lunes, 18 de noviembre de 2019

Proteo, el mito peronista

                                     
                                                                         "De Proteo el egipcio no te asombres,
                                                                          tú, que eres uno y eres muchos hombres".

                                                                                                                             Proteo
                                                                                                          Jorge Luis Borges


               Nuestro país tiene un misterio, un misterio insondable y si se quiere caprichoso, un misterio llamado peronismo, que ha generado a lo largo de su historia todo tipo de elucubraciones, que han tratado de explicar lo que sencillamente no tiene una sola respuesta y aún así no la hay, porque el peronismo es un muerto vivo que insiste en seguir insuflando vida, y potencia a la simiente cultural, política y afectiva de estas tierras, ya sea por identificación o rechazo, el peronismo sigue siendo un hecho vivo. A diferencia por ejemplo de sus antiguos contendientes como la Unión Cívica Radical que más que un partido político es una pieza de museo.

"La Novela de Perón" (1985) de Tomás Eloy Martinez (1) se aventura a entrar en esta terreno inhóspito para las explicaciones fáciles, tendenciosas y fuertemente ideológicas, la novela en sí misma es un gran interrogante y un sacrilegio para el dogma peronista porque se atreve a retratar al último Perón, al más desconcertante, al más revulsivo, al que vuelve después de 18 años de exilio español, con José Lopéz Rega como sombra de su sombra, que fue a su vez, responsable ideológico y arquitecto de la masacre de Ezeiza (2) primero y Triple A (3) después, al Perón que desterró de plaza de mayo a montoneros, al que quiso verse como pacificador de la sociedad argentina siendo que fue el entero responsable en alentar a la izquierda peronista a la lucha armada.
A este Perón, Tomás Eloy Martinez convoca desde una escritura que se demora en lo biográfico, lo político y lo estrictamente perceptivo de la ficción, para indagar en las zonas más oscuras de esta historia que partió a nuestro país al medio y lo desangró finalmente, tiempo después con la dictadura cívico militar que fue su lamentable efecto, ya con Perón muerto, e Isabel Martinez de Perón como presidenta y Lopéz Rega como verdadero dueño de los destinos de nuestro país.

Son varias historias las que se enhebran con maestría en la novela, son varios los destinos que se entrecruzan para dar lugar a los acontecimientos, y son muchas las contradicciones que sacuden la estantería de las convicciones de los personajes y de los lugares comunes de la interpretación política e histórica. La novela comienza retratando la ansiedad y el desasosiego del general en su vuelo de retorno al país, hay un ligero desacomodo que atraviesa y delimita a sus pensamientos de su cuerpo, los recuerdos de su memoria, los afectos de sus verdaderos sentimientos, si es que se puede hablar de algo verdadero en una subjetividad especialista en camuflarse en la necesidad de los otros.

"Una vez más, el general Juan Perón soñó que caminaba hasta la entrada del Polo Sur y que una jauría de mujeres no lo dejaba pasar. Cuando se despertó, tuvo la sensación de no estar en ningún tiempo. Sabía que era el 20 de junio de 1973, pero eso nada significaba. Volaba en un avión que había despegado de Madrid al amanecer del día más largo del año, e iba rumbo a la noche del día más corto, en Buenos Aires (...) Ni siquiera tenía prisa por llegar a parte alguna. Estaba bien así, suspendido en sus propios sentimientos. ¿Y eso qué era? ¿Los sentimientos?: nada. Cuando mozo le dijeron que no sabía sentir, sino representar los sentimientos. Necesitaba una tristeza o una señal de compasión, y ya: las pegaba con un alfiler sobre la cara. Su cuerpo vagaba siempre por otra parte, donde los afanes del corazón no pudieran lastimarlo (...) Nada le había pertenecido, y él mismo se pertenecía menos que nadie."

Si hay algo que caracteriza al retorno del general a la Argentina, es el desencuentro, el desfase entre la expectativa largamente deseada de su retorno y su retorno finalmente, Perón volvía es cierto, pero  su retorno no era gratuito, el precio pagado era muy alto, porque si hay algo que quiso controlar con voluntad férrea fue el destino de su movimiento, pero esto no lo lograría sino a medias, porque el hombre no pudo sobreponerse al mito que había creado, al monstruo que finalmente lo terminaría engullendo, porque si hay algo que no se puede conducir fue el incandescencia imaginaria del pueblo, desde el momento en que asumió la presidencia hasta su muerte.

