miércoles, 11 de noviembre de 2020

Alan Moore, magia y literatura

 

                La primera vez que supe de Alan Moore no tuve mucha conciencia de con quién me encontraba, era la década del 90 y a mis manos llegaba la edición multicolor de Killing Joke (1998) un número especial de Batman donde se narraba el origen del Guasón ese archienemigo carismático, perverso, imprevisible, esa contracara necesaria, el espejo donde las pulsiones oscuras hacen catarsis de un lado o del otro de la ley. La Broma asesina o mortal según la traducción es un comic magistralmente dibujado por Brian Bolland, con guión de Alan Moore.


En el momento en que leí esta historieta quede completamente fascinado por una narración que prácticamente prescindía de los diálogos para quedarse con con lo esencial del material narrativo, la dinámica de las imágenes y el montaje de sentido que tanto el dibujante como el guionista utilizaban para indagar las secuelas del pasado de los personajes en el presente que los exponía de nuevo a nueva y siniestra contienda. Esta versión de los hechos en este universo ficcional y totalmente autosuficente marcaría un precedente difícil de igualar y que de alguna manera decidirá la suerte de las versiones cinematográficas de Batman y el Guasón.

Alan Moore con el transcurrir de las décadas se irá transformando en una figura de culto de gran repercusión por las sucesivas veces que sus historias fueron llevadas al cine, con mayor o menor éxito y acierto(1)  comenzando a trascender de manera inesperada el medio para transformarse en un escritor esquivo, oscuro, atávico, provocador, de apariencia druídica y poco afecto a las pasarelas de las cámaras. Con un background cultural que excede al universo de los comics pero lo paradójico es que la puerta que abrió su percepción se la debe justamente a  a las diferentes historietas de superhéroes que leyó a lo largo de toda su infancia y adolescencia, lecturas que ayudaron a escapar de una existencia monótona y gris en un pueblito antiquísimo de Inglaterra, tal como lo muestra en el excelente documental sobre su figura e imaginario "The Mindscape of Alan Moore, escritor y chamán" (2003) dirigido por un desconocido Dez Vylenz que por lo que pude rastrear tan solo es responsable de esta excelente retrato.


En sí no me interesa hablar de la obra de Alan Moore sino de esta experiencia que representa este documental, que en su sentido más acabado es un verdadero trip, un recorrido cadencioso e hipnótico a través de la verba, el acento y la modulación de la voz de este artista singular y complejo que hizo dialogar y confrontar los relatos míticos de las cultura con la atroz necesidad de una época sin héroes ni épicas, pero que encontró en la creación de superhéroes una nueva posibilidad de habilitar el sentido de un mundo absurdo. Alan Moore es un hombre de su tiempo con todos los aciertos y errores de una personalidad curiosa, categórica y lapidaria con el mismo medio que posibilitó su consagración, su actitud frente a las cosas es extemporánea, como si no estuviera habitando el mismo espacio temporal, en algún punto su discurso estético y personal es irreductible para los gerentes de la cultura y el marketing estético.


Lo interesante del documental es que está pensado a través de las posibilidades del cine y no desde la ilustración o el subrayado del personaje pintoresco que podría ser Alan Moore para nuestra contemporaneidad, el eje nunca se corre de su presencia, la inteligencia del director reside en que lo deja ser frente a la cámara y por momentos parece más una charla entre amigos con esa deferencia tan inglesa que uno imagina a través de los pre-juicios que uno supone de la idiosincracia del país británico. Esta experiencia audiovisual esta separada y mediada por las cartas del tarot que el mismo autor las va tirando separando la narración por unidades temáticas, o si se quiere por viñetas que van definiendo el recorrido del relato, que a fin de cuentas es esa parte de su vida que elige compartir con el espectador.

Hay un especial énfasis en la infancia, adolescencia y juventud donde aparecen datos biográficos para después ir silenciando todo lo específico a su vida, hay un decidido afán por desaparecer como si quisiera confundirse con su obra pero esta actitud no evidencia ningún tick romántico sino más bien el deseo de que su existencia no interfiera en la recepción de su trabajo. Como lo señala el documental nació en una zona antiquísima de Inglaterra llamada Northampton donde se asentaron familias rurales y en este entorno monocromático y gris e incluso endogámico -hasta los perros tenían labios leporinos- Alan Moore comenzó a vislumbrar más allá de los límites de su propio origen de clase obrera, a través de los relatos mitológicos y de los comics que caía en sus manos, especialmente los de procedencia americana llena de historias de superhéroes que desafiaban todas las condiciones de normalidad.


