecanismo se pone en marcha. Cada uno tiene el suyo, café-cigarrillo, té-tostada o perro-correa, regulamos nuestro propio recorrido para experimentar el menor miedo posible. En realidad dedicamos nuestro tiempo a luchar contra el terror de lo vivo. Inventamos definiciones para huir de él: me llamo tal, tengo un curro allí, mi trabajo consiste en hacer esto y lo otro.

Pero este descubrimiento del absurdo del mundo, no es motivo de angustia en Urbano, sino de una nueva posibilidad, un nuevo impulso, de un optimismo de la nada, del vacío de la misma subjetividad del ser, que se va librando de sí mismo sumido en una calma casi tan fría como la muerte.

"Todo empezó hace ocho meses. Acababa de vivir una decepción amorosa tan estúpida que ni siquiera merece la pena hablar de ello. A mi sufrimiento había que sumarle la vergüenza del propio sufrimiento. Para prohibirme semejante dolor, me arranqué el corazón (...) Entonces decidí matar mis sensaciones. Me bastó con encontrar el conmutador interior y oscilar en el mundo del ni frío ni calor. Fue un suicidio sensorial, el comienzo de una nueva existencia".

Con Diario de Golondrina queda en evidencia que para que un relato sea verosímil, tiene que haber un estilo, un tono, una forma de narrar los hechos, que no se preocupa por la construcción realista del mundo, sino que toda su a-tensión esta puesta en darle carnadura y matices (no librado de contradicción) a la voz narrativa, que en este caso usa todo su encanto políticamente incorrecto para contarnos de manera descabellada algunas situaciones que si se hubiera valido del código realista, hubiera naufragado inevitablemente. Todo es presentado desde una distancia telegráfica, que parecería por primera vez ver las cosas, pero esto no provoca asombro ni estupor, tan solo la ligera felicidad de sentir algo realmente distinto, diferente, con otras reglas y otros protocolos de cotidianeidad.

"La regla era disparar dos veces a la cabeza. En el cráneo, ya que valía más destruir la central. En la inmensa mayoría de los casos, la primera bala resultaba mortal. La segunda era por seguridad. Así nunca había supervivientes (...) Por mi parte bendecía esta ley del segundo disparo, que aumentaba mi placer. Al apretar el gatillo por segunda vez, incluso me di cuenta de que era mejor que la primera: la primera aún olía a aceite de engrasar.
Lo que se revelaba a pequeña escala se reproducía a gran escala: experimente más placer con el periodista que con el magnate de la alimentación. Y gocé todavía más con el ministro que vino después.

En contra del retrato que el cine suele hacer de los asesinos a sueldos, Amelie Nothomb le da una pátina a su personaje que en lugar de hacerlo sentir como un robot carente de sentimientos, lo vuelve cada vez más vivo a medida que las páginas avanzan.

"Afortunadamente, me quedaba la sensación de matar. Nunca me decepcionaba.
El hartazgo, que tanto había temido, no empañó aquel frenesí: al contrario, éste era cada vez más profundo.
La necesidad de terminar en mi cama se volvió más urgente. Sin embargo, no había nada sexual en mi actitud (...) El mecanismo activador formaba parte del acto mismo de matar, que me emparentaba con las divinidades más injustas (...) Anteriormente a mi pérdida sensorial, no creo que hubiera sido capaz de matar así. Habría tenido que superar numerosos obstáculos. (...) Recuerdo que no conseguía darle una patada al perro que me mordía la cola (...) Ahora, lo que debía superar para liquidar a aquellos desconocidos era una resistencia tan débil que ni siquiera podía calificarse de física. En el último reducto de mi cuerpo, situado quién sabe dónde, y que quizá sólo fuera el simple recuerdo, pervivía la memoria inmaterial de lo que fue materia y que no tenía otra función que la de alimentar mi capacidad de disfrutar (...) El asesinato comportaba una formidable carga espiritual: si se considera que el orgasmo es carne saturada de pensamiento, se obtiene la clave de mi día a día de ese entonces (...) Mi sexo sólo alcanzaba la plenitud con la idea de la hemoglobina. No hay nada más extraño que el erotismo".