Con justicia se puede afirmar que la narración que despliega Tomás Eloy Martinez transcurre durante un solo día, en ese fatídico 20 de junio, fecha indigerible para el mito peronista, porque la operación retorno fue la masacre de Ezeiza y la puesta a punto de incipiente Triple A de José López Rega, alías el brujo, o Daniel como gustaba llamarse en la intimidad del general, en el primer capítulo está contenido todo lo que el autor de esta novela desarrollará con puntillosa sensibilidad.

"El secretario se llamaba José López Rega, pero en la primera ocasión de intimidad pedía seriamente que lo llamaran Daniel, ya que por ese nombre astral lo conocería el Señor cuando tronara el escarmiento del apocalípsis. Parecía un carnicero de barrio: era retacón y confianzudo. Se posaba como una mosca sobre todas las conversaciones, sin preocuparse en lo más mínimo por la tolerancia de la gente. En otros tiempos se había esforzado por caer simpático, pero ya no. Ahora se vanagloriaba de su antipatía."

Se podría decir sin ningún ápice de exageración que La novela de Perón es relato múltiple, que en su expansión se fragmenta en un gigantesco caleidoscopio, donde cada uno, ve o cree ver, el influjo, el efecto, la marca e incluso el mandato que el general impuso en la vida de miles, ni siquiera el mismísimo Perón puede escapar a esta consecuencia que lo tuvo a maltraer entre él que fue, que hasta ese momento estaba en la memoria viva del pueblo, de varias generaciones y él que fue finalmente terminó siendo, en esa vejez que lo termina desencontrando no solo del país que lo esperaba en vilo, sino de sí mismo.

El Perón de este relato no encuentra su lugar en sus memorias, aunque trate de controlar el pulso de lo vivido hay una zona que es imposible de intervenir, esa es la zona donde la escritura de Tomás Eloy Martinez escarba con maestría y encuentra su razón de ser, no para explicar el devenir del General, sino para acercarnos como lectores a la intimidad de una subjetividad escindida de sus afectos, a la puesta en escena primero del militar y después del político, a la construcción de ese personaje público, que hoy es, más una marca, una caricatura, un mito, una babel de voces que reclaman y se pelean por su herencia.

Lo que el relato de Tomás Eloy Martinez expone, es que para que Juan Domingo Perón comience a ser Perón tuvo que pasar por un largo proceso de despersonalización, una rigurosa crueldad se tuvo que desplegar en su vida para llegar a ser; desde su infancia con una familia errante buscando un lugar donde hacer patria en el sur más anhóspito de nuestro país, en su educación cuasi huérfana con unas tías en la capital, para ir directo a las humillaciones constantes de una vida que él quiso que fuera militar, que hacía del sometimiento del alma, y de la identidad, su herramienta más efectiva para oprimir los impulsos vitales y necesarios para desarrollar y potenciar la empatía humana.

"...Juan Domingo se aplicó a fundir su identidad con la del ejército, a desconocer los mandamientos de sus deseos y a obedecer hasta los más extraviados deseos de los superiores. El universo real murió. La vía láctea, el reloj del péndulo de la abuela, la campana del tranvía, el recuerdo de los domingos tristes en el internado de Cangallo al 2300: aquellos accidentes de la realidad se convirtieron para él en absoluta nada. Solo existía el ejército. Y dentro del ejército, en alguna orilla de los reglamentos, se diluía su persona. Para ser obedecido tenía que aprender a obedecer."

Por la misma naturaleza de la novela es difícil desglosar una parte del relato sin omitir otra, pero con justicia se puede afirmar que el centro de la historia es la relación de Perón con José López Rega, ese entramado oscuro, y ambiguo, en donde el brujo fue generando su espacio de poder de una manera muy sutil, un verdadero trabajo de hormiga, un trabajo de años para asegurarse un lugar en la historia,  lugar (por cierto) siniestro e incómodo para el peronismo que todavía no sabe de qué manera procesar o re-significar su paso nefasto por la vida del general.
A tal punto nos dice el relato de Tomás Eloy Martinez  llega la influencia de López Rega, que abiertamente interviene en el dictado de las memorias del General, pero no solo eso, sino que también se ubica en la imaginación de Perón, como un  olvidado recuerdo más, pero uno con el suficiente peso como para modificar el curso de su pasado.