Esta educación sentimental a través de las historietas definió su inquietud cultural y su afán de trascendencia, nunca se casó con su medio ni le rindió pleitesía porque siempre supo y se cuido de no participar ni reproducir los discursos pasteurizados y normalizadores del establisment económico que suscitan toda la industria alrededor de las historietas. Lo curioso del mundo de los comics como bien lo expresa Alan Moore es que los que habitan y hacen posible este mundo -tienen espantosas vidas sociales-, hay una relación directa entre el nerd y el freak que conviven en este espacio que a todas luces es una fuga y un medio de subsistencia para seres que no soportan vivir en lo que llamamos realidad, pero esta industria creada para sustentar estos caprichos estéticos como relatos populares responden a la lógica capitalista creando sus demandas y necesidades. Es ambivalente la potencia de este mundo siempre en expansión que si bien pueden tener contenidos subversivos están atemperados por la misma industria que rápidamente los cataloga en los nichos más extraños y exóticos del universo de los consumos culturales.


Una de las cuestiones formales que plantea un documental en toda práctica, es que se trabaja con materiales en bruto, componentes fácticos y verídicos, hechos vivos como inexplicables para el pensamiento que siempre llega tarde y no le queda más remedio que la reflexión, pero la elección es un recorte, un filtro por donde pasa lo que al director exclusivamente le interesa resaltar. Que el film abra con los principios que para Alan Moore hacen a la narración es un declaración de principios,un llamado de atención no solo sobre el artista en cuestión sino sobre la propia materia filmica.

"En mi trabajo de narrador trafico con la ficción, no con la mentira, aunque reconozco que la distinción es atractiva (...) con la narrativa, con el arte, con la escritura, es importante que aunque estés trabajando con áreas de fantasía totalmente excesiva, haya una resonancia emotiva. Es importante que una historia suene real a nivel humano, aunque nunca haya ocurrido."


En este párrafo esta expuesto la ética imaginativa del autor que aunque narre hechos improbables e imposibles, nunca abandona la coloratura humana porque en el fondo siempre se cuenta la misma historia, la desventura de la humanidad que se sabe extraña en un mundo extraño. La constante en este singular artista inglés son los impulsos atávicos del ser humano, esos instintos primarios que han permitido la supervivencia de la especie, y que han creado las condiciones necesarias para llamar realidad a lo que entendemos como tal, pero en el fondo este pacto entre lo probable y lo desconocido no es más que una delgada línea que nos salva de la locura y la destrucción. Uno de sus paranoicos superhéroes de Watchmen lo expresa con impiadosa neutralidad.

"Este mundo a la deriva no está formado por vagas fuerzas metafísicas. No es Dios quien mata a los niños, ni la Fe que los masacra o el Destino que los arroja a los perros. Somos nosotros. Solo nosotros".


La particularidad de este autor es que su postura es inactual e intespestiva, su mirada no se casa en ningún momento con la feria de vanidades de nuestro tiempo, hay un cuidado hacia su entorno y cierto desdén a sus propios logros dentro de la industria del comic, que el mismo ayudo a revolucionar y a posicionar a este género popular tan bastardeado dentro de la órbita del arte. Alan Moore de ninguna manera se cree su propio cuento y pone en entredicho a la fama, escarba en su sentido y va un poco más allá.

"El tema con la fama es que la fama en la forma que hoy la conocemos no existía antes del siglo XX. En tiempos anteriores, incluso cuando eras muy pero muy conocido, eso implicaba serlo entre unas 100 personas como mucho (...) En el siglo XX, con estos medios masivos de comunicación, de repente se hizo posible otro tipo de fama."

Para este autor la fama esta relacionada con los rituales de iniciación para llegar a ser un hombre, esa costumbre de clase que tenía el siglo XIX, donde ser famoso era otra cosa y en donde el desafío era cruzar el mar e ir más allá de la propia cultura y encontrar el propio valor


Tiendo a pensar que lo que la fama a hecho es sustituir al mar como la elección básica para la aventura para los jóvenes. Si tu fueras un joven audaz en el siglo XIX elegirías probablemente cruzar el mar, exactamente como en el siglo XX podrías decidir que quieres escapar y armar una banda de pop. La diferencia está, que en el siglo XIX, antes de huir hacia el mar, tendrías al menos algún conocimiento sobre lo que era ese elemento con el que ibas a tratar y probablemente, digamos habrías aprendido a nadar. 