Los pocos diálogos que contiene Diario de Golondrina, son lacónicos, escuetos, mínimos, de un humor deshidratado, la risa llega desfasada, fuera de tiempo, el timming del personaje realmente está en otro lugar que no es el nuestro.

"Le pregunte a Yuri si le gustaba matar.
-Ayuda a desahogarte -dijo.
-¿A desahogarte de qué?
-Del estrés, de la angustia.
-¿Y matar no constituye una angustia?
-No, es un miedo.
-¿Y el miedo desahoga la angustia?
-Si, ¿a tí no?
-No.
-¨Por qué trabajas en esto, entonces?
-Porque me gusta el miedo en sí mismo. No necesito desahogarme.
-Menudo perverso estás hecho.
En su voz sentí estima y preferí dejarle con aquella buena impresión".

O momentos de una banalidad picante y provocadora.

"-¿A qué dedicas el tiempo entre dos misiones? -le pregunté a Yuri.
-Crucigramas. ¿Y tú?
-Radiohead.
-Muy bien. Radiohead.
Tarareó sus éxitos de los años noventa.
-No -zanjé-. Mi droga son sus últimos tres discos.
-Es música experimental -dijo haciendo una mueca.
-Precisamente, soy un asesino experimental.
-¡Oh, hasta donde puede llegar el esnobismo!
Tuve el sentimiento exquisito de mi superioridad:
Yuri pertenecía a la retaguardia. Yo, en cambio, era
un asesino del tercer milenio. (4)

O situaciones de un humor finísimo, prácticamente involuntario

"-Bien, trae los documentos.
-¿A estas horas, un domingo?
-No puedo creer lo que estoy oyendo, Urbano.
¿Acaso crees que estás sindicado?
-Ahora voy.
Tenía razón. Se empieza así y se acaba exigiendo
vacaciones pagadas".

Urbano no es un asesino común, en su discurso se enhebra la cultura letrada que lo precede, aparecen Goethe, Las tribulaciones del jóven Wherter, los filósofos presocráticos, James Joyce, Marcel Proust, Aristóteles y una de los tracks más experimentales de Radiohead de su disco oportunamente llamado Amnesiac,  que para la historia de este singular personaje, vendría a ser lo más parecido a una epifanía, que a su vez, es la necesaria banda sonora para el nuevo propósito de su vida. Urbano, no solo es un asesino por accidente, sino que a su manera es un pensador de ocasión, alguien que diagrama con precisión la naturaleza de este despertar a las costuras del mundo.
Urbano despliega una lógica inclaudicable, va hasta el fondo de las cosas, pero sin ánimo de espantar, sino por la simple curiosidad de ver que sucede. Su accionar si bien no tiene más justificación que sí misma, hay una filosofía detrás, una tradición que se articula de manera casi silenciosa y le da un sustento, una densidad específica que se descalabra cuando se topa con Golondrina, pero antes de eso, su discurso detenta cierta soterrada furia anti-platónica.

"El cerebro todavía es peor. resulta increíble hasta que punto dejan huella las manchas de grasa. El cerebro es grasa en estado puro, y la grasa nunca es limpia (...) todo esto confirma mi metafísica: el cuerpo no es malo, el alma sí lo es. El cuerpo es la sangre: es puro. El alma es el cerebro: es grasa. La grasa del cerebro invento el mal".

El encuentro con Golondrina (así lo bautiza Urbano) desequilibra la aparente tranquilidad de sus días, habría que agregar que Amelie Nothomb no elige ningún nombre para sus personajes, de hecho no se sabe como se llamaba antes de ser Urbano, en este aspecto, es el mismo personaje, es el que elige como llamarse y llamar a la única persona que perturba sus sentidos y lo vuelve a exponer frente al caos del enamoramiento y al deseo, todas sus defensas se vulneran, un dato que no esperaba entro en su interioridad y lo va minando con una voracidad letal. El amor es su vuelta al mundo, el amor, lo obliga a encontrar lo que durante todo ese tiempo estuvo negando con una determinación implacable, el amor abre un dique que lo arrasa y lo derrama hacia el abismo de su pasión.

