sábado, 29 de diciembre de 2012

Cuando la literatura es una performance


                             No hay que razonar según la lógica del tiempo, sino según la lógica de
                             la tradición"

                                                                                                   El pendulo de Foucault
                                                                                                                 Umberto Eco  
         


             "Mi querido Stanilav, sufre en vano, no podrás escribir por la mera voluntad, debes escuchar tu propia voz narradora, las historias brotarán solo de ellas; no pienses más, dedícate a vivir, que la pluma alimentada por el agua de la vida, habrá de vomitar por sí sola cuando las palabras la rebasen."

Este consejo de uno de los personajes secundarios de la novela "La suma del olvido" a su personaje principal,(Stanilav) en uno de los primeros momentos de la novela, suena mas a una advertencia que a un consejo, porque páginas más adelante este personaje llamado Alexander Kovalev muere batido en un duelo contra Stanilav Dimitri Anochievski y quizás esta sea su pequeña venganza, porque después de su muerte todo en la vida de Stanilav se le escapa y se le va de las manos. Contra todo pronóstico, esta es la historia de un perdedor que tiene un fortuito golpe de suerte, y a lo largo de la historia es la demostración cabal de que la suerte, a veces  mas que una fortuna es una maldición temeraria, porque en su aparente generosidad quita más de lo que da.
Esta podría ser una lectura de "La suma del olvido", y no sería errónea, todo indica que busca ser leída de esta manera, pero esto no es más que uno de los efectos de superficie que la novela trabaja desde su forma en relación con la tradición a la que busca adscribirse. Pero esta no es su mayor ambición, sino condensar los nudos temáticos de las principales novelas rusas, traducidas al castellano en una veintena de capítulos bastante cortos, en un libro que lo es aún más, porque tan solo posee 151 páginas.

"La suma del olvido" es una novela de un desconocido llamado Eduardo Rubinschik, llegue a él como suele suceder por medio de un amigo que me lo recomendaba a viva voz, como toda novedad que aparece en este mundo de novedades cada vez más efímeras, no le dí importancia al asunto, después de todo era su entusiasmo, asi como el libro que finalmente me lo terminó prestando, para caer también en las redes de un libro contrariando a su título, difícil de olvidar.
Esta novela (pensando en Nietzche que admiraba las novelas de Dostoiesvki) es un libro inactual, caprichoso y elíptico. Hay que decir también que es un libro (siendo cauto con esta expresión) poco literario no porque no haya literatura en el  (de hecho hay demasiada en su  construcción estilística) sino porque su mirada excede al campo de la literatura.
Fue publicado en el año 2009 en una edición de 700 ejemplares (que creo que es la única), fue "Segundo Premio del Régimen de Fomento a la Producción Literaria Nacional y Estímulo a la Industria Editorial. Fondo Nacional de las Artes 2008" toda esta información podría decir mucho, pero en realidad no agrega nada al misterio de la creación, de uno de los experimentos narrativos más arriesgado de los últimos tiempos en este país.

No quiero sonar altisonante con esto, el riesgo de este autor con la publicación de esta novela no tiene la épica del malditismo sino simplemente que no le publiquen otro intento narrativo, porque este libro "La suma del olvido" es una intervención estética de las más formales y rigurosas sobre la tradición.
Es un libro confeccionado por un lector, (en el sentido más Borgeano que se le puede otorgar a esta palabra) hay una mirada, una estrategia y un dispositivo que opera y procesa la información condensando un pueblo, una idiosincracia y un decir. En este caso el pueblo ruso del siglo XIX. Esto no quiere decir que estamos ante una novela histórica (vicio caro de algunos escritores) sino frente a la puesta en escena del discurso literario que se sabe consciente de su pasado de lecturas y traducciones.

Un escritor del siglo pasado devaluado, sobre todo por la  idea que tenía sobre la novela y también por parte de su obra literaria, siempre que pudo escribió sobre las similitudes de los rusos y los argentinos, una y otra vez hablo de las semejanzas entre la estepa siberiana y la llanura pampeana de hecho en un conocido ensayo suyo dice: "Hasta el punto que una novela como Ana Karénina, con sus criadores de toros de raza y sus gobernantas francesas, con sus estancias y burócratas, con sus señores patriarcales y sus generales, podía entenderse perfectamente aquí. Cuando en 1938 yo estudiaba en París, un ruso blanco (...) se admiraba del conocimiento y la comprensión que yo tenía de las novelas y personajes rusos, diciéndome que, en cambio, era muy difícil encontrar algo parecido entre los franceses. Tuve que decirle que no era un caso personal mío sino algo muy generalizado entre los estudiantes argentinos..." No sé hasta que punto esta afirmación se puede sostener, pero si de algo creo que estar seguro es que es cierto, en el caso de Ernesto Sábato, que siempre abrigó la ambición de escribir una novela total y trascendente como la de sus héroes rusos, eso sí, siempre leído desde Sartre, referencia obligada de la época.

