jueves, 31 de enero de 2019

La angustia es un arma cargada de futuro

                           
                              "Calígula deseaba que todos sus súbditos tuviera un único cuello,
                               para poder descabezar el reino con un solo golpe".

                                                                                                                    Jim Morrison 

                                                                                                                          The Lords
                              
 
            Nueve años atrás, apareció en un medio gráfico local (1), un texto que hacía de la angustia un lugar para la incon-formidad, e incluso, como una manera de subvertir la percepción de este mundo en que vivimos y heredamos. Dicho texto tiene un título que en sí, ya es una declaración de principios, "La angustia como afección anticapitalista" su autor es Marcelo Percia (2), que con una claridad conceptual notable, desentraña la mecánica que nos "sujeta" al ethos capitalista. (3)

Marcelo Percia es un psicoanalista de pensamiento inquieto, alguien que fuerza los límites de la disciplina para dialogar con otras áreas del conocimiento, la estética y la política.
Formó parte de la extinta revista Pensamiento de los Confines, (4) de Nicolas Casullo de quién se podría decir que fue discípulo. (5)

No conozco la obra de este autor y psicoanalísta, tan solo algunos textos sueltos, que dan el relieve y la dimensión de un escritor que no se contenta con sus propios acercamientos, a los diferentes fenómenos que observa y analiza, es totalmente autoconciente del lugar que ocupa el psicoanálisis en la cultura, y es muy crítico de esta "zona de confort" en la cual se encuentra su propia disciplina.

Esta es la sensación que deja por lo menos con este texto de alto contenido político, ético y si se quiere amoroso. El análisis que platea el autor es clínico, su mirada es un escalpelo que tajea con suavidad al sentido común, lo abre, observa sus entrañas y no se espanta, no trata de juzgar ni de sacar conclusiones apresuradas, al contrario se toma un tiempo, el tiempo necesario para pensar sin la urgencia del diagnóstico, ni la histeria del sentido.

La angustia como afección anticapitalista, es un  texto que dialoga, interroga, cuestiona y discute con su tiempo, pero en ningún momento levanta la voz, ni se pone imperativo. Su tono es calmo, objetivo en la manera en que conduce su línea de pensamiento, que se va desarrollando de manera circular y expansiva, para volver al final, no sobre el principio, sino sobre el umbral de su propia disciplina (el psicoanális) que es lo que lo obliga a saltar al vacío de un pensamiento que discute sus propia y problemática naturaleza.

La zona sensible que más cuestiona de nuestra cultura, es a ese lugar común, a ese pre-juicio que hace de la angustia un mal terrible que hay que evitar, como si fuera un agujero negro que inexorablemente conduce a la depresión y al suicidio. Es en este terreno donde abundan los manuales de autoayuda, manuales que promueven una voluntad pasteurizada, apolítica, individual, terreno donde se combate (siempre con buena onda) a ese monstruo ambiguo, incierto e inasible, llamado angustia buscando negar su importancia movilizadora.

Porque para este tipo de sensibilidades es una mala palabra, ya que comporta, estimula y agrieta la subjetividad de las personas, llevándolas a procesos penosos que no tienen ningún tipo de solución, ni a mediano ni a corto plazo, porque de lo que se trata en esta sociedad capitalista, post-capitalista o hiper capitalista (como prefieran) es la de efectivizar los tiempos para que la máquina no se detenga y todo continúe su curso sin demorarse demasiado en el propio dolor, ni mucho menos en el de los otros.

El comienzo del texto es contundente, y directo, va al hueso del asunto, desnudando la manera en que opera la maquinaria capitalista, desde el lenguaje a los cuerpos.

"1- Confusión de nombres.
Mientras la palabra angustia se emplea para para expresar diferentes sentimientos desdichados, el término capitalismo es reemplazado por otros que esconden las relaciones sociales de explotación y desigualdad. Se confunde angustia con ansiedad, tristeza, frustración, nostalgia, temor y se opta por calificar como sociedad, mercado, sistema, realidad, mundo, a lo que debería llamarse capitalismo."

Para Percía la angustia como tal -tiene un potencial emancipador- potencia que las sociedades de control lo saben y la evitan desde una terapéutica del yo, por eso la ubican como una puerta contigua a la depresión, se pone el foco en la subjetividad para distraer sobre lo realmente ocurre; que es la de la normalización del capitalismo en todos sus aspectos, esto implica la construcción de un relato en permanente estado de re-significación, que busca y utiliza a su favor la contingencia histórica del mundo, porque de alguna manera todo avala y justifica la sensibilidad capitalista, que elabora, posee, y detenta un discurso que hace de la civilización, la democracia y la buena conciencia, una coartada para esconder "la injusticia histórica del presente desgraciado".