El amor por primera vez lo enfrenta a un dilema moral cuando encuentra el diario íntimo de Golondrina después de haber a asesinado a toda su familia, salvo el padre que muere en manos de de su hija porque este no le quería devolver justamente su diario íntimo, en ese momento es cuando se le revela a Urbano la enorme responsabilidad de la intimidad y el silencio.

"Al abrirlo, observé una fina escritura infantil que azuleaba las páginas. Enseguida volví a cerrar el cuaderno, avergonzado. Por primera vez, experimentaba la sensación física del bien y del mal.
Ni por un momento se me había pasado por la cabeza no liquidar a la cría. Un contrato es un contrato, el asesino a sueldo lo sabe mejor que nadie. Pero, de repente, leer su diario me pareció un crimen inexpíable".


Como lo dije al comienzo Diario de Golondrina se sirve de las convenciones del género policial para narrar los hechos, pero su fin es otro, su naturaleza es bien distinta, porque su propósito es la literatura, pero muy lejos de lo que instituye el valor de lo literario y más cerca de la materia cuando todavía es ese velado misterio, cuando todavía no tiene nombre, cuando la multiplicidad de los hechos conspiran contra el entendimiento y la simiente moral de la experiencia.
Urbano responde a los anti-héroes de esta época, su vida se reduce al puro presente de los acontecimientos, no hay nada para lamentar  ni buscar en el pasado, que para el lector es completamente desconocido, no hay respuesta posible, ni lógica de causas y efectos, ni tampoco hay mucho para proyectar sobre el futuro, que para el imaginario del personaje no existe, porque no hay un más allá de sí mismo.

Pero el fin es distinto si en personajes como en Jason Bourne (5), el pasado es un fantasma siempre amenazante, porque es el origen de su arriesgado nomadismo, y de alguna manera contextualiza su accionar en ese mundo: de intrigas, espionaje, y latente paranoia, en Urbano el pasado no representa nada más que un vacío, un hueco en su memoria que no vale la pena recordar, porque realmente no hay nada significativo, su vida como tal no existía hasta el momento exacto que comenzó a matar.
Diario de Golondrina es una apuesta a la literatura, que pone su foco, en lo innenarrable de la experiencia, en los puntos ciegos de una vida, y en su desesperada vitalidad.

La decisión de qué todo se desencadene por el diario íntimo de una adolescente, tan solo indica su propósito, detrás de todo registro sobre la marcha de los días se encuentra su fracaso, la imposibilidad de lo real y la permanente derrota de la literatura frente al cruda e inasible materia de las cosas.

"Pero sobre todo me hubiera gustado saber porque una chica escribía semejantes cosas. A veces enunciados tan simples, como extraños: "Esta mañana, mi corazón es grande". No iba más allá, ¿Porqué me desgarraba tanto? Intentaba convencerme de que esas líneas no sólo valían por su autor. Si las hubiera escrito una matrona plácida, no me habrían afectado. Absurdo razonamiento: nunca semejantes propósitos podrían haber sido obra de una matrona plácida.
Su brevedad, su soledad, su sabia inanidad correspondían a un ser joven y no instalado. Su frágil encanto hablaba de la belleza de la infanta difunta. Su extrañeza era la viva expresión de su destino."

La belleza de este párrafo puede hacer pasar por alto una frase en la que está el nudo temático de la novela condensado:"un ser joven y no instalado". El coqueteo con el policial, la utilización de un anti-héroe como personaje principal, tan solo son una anécdota que le da carnadura y le presta un código de lectura,  a lo que se pretende contar, pero en esa fragilidad de identidades no definidas se juega la poética de la autora, por eso vuelvo a insistir que su literatura atiende más al tono elegido, a la construcción de una voz matizada y atravesada por otros discursos, que a darle identidades pre-claras a sus personajes, lo importante no esta en contar una historia, sino en todo lo que esta antes, en lo que se articula cuando una voz habla, en las inflexiones del discurso cuando las fuerzas que maquinan son múltiples, no es solo el pasado que se juega sus fichas en cada gesto estético, también opera lo que no esta, lo fuerza del deseo, la potencia de lo que esta viniendo.
La apuesta de Amelie Nothomb le da batalla al confort de los géneros, la historia que cuenta es bien simple, podría ser narrada de manera eficaz en no más de un minuto, pero su ambición estética no pasa por ahí, sino en hacer hablar a esas zonas de silencio, a esos lugares inaccesibles de una intimidad cuando no esta sujeta a los nombres propios.

