viernes, 5 de septiembre de 2014

El Crítico Hamletiano



                 Una de las cosas que más disfrutaba cada vez que iba a la biblioteca del barrio el Palomar, era encontrarme con la edición encuadernada de la revista El Amante Cine, revista que conocí gracias a un amigo cinéfilo e intelectual con el que aprendí a disfrutar la pasión de la crítica, entendida como ejercicio creativo, caprichoso, pero fiel a su propio estímulo.
La revista tenía ese tono que Miguel reproducía en nuestra relación, él era bastante mayor para ser mi amigo y yo no sé si lo consideraba un amigo, más bien era como un hermano mayor al que siempre acudía cuando no sabía cómo aquietar mis ansiedades.

Yo siempre relacione a Miguel, con uno de los creadores y críticos estrellas de la revista llamado Quintin, este crítico era el más provocador e inquietante porque siempre traía argumentos seductores para alabar o destrozar una película, o sencillamente estas dos maneras de abordar un film se encontraban y generaban una tensión que por momentos desorientaba al lector, porque a pesar de su tono irreverente o soberbio, Quintin siempre escribía desde la duda y ponía en entredicho a sus propios prejuicios, esto le daba a sus textos una cuota de capricho que tiraba por la borda a la idea de objetividad frente al fenómeno estético.

A Quintin le debo el título de esta nota, no recuerdo con precisión los pormenores y quizás invente en parte esta anécdota, pero si mal no recuerdo: crítico hamletiano le puso un lector en una carta de la sección de la revista, donde recibían todo tipo de respuestas tan apasionadas o más, que los mismos críticos sobre los films, en el siguiente número Quintín se hacía cargo de la observación sagaz de este lector, porque en ella estaba muy bien condensada la total incertidumbre del juicio crítico, porque más allá de caratular una película como buena o mala (que a fin de cuentas es lo menos importante) la cuestión pasa por lo siguiente: ¿qué es lo que nos quiere decir una película?  ya sea un tanque hollywoodense, una delicatessen independiente o una de esas morosas películas de cine de autor.

Unos meses atrás en este blog, escribí sobre una perfomance en danza llamada Ciencia y Fricción del coreógrafo Luis Garay, en la nota disparaba una serie de argumentos sobre porqué no me parecía interesante lo que había vivido como espectador, debo confesar que me costó escribir sobre lo que había visto, porque me había causado indignación, este estado fue más un escollo que un estímulo a lo largo de la hechura del texto, pero trate de ser claro y para ello teñí al texto con cierta soberbia para que fueran más concluyentes mis aseveraciones. No fue una buena idea escribir sobre la perfomace en ese estado, porque más allá de las ideas (discutibles o no...) se le notaba cierto resentimiento al texto que terminaba reforzando a ese típico prejuicio sobre la figura del crítico, como un ser resentido, arrogante y frustrado.

Una pregunta que suelo hacerme cuando soy espectador de algo que no me gusta, es cómo lo hubiera hecho yo, esta pregunta bastante egocéntrica me ayuda curiosamente a generar distancia y a ordenar mis impresiones, hace que pueda convivir con mi desagrado para no ser taxativo con mi juicio, porque siempre creo encontrar algo que pueda estimular mi intereses. Con la performance de Luis Garay encontré puntos de interés porque el debate que planteaba desde su forma es actual, no hay que ser demasiado perspicaz como para darse cuenta de que todas las obras de importancia abrevan sobre esta problemática.

Esta problemática a grandes rasgos tiene que ver con el estado de nuestra cultura, y su imaginario frente a los desarrollos de la ciencia y las políticas de vida, no es casual que Luis Garay haya puesto a su obra Ciencia y fricción, que foneticamente suena parecido a Ciencia ficción el género por excelencia que más a puesto en imaginación los efectos de la ciencia en la percepción del mundo, y la que también se ha hecho eco del poder de los medios de comunicación, en la construcción del relato subjetivo frente a los avatares de la invasión tecnológica en nuestra vida cotidiana. En esa primera referencia que nos deja entrever el título de la performance, esta delimitado el campo que el coreógrafo busca experimentar.

