martes, 28 de abril de 2015

la belleza es una cosa inutil



  " La música, los estados de felicidad, la mitología, las caras trabajadas por el tiempo,
     ciertos crepúsculos y ciertos lugares, quieren decirnos algo, o algo dijeron que no
     hubiéramos debido perder, o están por decir algo; esta inminencia de una revelación,
     que no se produce, es, quizá, el hecho estético"

                                                                                          La muralla y los libros
                                                                                          Otras inquisiciones
                                                                       
                                                                                          Jorge Luis Borges



               Cada muestra nueva, del artista plástico Mauro Koliva, es un motivo de alegría y de misterio, un mundo se nos revela en cada exposición, mundo que va ampliando su geografía de manera orgánica y paulatina. Mundo que traza un recorrido de forma sutil, casi imperceptible el movimiento opera, y todo sigue su curso en un proceso, que va decantando una manera de organizar al espacio, poblarlo, siempre al borde de saturar las tensiones, y de maximizar la intensión de la mirada, no de la nuestra sobre su obra, sino la de esta sobre nosotros, algo nos interpela a seguir mirando.

Esta, es una de las sensaciones que acarrea el trabajo de este artista, pone en escena al sitio de la mirada, los espectadores no saben cuál es la naturaleza de lo que observan, pero esta sabe de quiénes son las miradas, porque cada una, devela el origen de cómo miramos, porque la problemática a la que nos enfrenta la obra, es troncal a estos tiempos de autoconciencia, citas y parodia, y qué podría formularse de la siguiente manera: qué es lo que uno espera encontrar en una muestra de arte visual.

Esta problemática, en la obra de Mauro Koliva, se debate en dos grandes escenarios, uno de ellos es la superficie del papel: extensiones que crecieron gracias a la demanda de los dibujos, hechos con birome, con una técnica de gran concentración física, ya que la respiración en la hechura de la obra, es la respiración del trazo. La última novedad sobre este tipo de trabajo, es que sustituyo el papel por el lienzo, logrando un efecto paradojal, los dibujos en papel lograban en su conjunto, un efecto pictórico, por la imperfección de la tinta al deslizarse en la birome, logrando ligeros manchones, enturbiando la proliferación de líneas claras, ahora al cambiar de superficie también lo hace de herramienta, su nuevo elemento, es una birome de tinta gel, que no tiene esta imperfección, si bien el artista ya había trabajado con colores, siempre atendiendo a que no se transformara, en mero decorado o en un elemento de distracción, acá se atreve a saltar al vacío e incluir colores flúos, ahora sus dibujos son "dibujos", y coquetean con una sensibilidad pop que lo emparenta y comunica con el otro elemento de Mauro Koliva: la plastilina, ese otro escenario.

La virtud de la plastilina, es que es una herramienta moldeable, como el barro, la arcilla, todo puede transformarse, acá el artista potencia esta posibilidad y elige trabajar en una zona liberada de formas, no hay una convención a respetar como el caso del dibujo, esto no quiere decir que no existan formas, sino que estas aparecen a causa del trabajo, y en esta sinuosidad casi líquida, hay abundancia de colores, flujos, conexiones, coágulos y una curiosa floración. Esta propuesta bordea con cierto peligro, el festejo pop de la rimbombancia y el histrionismo, los colores atemperan texturas, aggiornan la sensación de estar contemplando vísceras u órganos, le dan humor y liviandad al conjunto, cosa que no ocurre con los dibujos.
Es claro que las instalaciones con plastilina, fueron responsables de su moderado (1) éxito en la capital , este fue el nexo para hacerse conocido en los circuitos culturales, estas obras son llamativas, carismáticas, entretenidas, uno puede perderse en ellas sin el compromiso de comprender, quizás porque son habitadas por el impulso infantil, de hacer y deshacer, pero lo que el festejo esconde en su superficie, es el cuerpo del artista.