Si algo enseña Diario de Golondrina es que entrar en la subjetividad de alguien, no es un acto gratuito, hay un precio que pagar, el valor de ese peaje es la empatía; la total empatía hacia ese fenómeno que es una persona antes de ser, la mirada esta puesta en lo que se está conformando en el momento en que se conforma, porque lo importante no es lo que se cuenta, sino lo que se elige callar. En ese silencio que la poética de Amelie Nothomb maneja con maestría, se encuentra toda la potencia de la literatura cuando todavía no es.


1-El Samurai es un film de Jean Pierre Melville (1967), El americano es una película de del fotógrafo y director Anton Corbijn (2010), y Peligro en Bangkok (2008) es una remake del film homónimo de los hermanos Oxide Pang Chun y Danny Pang, también encargados de esta versión. 

2- Las otras novelas que tuve la oportunidad de leer de Amelie Nothomb son "Cosmética del enemigo" y "Matar al Padre" que a mi parecer no están a la altura de Diario de Golondrina, por un exceso de conciencia e inteligencia.

3-Este párrafo de la Naúsea de Sarte bien podría haber sido un fragmento de Diario de Golondrina

"Algo me ha sucedido, no puedo seguir dudándolo. Vino como una enfermedad, no como una certeza ordinaria, o una evidencia. Se instaló solapadamente poco a poco; yo me sentí algo raro, algo molesto, nada más. Una vez en su sitio, aquello no se movió, permaneció tranquilo, y pude persuadirme de que no tenía nada, de que era una falsa alarma. Y ahora crece (...) Por ejemplo, en mis manos hay algo nuevo, cierta manera de tomar la pipa o el tenedor. O es el tenedor el que ahora tiene cierta manera de hacerse tomar; no sé. Hace un instante, cuando iba a entrar en mi cuarto, me detuve en seco al sentir en la mano un objeto frío que retenía mi atención con una especie de personalidad. Abrí la mano, miré: era simplemente el picaporte."

4- Los discos de Radiohead del cual Urbano es fan son: Kid A (2000), Amnesiac (2001), Hail to the thief (2003).

5-Jason Bourne es el personaje principal de la saga Bourne identity, creación del escritor Robert Ludlum y llevada al cine de manera magistral por Paul Greengrass.











martes, 16 de abril de 2019

Esa ternura que raspa (algunas consideraciones sobre Estrella, una obra teatral)


           
                Cierta vez, en la casa de mi madre se encontraba de visita mi tía, muchos años habían pasado desde la última vez que nos habíamos visto, pero el afecto que sentíamos mutuamente se había mantenido intacto, a pesar de las cantidades de vidas que habían pasado desde entonces. En un momento de esa tarde que compartimos, le hago unos masajes en la espalda, se había quejado de unos dolores, así que simplemente bastó que diga eso para que mis manos recorrieran con fruición su espalda.
Recuerdo que la espalda de mi tía era un solo bloque de contracturas, nudos sobre nudos, que habían tomado sobre todo la zona lumbar y gran parte de los trapecios, recuerdo que en la medida que me iba adentrando en ello, me iba conmoviendo cada vez más, tuve que contener mis lágrimas porque no sabía muy bien cómo tomar lo que me pasaba, después me di cuenta que era tristeza, pura y llana tristeza, porque la espalda de mi tía contaba las cosas que ella callaba, en su espalda estaba cifrada toda su vida hasta ese momento.
Nunca me había detenido a pensar en ello, pero podía imaginar a través del masaje (que solo funcionaría como un pequeño acto de amor en esa tarde): sus logros, frustraciones, alegrías, silencios, y lo incomunicable de su experiencia como madre,  como esposa, y a fin de cuentas como mujer.