Ciencia y fricción es una performance muy a tono con ciertas experiencias formales tanto del teatro, como la danza e incluso el cine en cuanto a una neutralidad expresiva al servicio de la narración, para ello los intérpretes deben trabajar las inquietudes de la presencia escénica, pero también es cierto que existen determinado tipos de espectáculos que exasperan la paciencia del espectador y lo hacen con la intención de generar otro tipo de percepción a la que están habituados, esta performance juega con esos limites entre la morosidad y el aburrimiento, pero el problema mayor al que se enfrentan los intérpretes es que de tan sutil la propuesta se les escapa.

Claramente la performance juega con un nivel de abstracción conceptual tamizado por el código de la estética minimalista, no hay relato en el sentido tradicional: "Esto es una droga intensa, de 30 minutos, que no tiene introducción, ni desenlace, es puro nudo", asevera el director pero la verdad no sé muy bien a qué se refiere cuando dice que la obra es puro nudo, porque para qué exista nudo tiene que haber tensión y lo que la escena dejaba ver era un discurso coreográfico que tenía el mismo valor en todo su desarrollo, es decir sin matices, ni contrastes, ni nada que indique algo que entre en fricción con algo, si una de las cosas fundamentales de  la estética minimalista es que es funcional y directa, porque no hay intermediación entre el contenido y la forma, porque "todo es" en algún punto. Ciencia y fricción comparte esa característica pero en lugar de ocuparse de la estética se queda con el código, ahí se presenta el juego que al director parece interesarle "Se trata de combatir el significado, de atacarlo".

La perfomance se presentó dentro del marco de un evento que tenía como eslogan "Más allá de la representación", si hay algo que se ha discutido mucho en estos últimas décadas es el tema de la representación, desde el teatro, a los medios, pasando por la política,los políticos, la voz cantante de los periodistas de turno,etc...un tema mayor que excede el propósito de esta nota, pero Ciencia y fricción busca ocuparse de esta cuestión capital, por ello el director eligió quedarse con el código porque en él se cifra la manera de leer lo que sucede en escena, porque la cuestión es combatir el significado y este es uno de los puntos más importantes, porque alrededor del código se han hecho las obras más problemáticas de los últimos tiempos.

La representación por definición siempre es un juego doble, porque lo que se ve siempre remite a otra cosa, desde los trágicos griegos al teatro de Bertold Brecht, desde las tragedias isabelinas al teatro situacionista, la representación siempre tiene una carga pedagógica y política porque siempre nos quiere enseñar algo.
Esta idea de la representación fue combatida durante la eclosión de las vanguardias artísticas del sigloXX, donde una de las máximas utopías del surrealismo, fue la de crear un arte sin sujeto, un arte puro y brillante, tan duro e impermeable como una roca, el desarrollo posterior de esta idea tuvo sus frutos notables en el campo de la música, las artes plásticas, y la teoría antropológica del estructuralismo.

Cuando las artes plásticas comenzaron a exceder su marco de representación, comenzó a pensarse en la performance como un hecho en sí, que tenía más que ver con los procedimientos, los procesos que con una obra acabada, porque a fin de cuentas esta utopía del surrealismo también traía aparejado el impulso de que el arte se asemeje a la vida, es decir que ya no importaba pelearse con la política de la representación, porque ahora el camino estaba en conducir los flujos de intensidad, en dejarse llevar por la propia materia creativa, el punto de vista sobre la obra se había desplazado ya no importaba la obra sino su recorrido, los restos que va dejando a su paso.