Como suele suceder en todas las disciplinas, un artista comienza a serlo, cuando genera su lenguaje, sus propios códigos, y protocolos de lectura, su aventura comienza a tener consistencia cuando prueba sus espesor en la verdad del público, hasta convencerlo de ser "su" público, ahí radica el punto más importante de su relación con el mundo, en esa dialéctica e intercambio, se tejen las redes, las relaciones que permiten que un artista tenga su convocatoria y ventas, obviamente.
En este aspecto la obra de Mauro Koliva es muy generosa, no nos impone algo que debamos disfrutar dentro de determinados parámetros, ni nos obliga a seguir instrucciones de uso, para entender a qué nos atenemos, simplemente fue creando un lugar, un espacio, un territorio, y nos invito a pasar, para que hagamos nuestro recorrido.

Este mundo, fue creciendo de manera escalada, primero aparecieron los objetos, su primera muestra en la capital, se llamo oportunamente "Mudo", y consistía en una serie de retratos a objetos de curiosa y desconocida funcionalidad: colchones amarrados y puestos de manera vertical, capuchones de cuero atravesados por una suerte de alfileres (?), capuchones peludos que asemejaban orugas, forros de cuero para tanques de agua o combustible y sus caños ( esta es una suposición mía), biombos de cuero o tapices de cuero, algunos de ellos con tripas, vísceras o lo que fuere colgadas como si fueran prendas de ropa, en fin toda una serie, (larga de enumerar), de objetos descabellados, e incomprensibles, pero el dato más interesante, es que la hechura de los dibujos abrevan en la convención del realismo, y esto es lo más inquietante del código: su ambigüedad, todos pueden ser una cosa o la otra, pero en el fondo nadie sabe, ni siquiera el artista se preocupa por ello.

Uno de los dibujos de la muestra, a diferencia de los otros, que están recortados contra el vacío, es el de un contexto físico, antes que un objeto, son tres paredes, acolchadas, que rodean un piso de tierra, con pastizales altos, una pala sugiriendo tierra removida o por remover, encima de estas paredes, macetas con plantas, y caños delgados que sobresalen y se comunican con otros caños del mismo espesor a través de cables o cuerdas, atadas entre sí. el detalle casi humorístico de la composición es que estas paredes tienen una base de dos patas, que semeja la base de los viejos combinados de discos de vinilo, dando a entender el carácter  artificial de estas paredes.

Pero más allá de esta nota de ironía, lo que el dibujo viene a decir en su misma forma, es que de ahora en más, la estrategia del artista va a consistir en crear un contexto para sus objetos, y para ello, en sus siguientes muestras, dibuja un muro en el horizonte de sus creaciones, este muro funciona como frontera y enmarca un territorio posible, pero también traza una delicada línea entre lo visible y lo inasible, como cabría suponer no se trata de lo invisible, sino de eso que el dibujo no puede captar, más que en su misma imposibilidad.
Esta nueva camada de dibujos, que surgieron a partir de la construcción del muro, son paisajes post industriales, todas comparten un mismo clima, entre fabril y abandonado, desde ventanas tapiadas por una telaraña de alambres, a maquinarias insólitas, desde grúas rudimentarias, pasando por árboles intervenidos, por poleas, correas, sogas, colchones, estructuras de maderas erigidas para sostener fardos maniatados, balances, equilibrios y trasladados de peso, hecho con estos mismos fardos, montadas sobre apéndices nacientes de los árboles, o incrustados sin ningún tipo de sutileza.