Este recuerdo que relato, fue uno de los tantos efectos tras haber contemplado el último espectáculo de Juan Pablo Geretto llamado "Estrella", un monólogo de una hora -más o menos- con un nivel de sutileza e intensidad que horada en lo más hondo de la condición femenina, pero lejos de la pancarta, el manifiesto y lo políticamente correcto en estos tiempos de oportuna y sospechosa conciencia política. La propuesta de Juan Pablo Geretto junto a Virginia Martinez, dramaturga y co-directora, se alza como una obra singular, sensible y terriblemente lúcida sobre los aspectos más banales, aparentemente inocuos y cotidianos de una mujer como cualquier otra, en una ciudad de provincia, que debe convivir con la pulsión de su deseo, la contingencia de la vida familiar, y la realidad inhóspita e indiferente de un lugar que ofrece poco y nada a su gente.

Por el programa de mano uno piensa que Estrella es solo un espectáculo cómico, y que la obra incluso mira con desdén a su propio personaje, pero la descripción del programa de mano funciona como una estrategia, porque prepara al espectador para uno cosa que no ocurre sino a medias, este desacomodo entre lo que se espera y lo que se propone genera un total desconcierto, porque el público se desfasa, no logra acomodar sus expectativas frente a una obra que supera ampliamente el marco de su representación. Si bien estamos frente a un espectáculo de teatro, que respeta todos su códigos, incluso el tan vapuleado como bastardeado código de la cuarta pared, hay una ligera y soterrada mirada subversiva, que conspira contra toda pretensión de re- presentación.

Estrella es una obra que despliega tanto en su puesta en escena, como en su incansable e increíble perfomance actoral, diferentes líneas de tensión y atención que al principio parecen correr paralelas, pero en lo que dura la experiencia teatral se van entrecruzando, generando diferentes grados de lecturas, pero sobre todo en su recorrido va definiendo un lugar de percepción, una zona sensible donde la subjetividad de la protagonista se des-sujeta, se abre, se vulnera para aparecer con toda la potencia de lo que no se puede decir; más que en entre líneas, entre silencios incómodos de omisión y sumisión al mandato cultural, que hace de la mujer la depositaria de los deseos y anhelos frustrados, que todavía no tienen nombres porque justamente no pueden ser nombrados.

El programa de mano dice: "Una revendedora de cosméticos cuyo único sueño es mirar televisión. Estrella: una emprendedora sin visión". Nada indica otra cosa en este cuerpo textual más que a lo que remite, pero hay que considerar que es lo que este pequeño párrafo deja afuera de manera inteligente. Lo que queda afuera claro está, es la obra, lo que el público variopinto va a presenciar desde la intimidad de sus prejuicios y emociones. Estrella trabaja con y sobre el prejuicio del público, lo atrae desde ahí, como un canto de sirena que inevitablemente los conducirá, no a su destrucción, pero si a la informe materia que hace a una vida, a sus procesos internos, a la conformación de una identidad siempre en duda, no por sí misma, sino por la cantidad de discursos que proliferan y atraviesan a la protagonista, que conspiran contra su misma con-formación.

Estrella parece hecha del mismo material que un sckech de Gasalla, y de hecho podría haberse quedado en ese registro, como en tantos otros, que la obra con inteligencia evita, en ese aspecto Estrella presenta en cada instancia, en cada climax, en cada corrosivo silencio, los lugares que va a desandar, a la obra no le interesa burlarse, ni mirar con sorna los avatares de su personaje, ni siquiera los caricaturiza, al contrario la mirada tanto del actor como de la dramaturgia y la dirección es rica en matices, en contraluces, no pretende sacar ninguna enseñanza de ahí, no hay afán pedagógico, porque lo que la obra indirectamente señala, es que no hay nada que aprender de una vida, no hay lección, ni sentido, ni siquiera redención, lo que si abunda son líneas quebradas, ondulantes y de fuga, cuando parece que no hay salida posible.