Ciencia y fricción responde a esta tradición, los intérpretes buscan ser los más anónimos posibles, tienen toda la intención de ser objetuales de casi no intervenir en lo que sucede, solo la voz en off genera algún tipo de matiz pero no porque en la carnalidad de la voz este planteado esto, sino porque es de una materia diferente a la de los cuerpos en escena, si una de las mayores ambiciones del arte conceptual es la de desmaterializar al arte, esta perfomance de Luis Garay logra su objetivo porque logra quitarle espesor a los cuerpos en escena, los lava de intencionalidad y expresión, porque lo importante es la materialidad de la idea, la visualización de lo invisible.

Y este es el mayor problema porque no hay una idea que haya sido desarrollada con consecuencia en la performance, es decir hay muchas ideas y el mismo programa de mano se encarga de señalar esta proliferación conceptual ahí se nombra: cuerpo archivo/cuerpo colección (...) ¿cómo puede un gesto ser ausente y esa ausencia una posibilidad de presencia?/ Slogan o poesía, trance o esquizofrenia (...) Abstracto/narrativo/ interno y externo/ cultural/ biológico/ strike a pose". Pero estas ideas corren paralelo a lo que sucede en escena, no intervienen en la materia prima de la obra, porque las ideas no se sostienen por si solas, ni pueden hacer mucho si solo se las enuncia, deben tener algún tipo de carnadura para poder hacer pie en la práctica escénica, por eso creo que Ciencia y fricción cae en su propia trampa porque al no querer representar, y querer huir de la mímesis como el mismo director se encarga de señalar, la performance no hace asidero, ni deja rastros y por ello se transforma en la perfecta obra sobre nada.

Uno de los puntos más ricos e interesantes de esta propuesta es la idea del cuerpo archivo, cuerpo colección porque en ella radica la manera de establecer sus relación con el pasado, tanto el archivo como la colección son sistemas de clasificación propios del siglo XIX, que responden a una ideología sobre el conocimiento que creía poder establecer categorías para lo desconocido, en ella también se establecía una idea sobre el origen, la belleza, y la totalidad del mundo, que en el siglo XX estalla frente a la respuesta contundente de la historia, las esquirlas de esa explosión son los fragmentos de este mundo que heredamos. Y los residuos de ese pasado, los restos de esos discursos sobre la cultura, la ciencia, el arte, la medicina y la política conforman el cuerpo de nuestro imaginario.

Cabe preguntarnos cuál es la información que traen nuestros cuerpos, de qué manera sentimos su espesor, cuál es la materia cultural de la que están hechos nuestros deseos, hasta qué punto la cultura interviene en la biología y define lo humano, y de qué manera leemos los avatares de una vida cualquiera en un mundo donde la intimidad parece haber perdido su silencio.





Aclaraciones Pertinentes

En el texto anterior hice mención que Luis Garay es de origen colombiano, y quizás por el tono que adquirió la prosa pudo haber sido leído de manera peyorativa, casi como ese viejo argumento de la derecha que reclama que los inmigrantes latinoamericanos se vayan del país porque nos sacan los puestos de trabajo.

También hice mención a Plataforma Sur porque me parecía importante hablar sobre el contexto en que se había hecho la performance, no busco desvalorizar a esta entidad que tiene mucho trabajo e investigación a cuestas y quizás mi tono no hizo justicia del trabajo que vienen realizando.

Hable de indignación pero creo la palabra peca de exagerada, pasado un tiempo las cosas caen por su propio peso, yo más bien hablaría de fastidio porque me pareció y lo sigo sosteniendo, que la performance no pudo ser consecuente con sus premisas básicas.

No reniego de lo que escribí ni me arrepiento de haberlo hecho, creo oportuno poner las cosas en perspectivas y realmente tratar de dialogar con los fenómenos estéticos, porque si bien reconozco cierto mérito a lo que escribí me doy cuenta que estaba más preocupado en enojarme, en dilapidar sentencias, que en realmente desmenuzar las cosas que me interesante discutir de Ciencia y fricción.



Mapa de Lectura

Cómo se Lee  y otras intervenciones críticas, de Daniel Link.

En este sitio se puede ver el trailer de la performance http://luisgaray.hotglue.me/?Ciencia%20y%20Friccion