"No sólo sembraba las Memorias de pensamientos propios; también les incorporaba historias que el General había omitido y que él, en cambio, recordaba al dedillo (...) "Piense mi General: remóntese. Enero de 1906. Nos vistieron de negro, y por si fuera poco, nos ensartaron en el brazo un moño de luto (...) usted y yo caminábamos adelante; la prima María Amelia y el primo Julio nos seguían muy serios, tomados de la mano. Baldomera se atrevió a besar la frente del gran hombre. Los demás fuimos a firmar el libro de dolientes, recuérdelo..." Y el General respondía: Ahora que usted lo ha dicho, lo recuerdo como en una bruma. Pero no veo sino a los primos. Yo iba solo adelante, abriéndome paso entre la muchedumbre que lloraban. Buenos Aires parecía un camposanto. Sudábamos a chorros y nos ahogaba el calor de tantas flores. Y usted, ¿qué hacía usted allí, López? ¿Cuántos años tenía?. El secretario nunca contestaba.
A Perón le caían en gracia aquellas ocurrencias, pero por las mañanas, cuando la voz de López recitaba frases ya corregidas en la grabación (...) sentía que un cuerpo ajeno procuraba desalojarlo de su cuerpo, y se aferraba entonces a las barandas de las escaleras para no perder el instinto de identidad".

En el entramado de esta relación se encuentra lo más revulsivo de la novela, porque en la lectura de la historia están quienes le otorgan el beneficio de la duda al General, y se consuelan pensando que Perón fue totalmente manipulado por López Rega, pero la otra visión no se ampara en esa pretendida ingenuidad, si el General siempre fue una brillante mente estratégica es imposible que haya caído en las redes del brujo, pero sí es así, lo utilizo como beneficio para deshacerse del ala más combativa e indomable del peronismo como fue montoneros.
Lo cierto es que Perón era un estratega, un militar de formación enciclopédica y alemana, que entrecruzaba sus conocimientos del campo de batalla con su astuto y sagaz saber campechano.
Perón era un pragmático, no se hacía ilusiones con nada, salvo con su poder de seducción, su oratoria encendida, su visión del país en relación con los diferentes relatos del mundo, y Evita por supuesto.

Pero si hubo un referente en el mundo militar que lo ayudo a pensar la política desde otro ángulo, este sin duda fue: Alfred Von Schlieffen, un militar alemán de finales del siglo XIX. al cual Perón estudió con dedicación.

"Clausewitz opinaba que la guerra es una continuación de la política por otros medios. Para mí las cosas suceden al revéz: la política es una continuación de la guerra por otros medios, pero con las mismas tácticas. Años más tarde, cuando me reprochaban una frase irritante, yo podía responder extrañado: ¿Cómo es posible, si en la ocasión tal o cual afirme lo contrario?. Nadie puede hacerme responsable de una sola idea que no cuente con su reverso. Con la Iglesia, el ejercito, el petróleo, la reforma agraria, las formaciones especiales, la libertad de prensa, he mantenido siempre dos actitudes, dos o más planes, dos o más líneas doctrinarias: por mi naturaleza adversa a todo sectarismo y porque soy un conductor. No puedo andar midiendo las cosas con la vara de un solo dogma. Esa fue la mejor enseñanza de Schlieffen."

Lo que la novela de Eloy Martinez enseña es que Perón sabía como intercambiar sus diversos rostros frente a sus aliados o enemigos políticos, era como el mito de Proteo, todos proyectaban sobre él lo que realmente querían ver de sí mismo frente al relato, al mito, a la historia.
Perón es el padre severo, no solo fue el tótem de esa horda ruidosa y sucia (según las voces que descalifican al movimiento) sino del país todo, ya sea por admiración o rechazo el espectro del General sigue sobrevolando el imaginario del pueblo, como el padre de Hamlet sigue ordenando un sacrificio imposible, dentro de un pensamiento que se rige paranoico, hay que recordar que el padre de Hamlet fue muerto por las telarañas de su tío y las veintes verdades peronistas enuncia en su mandato número 6: Para un peronista de bien, no puede haber nada mejor que otro peronista, o sea hay que tener cuidado sobre todo de las personas allegadas, hay que resguardarse de los supuestos peronistas amigos o parientes, que camuflados pueden conspirar en el movimiento, que fue la lógica inclaudicable y feróz que no tardó en usar la Triple A como su razón de ser.