Había dicho al principio, que Estrella es un monólogo, detalle que habría que corregir, porque no lo es, Estrella es todo menos el alocado monólogo de un personaje que ha perdido los estribos, que ha salido de quicio, en todo caso lo que ha salido de su lugar, es la normalidad avasallante de todas las atrocidades que el personaje cuenta a lo largo de la historia con la mayor de las naturalidades posibles. En este aspecto lo verdaderamente subversivo en la obra es la performance actoral de Juan Pablo Geretto, en conjunción con la incontinencia verbal de la dramaturgia que sabe cuando hacer silencio, cuando callar, cuando dejar que público complete lo que ve, escucha y siente.
Estrella no es un monólogo porque es un verdadero entrechocar de diferentes, y diversos discursos que pueblan atormentan y entretienen la sensibilidad del personaje.

Habría que agregar que Estrella, es menos la obra de un personaje definido, y más la puesta en escena del devenir y la proliferación de la Babel discursiva que hacen carne en el cuerpo del actor, que abre su enorme humanidad para que estos diversos relatos hablen, tengan un sostén, un contexto, para que todo lo que se diga en lo que dura esta experiencia estética, cobre realidad en el imaginario de sus espectadores.
Si hablamos de lo enteramente discursivo, hay que señalar que Estrella tiene un oído muy sensible, poderoso y atento al habla de la gente, a las voces anónimas que no saben cuál es el valor de sus deseos y se atienen a lo que heredan, a lo dado, a la costumbre de la molicie cotidiana, sin saber que hay un mundo más allá de sus narices.

Haciendo justicia habría que decir que el cuerpo de Juan Pablo Geretto, el de Estrella, es el escenario posible para que todo el pueblo, todo ese pueblo que aparece en el vertiginoso discurso de la protagonista, devenga, cobre relevancia y una dimensión que la misma chatura pueblerina trata de atemperar.
Técnicamente Juan Pablo Geretto es impecable, porque sabe cómo desaparecer en escena para que aparezcan estas voces, estas historias anodinas, por eso me parece que la obra no es la re-presentación de una idea, de cómo debería ser una vendedora de cosméticos en un pueblo ignoto de provincia; con esto quiero decir que Juan Pablo Geretto desaparece para ser otros, para devenir otros, pero desde la fisicalidad del discurso, porque sabe cómo poner el cuerpo para que las palabras realmente sean un acontecimiento, viniendo de quién venga, el virtuosismo radica en no hacer de más, en no engolosinarse con sus posibilidades técnicas y eso es un alivio, que enriquece la experiencia de estética que nos propone prácticamente desde un lugar imposible.

En definitiva Estrella es una obra inteligente, que sabe como camuflarse para atraer la atención del público, sabe que más allá de los códigos están los fenómenos esperando ser nombrados, no le interesa quedar atrapado en la convención teatral, aunque en su función enteramente lo es, de principio a fin, no hay dudas sobre su naturaleza, pero lo que la despega de la medianía, y de tanto juego retórico y vanguardista, es que su mirada no esta por encima de lo que cuenta, no pretende ser más lo que es, porque en ello esta todo, radicalmente todo, es decir: una vendedora de cosméticos, en un pueblito de provincia ignoto, que cuenta los diferentes y terribles avatares de su vida, mientras vende y promociona sus productos, buscando crear su posibilidad, su punto de fuga, la espera de ese ansiado viaje a la capital para rodearse y tratar de estar, aunque sea de turista en las ligas mayores, como en el relato de su marido que siempre anhelo ver el mar, que obliga a toda su familia a viajar con él, para contemplar su inmensidad y descubrir en la felicidad de sus ojos, esa ternura que raspa, que colisiona con la misma realidad de los hechos, y nos hace humanos, demasiado humanos, al calor y a la interperie de nuestros propios deseos.




Autor e intérprete: Juan Pablo Geretto

Dramaturgista: Virginia Martinez

Dirección: Virginia Martinez - Juan Pablo Geretto

Para más información sobre la obra http://www.alternativateatral.com/obra62607-estrella-el-aire-sale-el-aire-entra