martes, 13 de septiembre de 2011

El tiempo de los espectadores

Una segunda mirada, sobre Ojos bajos.
                                                
         "En suma, le gustaba del tenis lo mismo que le gustaba del cine que le gustaba.
          La posibilidad -de un jugador como de un cineasta- de crear tiempo, el tiempo
          necesario para ganar un partido o para inventar mundos."

                                         Alan Pauls
                                         a propósito de Serge Daney
                                         y su libro "Cine, arte del presente".


        Ojos bajos, problematiza  a la danza, al pensamiento sobre la danza, al espectáculo; a la idea de lo que debería ser un espectáculo. Todo sucede sin excusas narrativas, ni fuegos de artificio, teatralidad al borde de la danza y la danza no existe más que como referencia de lo que no se hace. La propuesta inquieta el sentido común (de lo que debería ser...) modificando muy sutilmente cierto lugar del imaginario artístico y social.

No esta de más decir, que toda obra en la radicalidad de su creación; es una maquinaria de percepción.
Un lugar donde la visión se posa, donde la mirada se extraña, donde la temporalidad es el tiempo, en que me detengo a observar lo que sucede.
                                                                                                                                                       
Ojos bajos, trabaja con ese espacio paradojal, todo esta muy expuesto, a la vista. Por eso se nos escapa la imagen (posible) que nos explique, porque inmediatamente deviene en la próxima y en la próxima.
Nada se afirma, nada se confirma por eso la incertidumbre o el aburrimiento del espectador( una cosa no quita la otra). La obra requiere un tiempo que el que mira deberá sacrificar, no como acto gratuito, ni como gesto de redención, sino porque no existe otra manera  de experimentar la sensación de que el espectador "es el espectador" y no puede olvidarse de si, frente a una obra que lo interpela a tomar partido frente a lo que ve, lejos de la empatía pero cerca de la sensación física. Uno puede interpretar lo que ve y de hecho lo hace, estamos educados para hacerlo. Pero donde queremos entenderla, perdemos lo mas valioso.
Que es sencillamente  la idea de experiencia.

Ojos bajos problematiza sobre lo que queremos ver, ese acto mecánico de ir a un espectáculo, pagar una entrada y que nos cuenten el cuentito tal como esperamos que nos cuenten. La obra mantiene una distancia crítica y como tal nos marca el terreno como espectadores*. No hay ficción ni nada que creer por fuera de lo que se muestra, los cuerpos son los cuerpos, las mujeres son mujeres y lo que se ve es lo que se ve, nada más.

Por supuesto que ahí esta todo, en ese "entre" que lentamente van desarrollando, los cuerpos, el espacio, el tiempo y la banda sonora, que es otro cuerpo más, interviniendo (casi en paralelo). La propuesta es sobre la experiencia de la velocidad, sobre las diferentes velocidades de percepción y sobre la cantidad de tiempo que nos demanda poner (realmente) el cuerpo como espectadores.

Ojos bajos como lo indica su título, es una mirada estratégica, pasiva (en su forma), hasta puede parecer sumisa, pero no; marca un territorio, un más acá del espacio escénico desde donde las velocidades se fugan, el sentido colapsa y la intensidad, son los restos que dejan los cuerpos por encuentros, desencuentros y afecciónes.


*En Virginia, hay un mayor desarrollo del lugar del espectador y se radicaliza la apuesta.



Ficha artistica:

Intérpretes: Manuela Anguinaga, Marcela Botti, Agostina Dolcemascolo, Alina folini, Verónica Jordán.

Vestuario: Martin Sichetti.

Música original: Gabriel Paiuk.

Fotografía: Nacho Iasparra.

Asistencia de dirección: Macarena Cifuente, M Gabriela Iasparra.

Dirección: Viviana iasparra.

Funciones: Centro Cultural de la Cooperación (2008)
                 Centro Provincial de las artes Teatro Argentino (2008)