Hay que recordar que Tomás Eloy Martinez fue un reputado periodista, y la base de su novela son varias entrevistas que realizo el autor al General "El primero tuvo lugar en junio de 1966, y luego se sumaron otras cuatro jornadas, entre el 26 y el 29 de marzo de 1970". (4) No se trata como el caso de Rodolfo Walsh o el de Truman Capote del tramposo género de la "no fiction", sino de cómo el entretejido de la realidad se entremezcla con la ficción, y esto no es solo un ejercicio de voluntad del escritor sino que la misma simiente de la leyenda peronista fue construyendo un relato más grande que la vida misma, para sustentar la supuestas verdades del General.
Por eso el autor es un personaje secundario en la novela, que aparece con su mismo nombre, no hay nada que ocultar parece decirnos desde su estrategia compositiva, porque el hombre propone pero la historia siempre dispone el lugar que le corresponde a cada uno.
Zamora es un periodista que busca entre-vistar a Tomás Eloy Martinez para tratar de entender que extraño sueño está viviendo el país con la vuelta de Juan Domingo Perón.

"HE CONTADO MUCHAS VECES ESTÁ HISTORIA, pero nunca en primera persona, Zamora. No sé qué oscuro instinto defensivo me ha hecho tomar distancia de mí, hablar de mí como si fuera otro. Ya es tiempo de mostrarme tal como soy, de sacar mis flaquezas a la interperie (...) El es una interminable contradicción de la naturaleza, un cuerpo de oso con hocico de búho, una cosecha de trigo en el mar. Carece de dibujo. Es un hombre de mercurio. Creo conocerlo bien y sin embargo llevo más de siete años desconociéndolo".

Lo que la inclusión del autor pone en primera plano es la problemática que atraviesa la confección de estas páginas, que tiene que ver con el orden de la verdad y sus diversas sustracciones justamente en nombre de la verdad, el peronismo como tal, como fenómeno y movimiento fue una bomba que estalló, desde el primer momento en que apareció en la escena política, y su fuerza expansiva todavía sigue modificando la percepción que tenemos de nuestro presente, y que en la novela, nos muestra y de-muestra que en ese año aciago y extraño, el mismísimo Perón comenzaba a perder la referencia de su misma voz, de sus palabras, ese tesoro tan codiciado se le escapaba.
Porque descubría que otro hablaba a través de él: el brujo en su obra maestra de superchería podría ser una respuesta, pero nadie lo sabe, tan solo se percibe los efectos de ese desencuentro entre el Perón que el pueblo supo querer y ese viejo triste y cansado, que llego para agotar sus fuerzas en el país que lo vio nacer como tal.

"Voy a seguir contándole todo en primera persona porque ya es hora de que las máscaras bajen la guardia, Zamora. El periodismo es una profesión maldita. Se vive a través de, se siente con, se escribe para. Como los actores: representando ayer al guapo del 900 y anteayer a Perón. Punto y aparte. Por una vez voy a ser el personaje principal de mi vida. No sé cómo. Quiero contar lo no escrito, limpiarme de lo no contado, desarmarme de la historia para poder armarme al fin con la verdad. Y ya lo ve Zamora: ni siquiera sé por dónde comenzar".

De más está decir que eso no escrito, esas entrelíneas que Tomas Eloy Martinez busca develar es la propia naturaleza de su novela, en los márgenes de la historia con mayúsculas se desarrolla esta historia verídica por sus afectos y por algunos datos cronológicos, pero fantástica por su verdad.
Una verdad que encuentra su huella, el peso de lo contado en el barro de la ficción, y lo que nos queda de esa marca, es hiriente por su misma contradicción y espeluznante para el mito peronista, porque lo que se terminó engendrando en esos años que el movimiento estaba proscripto y el mundo iba cambiando su órbita de intereses, es su peor rostro el : LópezRegismo que hizo, deshizo y asesinó a mansalva en nombre de su propia megalomanía que la quiso confundir con la del General.