Todo en ello, remite al tosco universo de una obra en construcción, con sus estructuras de madera precarias, remanentes de ladrillos, arena, y cemento desperdigados, en función de lo que se va haciendo, aunque también se percibe el ambiente de trabajo e ingenio de un taller mecánico, con sus maquinarias improvisadas, o recauchutadas sobre la marcha, para resolver problemas inesperados. Estos motivos se han ido repitiendo y recreando con el tiempo, haciendo modulaciones sobre lo mismo, agregando algunos elementos nuevos a estos paisajes, tales como, dentaduras gigantes, cableados eléctricos. osamentas, fluidos espesos, chimeneas, textos (etapa todavía experimental), con tipografías vistosas, fuertes y coloridas, donde el sentido de las frases recortadas, no tienen correspondencia con los dibujos, no hay ilustración ni pedagogía, sino fuga entre la palabra y la imagen.

Esta aventura lo invitó a adentrarse en la confección de libros, encuadernando títulos queridos, con tapas que citan, y recrean su obra y la de algunos contados artistas, estableciendo correspondencias entre el hacer y sus lecturas, pero también redobla su propia apuesta, encuadernando libros inexistentes, que no tienen más texto que la información de la tapa, como el de la serie "El papel de los artistas", donde pone en escena al sitio de la mirada, evidenciando. que toda lectura sobre una obra, siempre es una hoja en blanco, que se llena y se vuelve a vaciar o contaminar, en cada nueva mirada.

Paralelo a estas inquietudes, Mauro Koliva también es músico (2) y su habitual curiosidad lo llevó a aprender el arte de los luthiers, a partir de esta experiencia, creo su primer instrumento musical, un hiperbajo llamado BajoBony (homenaje a Oscar Bony), en forma de baúl, con ruedas, que todavía esta esperando que exploten sus posibilidades musicales.
Actualmente el artista se encuentra trabajando en la confección de dos instrumentos nuevos, que como es de suponer, tendrán formas particulares.
Estas actividades no están separadas de sus preocupaciones estéticas, sino que forman parte de la misma actividad: la construcción de un mundo.

La multiplicidad de frentes, con la que trabaja Mauro Koliva, problematiza la entereza de su propio cuerpo, volviendo sobre esa insistente pregunta del filósofo holandes "qué es lo que puede un cuerpo", que no es una cuestión retórica, ni menor dentro de su obra, porque en el se encuentra la información donde se debate lo orgánico de lo cultural, la obra de este artista ahonda esta instancia donde la materia busca su forma y función, donde las cosas no tienen más nombre que el de su propia gravedad, peso y silencio.

Finalmente Mauro Koliva es un artista joven, todavía tiene mucho para compartir, mostrar y recorrer, y no podemos más que estar agradecidos, al ser contemporáneo de la rara belleza de sus creaciones salvajes, mudas, e inútiles.





Este texto no pretende agotar las lecturas sobre la obra de Mauro Koliva, es más bien un recorrido que puntúa sobre las diversas problemática a la que nos enfrenta su propuesta estética, que merece un ensayo puntilloso y severo.

1-Es probable que el artista no este de acuerdo con esta aseveración, pero creo sin lugar a dudas, que la recepción de su obra esta creciendo, así como la posibilidad de tener una mayor continuidad en muestras sean individuales o colectivas.

2- Mauro Koliva tiene un grupo musical en conjunto con otros artistas plásticos y músicos llamado Horda Sonora, http://hssh.bandcamp.com/album/horda-sonora-vol-1

Todas las imágenes reproducidas son obras de Mauro Koliva, que se pueden ver en su blog http://seis-contra-uno.blogspot.com.ar/search?updated-min=2015-01-01T00:00:00-08:00&updated-max=2016-01-01T00:00:00-08:00&max-results=8

Para ver el trabajo con encuadernado de libros pueden ver en http://otrobloqueblando.blogspot.com.ar/

Para escuchar, y leer sobre el proceso de BajoBony entrar a http://bajobony.blogspot.com.ar/, un proyecto en conjunto con Mauro Koliva, que todavía esta esperando su momento.

El miércoles 29 de abril se inaugura la muestra "Planicie" en la galería Vasari (Esmeralda 1357) a las 19hs, una perfecta ocasión para comprobar la potencia e intensidad de estos trabajos.