Pero la problemática con la fama en este siglo donde la apuesta de Andy Wharhol (2) se multiplico hasta la reducción al absurdo es que la sociedad del espectáculo permanentemente necesita renovar su cartera de escándalos, suntuosidades y patetismo. Hoy ser un genio es la cosa más fácil y promocionada del mundo.


La cuestión es que no hay manual sobre cómo lidiar con la fama.Te convertirás en un apreciable joven que ha hecho una buena historieta, una buena película o un buen libro, al quien se le dice de repente que es un genio y que se lo cree y que se consume salpicando en olas de la celebridad y cuyo cuerpo empapado de heroína es arrastrado semanas después en las tapas de los diarios."

Lo que hace de este documental una experiencia singular es cuando se anima a contemplar el paisaje mental de Alan Moore, cuando prácticamente abandona las referencias a su trabajo para dejarse encantar por los pliegos de un pensamiento que hace de cada ínfima partícula un hecho vivo. Si bien siempre fue un autor de intereses múltiples su foco siempre estuvo más atento a los efectos que a la causas, en esa deriva imprevisible de las consecuencias esta el peso  fáctico que la forma de su escritura indagó desde un género popular y menospreciado para acercarse a la magia.

"En mi cumpleaños número 40 en lugar de aburrir a mis amigos con algo tan mundano como una crisis de la edad, decidí que sería mucho más interesante aterrorizarlos y volverme totalmente loco autoproclamándome mago. Esto venía preparándose desde hacía un tiempo y parecía un paso final lógico a mi carrera como escritor.(3)


Nada en el documental indica las posibles causas de su transformación en mago, el autor tan solo señala que es un hecho consecuente a su labor, su mirada sobre los aspectos mágicos de las cosas escapa a los lugares comunes de la galera infinita de conejos, no hay trucos en su posición frente al arte, la vida, la escritura y a fin de cuentas el universo. Aunque Alan Moore se declare mago lo hace sin lugar a dudas desde su perspectiva de escritor. En ese respeto y cuidado que detenta sobre la magia en sí misma se devela la actitud que lo ha llevado a sortear una vida por fuera de su condición social y al mismo tiempo muy consciente de las míseras bondades de la propia naturaleza humana que busca transformar en dogma todo lo que posea un atisbo de esperanza frente al caos ciego del mundo.

"Hay algo de confusión con respecto a lo que es la magia realmente (...)La magia en sus formas más tempranas es habitualmente designada como "el arte" (...) Creo que la magia es arte, y que ese arte, ya sea la escritura, la música, la escultura o cualquier medio es literalmente magia.


El film no ahonda en la magia ni le interesa saber qué es tal cosa, sino de qué manera esto afecta e influye en ese fenómeno por fuera de las modas y las tendencias llamado Alan Moore.

"El arte es, al igual que la magia, la ciencia de manipular símbolos, palabras o imágenes, para lograr cambios de conciencia. El verdadero lenguaje de la magia trata tanto de la escritura como del arte y también sobre hechos sobrenaturales. El grimorio, por ejemplo es un libro de hechizos es un modo extravagante de hablar de gramática (...) Deletrear, manipular palabras para cambiar la conciencia de la gente. Por eso que un artista o un escritor es lo más cercano que verás a un chamán en el mundo contemporáneo."

Si  bien esta relación que establece el autor no es nueva si lo es cuánto a que literalmente ve como magia la labor del artista con su material, en este aspecto la obra es un dispositivo de percepción, una puerta que se comparte, se entreabre para que el público, la gente, el común acceda a otra manera de mirar, a otra forma de plantarse frente a la crudeza de los fenómenos cuando no están mediadas por el sopor de la costumbre y los pre-juicios. El mago como el artista es un provocador, alguien que altera y manipula los límites y los cánones de normalidad y belleza para que podamos contemplar toda la potencia de nuestra vida dormida y dispersa por una cultura que se ha olvidado del ser en beneficio del individuo.