Como carecía de un linaje político la construcción de José Lopez Rega como personaje para usurpar su lugar en los hechos, y en los destinos en juego, fue la de crear a su modo un linaje espiritual mezclando a su antojo relatos de la Escuela Científica Basilio, de la cual la misma Isabel Martinez de Perón fue más que simpatizante, con los diferentes y múltiples relatos que alimentaron la imaginación del poder  en el siglo XX, con el ocultismo, la brujería, la magia negra, blanca, los designios astrales, la reencarnación y toda la paranoia que el mismo lugar de poder (ese espacio vació) segrega en beneficio propio constantemente, para descabezar a los oportunistas y poner en guardia a los ambiciosos.
La Triple A fue un espanto en el amor peronista, un espanto que desató una verdadera caza de brujas, que persiguió, mató y preparó el terreno de manera magistral para la dictadura que vino después, la Triple A fue beneficioso para el imperante orden mundial, mucho se ha especulado si Lopéz Rega era un agente de la CIA, pero si fue o no el resultado es el mismo, la sistemática destrucción de lo diferente, de lo realmente "otro".

"Por fin, logró ver al General, enhiesto, saludable, sin mella del largo viaje. Se había compuesto el pelo con una capa de gomina. Estaba sentado en un sillón imperial, y apenas se movía. López Rega, de pie, un paso atrás, apoyaba las manos en el respaldo (...) Aunque el discurso era improvisado, López parecía seguirlo con los labios sin dificultad (...) Uno de los hombres se dio cuenta que los labios de López se adelantaban al discurso.
Fijensé bien -musitó-. Al General lo están arreando.
Volvió a ocurrir. En la boca del secretario se leyó: ...y me gustará ver a los jujeños en Jujuy" una fracción de segundo antes de que la frase brotara de la garganta del General (...) El desencanto cayó sobre la gente como una enfermedad instantánea. Una de las mujeres se apartó llorando del televisor y fue a recostarse junto a los braseros. Otras empezaron a calentar la comida de los chicos. La casa entera quedó suspendida en ese abismo que hay entre la indiferencia y el estallido, hasta que uno de los campesinos se alzó por fin y dijo sereno, irrefutable:
-Ese hombre no puede ser Perón.
-No puede ser- aprobaron las mujeres.
-Cuando Perón se enteré de lo que está pasando, volverá- dijo el campesino.

El final de la novela es amargo, el periodista llamado Zamora ve el discurso del General y comprueba que Perón ya no es Perón, o es a fin de cuentas el que siempre fue, alguien que a lo largo de sus años fue creando su espacio de poder a fuerza de chanzas, entretejidos oscuros, demagogia, beneficios y castigos, direccionando lo que buscaba direccionar, es decir las voluntades obreras que buscaban emanciparse en ese particular momento histórico, a un sentido mayor, a un mito que ahunara las diferencias y profundizara el amor hacia ese líder que supo ser; ese padre estricto pero tierno, iracundo pero justiciero, divino, pero humano desconcertantemente humano, demasiado humano en sus contradicciones, sus contra-indicaciones, contra-venciones que ya no eran de él, porque en el fondo quizás su destino fue el de no ser nadie, tan solo una oportuna pantalla donde todos proyectaron su propia película y aunque el mundo haya cambiado su geografía geopolítica, el mito peronista en la conformación de los relatos del mundo, todavía tiene mucho para decirnos a nosotros, su legado de hijos conocidos y no reconocidos.

La Novela de Perón fue originariamente publicada en 1985.

1- Para un repaso biográfico de Tomás Eloy Martinez https://www.escritores.org/biografias/2070-juarroz-roberto

2-Un buen documento sobre la Masacre de Ezeiza se puede ver en ese enlace https://www.youtube.com/watch?v=2Zaoq-nrM00&t=9s

3-Para entender la conformación de la Triple A mirar https://www.youtube.com/watch?v=p_OlCEhYMaE&t=1121s

4- Cita extraída de la Fundación Eloy Martinez http://fundaciontem.org/las-voces-de-la-memoria-el-encuentro-entre-tomas-eloy-martinez-y-peron-en-puerta-de-hierro/









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