La angustia como afección anticapitalista, esta dividida en catorce bloques, cada bloque tiene un nombre que funciona como índice conceptual,
El texto comienza hablando sobre los pares angustia y capitalismo, sigue con el amor y los modos de amar, la incertidumbre del amor, los límites de la experiencia, la melancolía, los relojes, la religión, el opio, el vino, la angustia, la inconformidad, la lógica del teorema, para finalmente concluir con otra edad del pensar, y el obrar.
El abordaje que propone va desde la misma simiente de la subjetividad a lo abierto, al mundo, a las palabras, las cosas, al misterio y al absurdo de lo incurable.
Marcelo Percia muestra y demuestra, cómo funciona la imbricada red que sujeta a los ciudadanos, a la desesperada idea de que hay que llenar el vacío de la existencia con la compulsión desesperada.

"El capitalismo aprovecha la insatisfacción humana para promover objetos que la calman y la insatisfacción humana es una creación capitalista para que su poder se reproduzca".

Claramente no se puede generalizar cuando hablamos de capitalismo o de cualquier otra cosa, pero lo que Percía sugiere de manera de evidente, es que el ethos capitalista funciona porque es la evolución consecuente del pensamiento occidental, nuestros patrones culturales se basan en la necesidad de seguridad frente a la cruda interperie del mundo, en la posesión y posterior negación del otro, y en la identidad como una pieza indivisible y única que resiste todo cambio posible, e incluso a la misma naturaleza del tiempo, y al poder corrosivo y orgánico de la propia vida.

Por eso el escenario principal, donde se construye la subjetividad capitalista, es la escena amorosa, las maneras de entender al amor, y de restringirlo con el severo corsé religioso y moral.
La religión occidental  (si bien es cierto), a perdido terreno frente a las nuevas modalidades de espiritualidad light, o frente a las sectas radicales que renuevan su fe y esperanza, con el fuego futuro del apocalípsis, pero esto no esto no implica necesariamente que la moral haya perdido terreno, esa construcción social y cultural todavía sigue determinando el valor de la percepción y afección de las cosas,.
Aunque no lo diga, ni lo subraye para Marcelo Percia existe una ideología del amor que sigue prevaleciendo y  com-poniendo una identidad que todavía define las relaciones de poder y sumisión.

"Freud retoma teorías que piensan al amor como conjuro contra la angustia. Sugiere que amamos al otro al que le suponemos eso que nos gustaría tener o alguien que sentimos que nos ama tal como ilusionamos ser (...) El amor freudiano es locura posesiva. Aunque el otro no se puede aferrar, el deseo de tenerlo aprisionado y descifrado es una obsesión de la civilización amorosa (...) El amor desea la imposible posesión del otro. Los amantes demandan seguridad: la presencia del amado para siempre (...) El amor freudiano es una transacción: adquirimos a través del otro, una garantía emocional, un valor de nosotros mismos. Importa que el elegido no contradiga el engaño o simule ser lo que necesitamos (...) El enamorado identifica amor con compulsión de dominio: tener poder sobre el otro o que el otro tenga poder sobre mí, son opciones de la pasión en tiempos del capitalismo". 

Lo del amor absoluto entendido desde esta perspectiva, es locura de posesión, es la cruel necesidad de dependencia y dominio sobre el otro, es la secreta aspiración a controlar todos los pensamientos, impulsos y sentimientos de la persona amada, es aprisionarlo dentro de un código muy pero muy sutil, donde habla y se fortalece la lógica capitalista.

"Los cuerpos angustiados de nuestra cultura aprenden a calmarse (de eso que no saben) teniendo algo: juguetes, personas, dinero, objetos, bienes, talento, prestigio.
El apoderamiento es casi el único remedio ofrecido a la subjetividad que, asustada no imagina otras formas de felicidad. El capitalismo fabrica vidas poseídas. Los poseídos, sin embargo no se sienten infectados por ese poder, sino sujetos libres. A los innumerables pobres y excluidos, restos sociales que casi no cuentan, se los llama desposeídos."

El problema no se reduce solamente a la conciencia de clase, no es ta sencillo ni lineal, existe un tejido que enhebra las diferentes capas sociales a un mismo y solo cuerpo (si se quiere), este cuerpo, esta subjetividad, está moldeada por la moral. La moral es el último reducto donde se atan las sensibilidades a un mismo código y una misma ley, este es la problemática que atravesó a Jean Paul Sartre que trató de crear una moral a la altura de su filosofía, no es casual que el motor del existencialismo desde Kierkergard en adelante haya sido la angustia.

