lunes, 4 de junio de 2012

Mi vida como alumno

Llegué a esta ciudad buscando un maestro, con la enérgica desesperación de un discípulo huérfano, no tenía nada salvo las ganas y esa inocente pretensión que te da el talento que uno cree tener.
El motor era simple buscaba ser bailarín, aunque también quería ser escritor, como alguna vez quise ser músico, o actor; finalmente esta gigantesca ciudad me puso en mi lugar inevitablemente y laburé de mozo durante mucho tiempo.
Llegué a ella como suele suceder a través de una obra accidentada en su proceso, la directora y coreógrafa había llegado a Viviana por recomendación de una compañera de elenco. Nos faltaba alguién que se ocupara de nuestro entrenamiento, porque la nuestra había agotado sus posibilidades y necesitaba alguién por fuera que nos diera un poco de aire fresco a nuestra dinámica como intérpretes.
Desde ese momento comenzó nuestra relación con Viviana Iasparra, digo nuestra porque eramos varios los que caímos seducidos frente a sus clases, sus modos y cierta incorrección hacia el propio mundo de la danza.

Como todas las historias esta se abre en muchas posibilidades, pero no quiero perder el foco- qué es lo que enseña un maestro, qué puede aprender un alumno-, estas preguntas un tanto generales pueden ayudar en un comienzo, pero no voy a empezar por ahí. Un maestro puede resultar un personaje fascinante, hay muchas semblanzas al respecto, pero lo extraordinario de Viviana, es que había generado un espacio alejado de las pasarelas de la danza, donde el trabajo sobre la información, la técnica y el intérprete (deliveradamente) se trabajaba de una manera oblicua, las clases se promocionaban como "Entrenamiento en danza"como tantos títulos este parecía inofensivo y hasta desabrido, pero en este gesto dejaba claro cierta independencia.

Es nuestro mundo marketinero todo se promociona y subraya de una manera atroz. En el pequeño mundo de la danza siempre- ya sea de boca en boca, o gracias a una obra que haya tenido un éxito relativo, en los circuitos off y no tanto de la escena porteña- siempre hay un docente, o coreógrafo de moda, que tiene su pequeño momento y hay una verdadera eclosión de alumnos y gente interesada por su trabajo que si lo sabe aprovechar de manera oportuna, puede hacer de ella una fuente de ingresos digna y por sobre todo generar un nombre, muchas veces esto se acompaña de una estética definida o de una obra que revuelve el avispero y defina una manera de mirar.

Con Viviana esto no sucede ni creo que suceda, nunca estuvo de moda, ni creo que pueda estarlo, su propuesta no marca tendencias, lo que si marca y de manera persistente, es un gran cuestionamiento hacia lo que creemos que es danza, por lo menos desde la década del sesenta en adelante donde los límites entre las disciplinas se comenzaron a desdibujar cada vez más, lo cual trajo aire fresco pero se perdió rigor en la propia especificidad de cada disciplina, ya sea danza, teatro o artes plásticas.
La propuesta de Viviana no es esencialista, no esta en la búsqueda de una pureza perdida, al contrario quiere eliminar las purezas para poder ver lo que parece no interesar a nadie, "qué es lo que puede un cuerpo, con determinadas herramientas, sin volverse fuego de artificio".

Desde las artes marciales al deporte, desde la literatura más sensitiva (Lispector) al pintor mas revulsivo (Bacon), desde el cineasta mas iconoclasta (Godard) al filósofo mas perceptivo (Deleuze)  y obviamente la danza, la tradición que recupera Viviana atravezada por sus lecturas y por los derroteros de su propio deambular en los escenarios porteños, con sus propuestas cada vez más radicales y austeras, hacen de ella una ex-céntrica desde un sentido muy sutil, porque en su depuración estilística socaba a la misma idea de la danza como hecho sublime, no hay hecho estético sin los pies en el barro parece decirnos sin estridencias, no hay coartadas cuando el cuerpo recupera lo mas preciado: su vulnerabilidad, la capacidad de ser atravezado.

Pero me estoy adelantando, estoy terminando antes de comenzar, detalle que Viviana no dejaba de señalarme oportunamente, no como un error solamente, sino como un modo de ser en el trabajo, que había que conducir, transitar, llevarlo a un puerto mas interesante que la conclusión.
Vuelvo a sus clases, a la gente que concurría en aquel entonces, no eran los típicos alumnos, ni era una típica clase, era una experiencia en su sentido más literal, nadie sabía que iba a ocurrir, por mas que había secuencias que se venían estudiando, o ciertas rutinas que se repetían, había algo en el orden de los cuerpos que se vivenciaba de manera muy intensa, llevándolos a umbrales desconocidos para la propia sensibilidad.

Quizás esto parezca exagerado, pero en este proceso uno aprendía tanto a sensibilizar a su cuerpo como a la propia sensibilidad, no era raro ver a alguien en clase llorar después de algún ejercicio. Uno aprendía que si el inconciente existía, la prueba palpable era el propio cuerpo, por eso era usual que esto ocurriera, uno movía más cosas de lo que creía y en esa combustión de emociones encontradas, uno entraba en una situación de crisis. Por supuesto la clases eran lo suficientemente inteligentes como para que no nos diéramos cuenta que la adquisición de técnica corre pareja, a un cuerpo abierto, modeable, sensible.