Para Alan Moore la magia y la escritura son intercambiables, en algún punto son la misma cosa, lo único que cambia es el modo para que las ideas mágicas lleguen a destino, más allá esta cuestión Alan Moore es un hombre de su tiempo y responde a ese espíritu de época que buscaba cambiar la percepción de los poderes con la subversión psicodélica, la oleada hippie, y la esperanza de oriente, nada más que este escritor eligió un destino minoritario pero rentable y más efectiva a la larga. Nadie vio venir la opaca crudeza de una poética que no le teme al ridículo al declarar que busca ser una experiencia transformadora y no un mero dispositivo de entretenimiento como los miles que infectan nuestras necesidades.


Una pregunta pertinente y necesaria es qué es lo que diferencia a este escritor de los pastores de la autoyuda y las banalidades new age, en donde radica la diferencia que separa las intenciones espirituales de un Pablo Coelho, Alejandro Jodorowsky con la de este artista británico que se declara mago sin miedo a su propia parodia como lo muestra un capítulo de Los Simpsons. (4) Con Alejandro Jodorowsky comparten muchos puntos en común, los dos trascienden la propia disciplina y al parecer están más allá del bien y del marketing, cosa que no ocurrió al escritor brasileño que no sobrevivió a su minuto de fama con el gran malentendido que fue "El Alquimista" que eso sí a todas luces fue un verdadero truco de distracción que disfrazo de magia procedimientos caros a la literatura como la alegoría, la fábula y Borges.

The Mindscape of Alan Moore es un ejercicio filmico que apuesta a la sugestión, al misterio,y al silencio de todo misterio y así como este artista extemporáneo no se deja seducir del todo por su propia magia porque siempre existe un intersticio que recuerda la humanidad de su naturaleza, la mirada del director Dez Vylenz no se apabulla ni teme mirar las cosas con la distancia necesaria como para que el campo de acción de las palabras de Alan Moore hagan efecto en la retina emocional, en el fondo no se trata del personaje, ni del fenómeno, ni de la opacidad de su presencia sino de lo que alcanzamos a vislumbrar cuando el arte ataca dejándonos vulnerados y vulnerables en las costas más ignotas del ser. A eso apunta Alan Moore a reconciliarnos con la parte más irreductible de nuestra subjetividad, a descubrir que no habitamos el universo sino que este habita en cada uno de nosotros, somos las mónadas, los puntos de fuga, los cristales de tiempo por donde se refracta y escapa esa vida fugitiva de toda forma pero famélica y curiosa de su propia potencia.

"Cuando cumplimos la voluntad de nuestro verdadero Yo, estamos inevitablemente cumpliendo la voluntad del universo. En la magia estas dos cosas son indistinguibles. Cada alma humana (...) es el alma del universo entero. Y mientras cumplas la voluntad de todo el universo, es imposible hacer algo equivocado.

  

1- Como todo creador celoso de sus historias las diferentes versiones llevadas a la pantalla le han causado no poco dolores de cabeza a este autor que ha pedido expresamente que se retirara su nombre de los créditos e incluso ha rechazado la plata que estas adaptaciones cinematográficas le han reportado.

2- Andy Wharhol enunció que en el futuro todos contaran con sus 15 minutos de fama, la fama de la que habla Alan Moore en el siglo XIX tenía una dimensión que luchaba contra los elementos, hoy adquirir fama es pelear mano a mano para no aburrir en la pantalla chica. 

3- Se sabe que Alan Moore se declara un mago del caos,  una práctica que no tiene dogma y tiene mucho que ver con la particularidad subjetiva de cada uno. https://es.wikipedia.org/wiki/Magia_del_caos

4-El capitulo donde aparece Alan Moore tan solo señala y confirma su posición frente a los medios https://www.youtube.com/watch?v=NICs9OeIF_4

The Mindscape of Alan Moore se encuentra integramente en youtube https://www.youtube.com/watch?v=moRkHk-q9Rg



1 comentario:

  1. El autoproclamado mago y hijo del universo en su faceta de escritor huyendo de lo mundano y la inteligencia del director en mostrar al ser, hasta que llegas vos Luis y sobresalta los límites del tiempo y del olvido y pone a funcionar colores de del deslumbramiento como el primer día de éste descubrimiento y que al día de hoy le dio otro impulso otro hijo del universo.

    ResponderEliminar