Hablar de moral, es hablar sobre un modo de vida, una manera de ver y sentir las cosas, la moral es un hecho cultural que atraviesa nuestra historia y la constitución de nuestras leyes, obligaciones y responsabilidades, la moral es la perspectiva posible que nos dice qué es lo bueno, qué es lo malo, y siendo aún más metafísicos qué es el Bien y qué es el Mal.
Ya Nietzche en su polémico e iconoclasta libro "Genealogía de la moral" ponía en cuestión el valor de la moral, su trabajo sobre la moral es como la del escultor con su bloque de mármol, saca lo superficial para quedarse exclusivamente con la forma original, eso que esta detrás, eso que se esconde atrás del lugar común y dice que un bloque de mármol es tan solo un bloque de mármol.

La mirada de Nieztche es corrosiva para él la moral es un pacto a la fuerza que establece el Amo:

"El que dice bueno y el que dice malo es el que manda, porque el Señor es el que nombra, el que distribuye el lenguaje y asigna los valores. Nombrar es apropiarse de la cosa, es sellarla con un precio. Las cosas son mudas hasta que alguien se apropia de ellas, y en el momento que lo hace, labra un acta con una denominación. Bueno es el Amo, malo es el siervo, así lo encuentra Nieztche en la raíz de las palabras de una serie de procedimientos etimológicos". (6)

La cuestión que ahora se recrudece, es que los tiempos al parecer se han flexibilizado, no es lo mismo la época de Nieztche con nuestra contemporaneidad, pero el problema sigue siendo el mismo, nada más que ahora esta fuertemente maquillado: con lo políticamente correcto, la buena conciencia, la democracia, la tolerancia, la preocupación ecológica, la igualdad y elección de sexo, la emancipación femenina, por nombrar cuestiones que ocupan la agenda actual, todo parece indicar que vivimos en un mundo mejor, donde las luchas de las minorías han prevalecido o por lo menos gozan de mejor prensa, pero la cuestión más inquietante que percibe el texto de Percia, es que la mayoría de las subjetividades están atrapadas en una zona de confort.

Una zona donde manda netamente el poder adquisitivo, que compra y posee: bienes materiales, simbólicos y humanos, no se trata ya ni de la lucha ni de la conciencia de clases, sino de cómo sobrevivir en este mundo donde la lógica, la ética y el pensamiento capitalista es la norma, e incluso el ideal, cómo generar un punto de fuga cuando todo es demasiado cómodo, al alcancé de la mano, ya ni siquiera hace falta el mínimo de esfuerzo. Las plataformas piensan por uno, el algoritmo esta al  servicio del consumidor, que elige prácticamente (por él), qué mirar en Netflix, qué escuchar en Spotify, los consumidores están sobre-codificados,por eso son predecibles, maleables a las novedades y tendencias.

En esta sociedad de mercado, (falazmente democrática), tener tantas opciones y posibilidades
es promocionado como la libertad, pero este tipo de libertad se consigue comprando, la libertad es una compra, para poder adquirirla hace falta capital, y para tener el capital hay que trabajar, esforzarse, entrar en competencia, porque sistemáticamente este mundo va dejando afuera, a los que no pueden, a los vencidos, los derrotados, a los excluidos, a los pobres, que nos les queda más remedio que desear este mundo desde la vereda de enfrente, como una vidriera, el sistema crea al deseo y a su necesidad. Todos queremos una vida mejor, pero cuál es el precio que estamos dispuesto a pagar para ello.

"No se trata de de postular una humanidad sin propiedades, ni de oponer, sin más, la propiedad colectiva de todos los relojes, todos los amores, todas las tierras, todos los mares (...) El problema es el cautiverio presentado como libertad. El sí mismo es una fragilidad cubierta, una precariedad negada, un cuerpo que desconoce su necesidad, un deseo del que cuelgan demasiados objetos, una conciencia saturada de moral".

La percepción sobre el estado de cosas, ese instante de lucidez que arroja los momentos de angustia, es claramente un agujero que horada la costumbre, la mecánica de los días, el aburrimiento de los días iguales  regulado por los horarios de trabajo y de descanso. La angustia es un rayo que se abre camino desde la interioridad de uno, es un movimiento de adentro hacia afuera, no es algo que invade, es algo que sale, se manifiesta, hace acto de presencia y desacomoda la percepción, desacomoda lo acomodado, las cosas que supuestamente están dadas en la vida de uno.

La muerte, una separación, el fracaso, un accidente, una pérdida, la insatisfacción constante de no llevar la vida que uno desea, son los momentos en donde puede aparecer la angustia y modificar algo para generar un punto de fuga, otra manera de ser y de pensar, pero no son soluciones para escapar de todo, es un camino, una brecha que se abre, que hay que transitar, poner el cuerpo, la psiquis, el alma, hay que entregarse a la experiencia de la angustia para que se disipe en una nueva forma.