Uno de los puntos mas salientes de sus clases era el trabajo sobre la improvisación donde había todo tipo de malentendidos, sobre todo porque la improvisación se transformó de alguna manera en una liberación para hacer cualquier cosa, de cualquier modo y a cualquier costo. La improvisación fue el canto de batalla de las experiencias estéticas de la década del 80 (pos-dictadura), y esto en el mundo de la danza tuvo su fruto y se llamó danza-teatro, (salvo algunas honrosas excepciones) más que un género definido es lo más parecido a la posmodernidad en la danza, en su sentido mas pobre.
Esto ella combatía en sus clases, esta herencia, este gran malentendido porque la liberación del cuerpo en escena, no es ninguna garantía estética y tampoco asegura una liberación,  lo más visible es una suerte de compulsión y quizás descarga, pero nada mas y eso es otro tema mas propio de terapias alternativas.

"(...) la improvisación no puede estar antes de la composición, viene después. No puede estar antes porque sino voy a estar rompiendo algo que no existe. (...) No le puedo dar improvisación a personas que no tienen noción del espacio, las direcciones, de su propio cuerpo. Porque no van a aprender nada.

-...pero nosotros la pasamos bien, o qué es lo que se ve desde afuera- agrega una alumna

- de dónde sacarón la idea de que deben pasarla bien en una clase de improvisación. No se la pasa bien, a veces se la pasa mal, porque justamente tienen que hacer lo que no saben.
(...) porque si quieren bailar, muy bien bailen!!! pero no en la clase de improvisación, en la improvisación se investiga a través del movimiento, que es una cosa muy diferente".

Recuerdo nítidamente esta charla. La cara de sorpresa de la alumna de rasgos orientales, la intensidad de la mirada de Viviana cuando hablaba, y ese silencio después, un poco incómodo, provocativo, sugerente, gravitando mientras mas alumnos se sumaban al espacio para dar comienzo a  la clase.
Recuerdo muchas escenas parecidas a lo largo de esos años, donde fuimos interpelados a despojarnos de la mayoría de las ideas previas sobre el movimiento, desde lo que estaban muy formalizados, a los que estábamos muy sobrecodificados a los sin formación aparente, todos debíamos transitar ese camino desde lugares diferentes para comenzar a entender, que para estar y transcurrir realmente por el espacio, había que habitar el cuerpo de cada uno.

En el espacio de las clases de manera soterrada, a fin de cuentas lo que se discutía es el poco espacio que tiene el cuerpo en el pensamiento occidental, pero no como mero recipiente de la mente sino como elemento activo donde los pensamientos son posibles, permeables, disociados, compatibles y para ello no había largos e innecesarios debates, había solo que tomar las clases durante un periodo para sentir que la mente tiene un peso específico en la carne, y que el cuerpo es sencillamente la revolución para el  pensamiento, porque lleva al lenguaje a su límite y obliga permanentemente a revisar al pensamiento en sus modos. de nombrar la dinámica de un cuerpo en movimiento y sus posibilidades para nombrar lo sensible.

-Qué es lo que puede enseñar un maestro-, qué es lo que puede aprender un alumno- son preguntas un tanto pobres frente a un hecho casi inaprensible, no hablo de mística sino de que toda enseñanza es un proceso y un maestro frente a esto ayuda de manera indirecta a entender y  a conducir al alumno no hacia la enseñanza ( la esperada moraleja) sino a enfrentar la cruda belleza que todo proceso conlleva como hecho vivo.
Finalmente ser alumno no es la voluntad de aprender (solamente), sino la entera disposición a que la enseñanza atraviese el cuerpo, con la suficiente potencia como para que perdure a lo largo de una vida, no como rasgo conductista que recuerde, el "yo aprendí" sino como una larga operación que va modificando imperceptiblemente a la propia sensibilidad del aprendizaje.

Como escribí al comienzo, toda historia se abre en muchas posibilidades, hace mucho deje de asistir a estas clases, primero se fue un amigo, después seguí yo y finalmente se fue una amiga. Los tres compartíamos la misma devoción y hacíamos de las clases una especie de culto para iniciados, detalle que era evidente en cualquier reunión social cuando nos deteníamos contando nuestras experiencias, frente a la cara de desconcierto de los que nada sabía de esto.
Fueron épocas muy bellas e intensas, pero todos nos confundimos bastante, (o por lo menos yo) al poner la necesidad  individual por encima del aprendizaje, en lugar de ponerme en un lugar mas sencillo y flexible, me endurecí en mi desamparo frente a la incertidumbre del propio camino. Pero era difícil que lo entendiera en aquel momento, faltaba todo este recorrido para animarme escribir sobre esto con la sensación de que una parte del trabajo esta hecho. Así sea.


Hace unos años funciona el Espacio Lem, bajo la gestión de Viviana Iasparra y Melina Seldes, donde se ofrece de una manera mas organizada y múltiple todo lo relacionado con las artes del movimiento, el trabajo del intérprete y el oficio de la danza. Recomiendo su blog donde encontrarán información detallada sobre sus actividades a lo largo del año: http://espacio-lem-blog.blogspot.com.ar/

En este momento se esta presentando en el Espacio Lem "El mundo Virgina" que es una performance estrenada hace dos años mas o menos con la cual se pueden dar una idea de lo que es una obra abierta, en permanente crecimiento y en constante diálogo con otras disciplinas.

La charla reproducida es de mi diario personal de esos años, como toda escritura atravesada por el recuerdo, no tiene el afán de la verosimilitud.

Cuando comencé este blog, escribí sobre algunas obras de Viviana Iasparra y lo voy a seguir haciendo.
Para chequear estos textos pueden ir a http://lortellado.blogspot.com.ar/2011/09/viviana-iasparra-y-la-soledad-creadora.html

Las fotos corresponden a las esculturas de Alberto Giacometti, para mayor información: http://es.wikipedia.org/wiki/Alberto_Giacometti