"Hay cosas que cambian la vida, alguien dice: a partir de eso que me paso, mi vida fue otra. Hay golpes que permiten entrar en otra edad del alma; sino, se nos va la vida habiendo pensado poco y nada fuera de lo ya instalado como razón del mundo."

El pensamiento capitalista desde que comenzó a operar en este mundo, fue desplazando paulatinamente la temporalidad y los procesos del mundo anterior, hasta instalar su propia percepción, una manera de ver que desatiende justamente los proceso internos de las personas, busca los resultados por encima de la contingencia y exprime al máximo el material humano, aviolentando todo en función del resultado. El capitalismo promueve y reproduce un imperativo categórico que desconoce e ignora el propio sustrato humano que la impulsa, es indiferente y le tiene sin cuidado los efectos colaterales, aunque ahora todo este barnizado con los recursos humanos, la conciencia ecológica, y lo políticamente correcto, la percepción sigue siendo la misma: lo importante es el fin, el resultado, el final que le da sentido a la utilización del medio, todo lo que se hace para llegar a ello es un trámite que hay optimizarlo lo más pronto posible, de la manera que sea, porque el tiempo no espera, porque la aceitada maquina capitalista ya esta a la vanguardia con una nueva novedad que irremediablemente nos va dejando afuera.

La ansiedad capitalista le tiene pánico a la angustia, porque esto implica detenerse, observar y sufrir la incertidumbre de la duda. El capitalismo tiene muy desarrollado el sentido del control, busca adelantarse a los hechos, busca evitar el accidente o la catástrofe, busca ir en contra del mismo sentido de la vida que es justamente el conflicto, pero el problema con este tipo de manía, es que el control tiene sus límites y cuando este se escapa, el descontrol es temible por su violencia.

"La conflictividad es la experiencia de la angustia. No se dice soy angustiado ni es angustiado, se dice estoy angustiado o está angustiado. La angustia no es una manera del ser, sino un pasaje que posibilita que, lo que es sea."

La angustia como afección anticapitalista, es un texto prácticamente inagotable, condensa en pocos párrafos muchos nudos y problemáticas, es un texto fundamental para poner en escena, en evidencia, los alcances de la lógica capitalista en nuestras vidas, en nuestro modo de vincularnos, en la manera en qué amamos y buscamos placer, en la manera de sufrir, en el modo de encarar el conflicto, la tensión, el estrés (que es una invención capitalista por y para el multimillonario negocio de los fármacos), en la manera a fin de cuentas de ser uno mismo, en un mundo que fabrica identidades, maneras de ser, que se venden en los escaparates de autoayuda y que rápidamente van desplazando los íntimos deseos de uno, por el deseo de los que mandan, nos digitan, nos explican, nos contienen y nos atan a un mundo que paradójicamente nos va dejando atrás, porque no somos más que un medio desechable que tiene su fecha de vencimiento y caducidad.

La pregunta que nos deja resonando Marcelo Percía, solo merece una respuesta posible y esto toca al ámbito de la intimidad de cada uno, no hay formas, ni maneras, ni caminos, ni fórmulas para llegar a ser, hay que poner el cuerpo en toda su literalidad, arriesgarse a dar una respuesta diferente y vivir esa afirmación como una posibilidad.

"¿Cómo vivir lo que nunca antes se ha vivido? ¿Expandir la experiencia hasta el límite: asomarse fuera de sí. El fuera de sí como arrojo que no es caída. Vivir arrojado fuera de sí, pero no cayendo en lo mismo de siempre, en lo establecido, sino derramado fuera de todo continente. Naufragar no como desastre, sino como oportunidad".



1-La nota apareció en el matutino Página 12, en el año 2009, y era el fragmento de un texto mayor, que se lo puede descargar online 
https://www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/9-131064-2009-09-05.html

2-Algunos datos biográficos de Marcelo Percia https://es.wikipedia.org/wiki/Marcelo_Percia

3- El texto completo se lo puede bajar acá http://assets00.grou.ps/0F2E3C/wysiwyg_files/FilesModule/tutorta/20100623155338-mouwnhmbiacppxkkt/la_angustia_como_afeccion_anticapitalista.doc

4- http://rayandolosconfines.com/revista.html

5-Algunos datos biográficos de Nicolás Casullo https://es.wikipedia.org/wiki/Nicol%C3%A1s_Casullo

6- Extracto del ensayo "El último oficio de Nietzche", de Tomás Abraham

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