Eduardo Rubinschick al parecer tiene un gesto más despreocupado, pero no por eso menos problemático, podemos reirnos un poco de la actitud de Sábato con respecto a la novela, de esa misión trascendental que le adjudicaba, y de esa intensión de labrar la salvación por la forma, podemos reírnos pero solo un poco, después de todo lo que en Sábato se caricaturiza es el paradigma de la época, los fantasmas del compromiso del escritor, que debía tener una espalda ancha para soportar el mundo y su contingencia.
Estas cuestiones no creo que le quiten el sueño a Rubinchick pero si la forma, que la trabaja hasta la exasperación, no creo que abrigue la esperanza de conocer más el alma del hombre después de esta experiencia,  creo más bien que su intención tiene un dejo de fina ironía, inteligencia y trabajo por supuesto, porque la operación estilística a la que somete a su escritura (para lograr el estílo de novelista ruso decimonómico traducido al castellano) es muy similar a la del director alemán Werner Herzog con su película Fiztcarralado, que literalmente cruza un barco por un monte sin trucajes ni maquetas; no quiero que se confunda no es parecido por los medios, ni la ideología, ni porque se suscriba a algún romanticismo trasnochado, sino porque tanto el film, como esta novela son verdaderas performance sobre la especificidad, tanto de la novela como del cine.
A Rubinschick le basta enunciar un par de tópicos de lo que conocemos como literatura rusa, trabajarlos rigurosamente, llevarla al extremo de sus posibilidades, con el riesgo de que su operación sea leída solo como una caricatura, de hecho parece eso en un principio, pero no, hacia la mitad la novela recrudece la respiración de la sintáxis y lo que parecía una cosa se transforma en un alucinado dispositivo de lectura sobre las lecturas de la literatura rusa en argentina.

Si hay una idea fuerte es que la moral es una construcción de la lectura, la moral entendida como un pacto que me dice como debo entender lo que sucede frente a mis ojos e imaginación. El autor de "La suma del olvido" parece ceder frente a este peso, sus personajes por momentos parecen dibujos bastante acartonados sobre un fondo que busca dar la impresión, de que es una impresión de la realidad, se nota el esfuerzo de un trazo que busca guardar la compostura en un terreno atravesado por las grandes novelas, de la literatura rusa, pero esto que parece el error de un principiante que no sabe como lidiar con sus influencias, no es más que un pliege y una estrategia. Si uno quiere el cuentito del principio al final lo tiene, eso si no sin cierto esfuerzo del lector, porque lo que se escribe con la mano parece borrarse con el codo, no hablo de un capitulo al otro, sino de párrafo a párrafo se hace evidente que la novela a pesar de la acumulación de nombres propios, paisajes, ambientes y situaciones que darían cuerpo al texto, lo van volviendo cada vez más inmaterial, casi imperceptible se va  adentrando en puntos ciegos donde lo único que queda son los rastros de una lectura que siempre llega tarde, por efecto la percepción se vuelve cada vez más efímera y se hace imposible recordar de manera lineal lo que sucede.

       "¿Cómo podía una vida alimentarse de ecos? Rastros, delicias de la ignorancia, (...). El cielo metálico parecía mirarme con ganas de acertar mi futuro. Acaso nunca  había estado más solo que ahora, poniéndole mi deriva al frío. El blanco en que ubicar el dardo, el blanco no escrito del futuro, (...) Caminar sin rumbo, era así una forma de desparramar todas las monedas posibles, pero con la firmeza de no pagar nada."

Más que a una novela asistimos a una  perfomance sobre la novela, una acción directa sobre el cuerpo textual donde lo único que importa es el recorrido de las intensidades, no porque lo otro no sea importante sino por la propia naturaleza de una performance, en este caso una intervención viva sobre la letra muerta de la tradición. En una performance no importa tanto el sentido sino el efecto, en este caso de los discursos dentro de la tradición que hacen a un determinado tipo de texto lo que es.

       "No tiene, no tenía sentido, pensar o disponer el relato a partir de ese crepúsculo: a veces, me he dicho o he oído, es preciso fugarse del paisaje, para que los hechos sean delineados por el hueso, quedando así llenos de mayor verdad."

Si hay una novela dentro de nuestra literatura que puede dialogar con "La suma del Olvido" esta es "Zama" novela de Antonio Di Benedetto un rara avis que paso sin pena ni gloria en el momento de su publicación, en el año 1956.
Ambas novelas están situadas en un pasado irrecuperable, hay una construcción coloquial decididamente anácrónica que no responde a la verosimilitud sino al efecto de extrañamiento de la percepción; en historias que capitulo tras capitulo se les escapa a los narradores que parecen cada vez más desorientados y perplejos en un mundo cambiante, efímero, opaco, chato que termina excluyéndolos de la propia historia que pretenden contar.

"(...) Llegué hasta el muelle viejo, esa construcción inexplicable, (...) Con su pequeña ola y sus remolinos sin salida, iba y venía, con precisión, un mono muerto, todavía completo y no descompuesto. El agua, ante el bosque, fue siempre una invitación al viaje, que él hizo hasta no ser mono, sino cadáver de mono. El agua quería llevárselo y lo llevaba, pero se le enredó entre los palos del muelle decrépito y ahí estaba él, por irse y no, y ahí estábamos.
       Ahí estábamos, por irnos y no."*

Este párrafo podría ser tranquilamente de la novela de Rubinschick pero es de Zama.

      "La ventaja de la soledad, pensé caminando con firmeza como si supiese adónde ir, es que no hay deudas con el presente. El universo de la deuda queda siempre fijo al pasado, por lo general lejano, ya que del reciente, no se ha podido aún comprender de dónde brota su sentido."

Tanto "Zama" como "La suma del olvido" y me atrevo a agregar cualquier película de "Herzog" son más que nada experiencias formales, que en su literalidad se juegan una idea del arte que busca excluir al arte como único código posible, más cercanas  a la vida como hecho informe, es decir procesal, incompleta, inservible, como titulo Herzog a sus diarios cuando filmaba Fitzcarraldo "La conquista de lo inútil". No hay enseñanza ni nada que aprender tan solo experiencias que hay que atravesar con todas las consecuencias posibles.



La cita textual de Sábato es de su libro "El escritor y sus fantasmas".

*Asi prácticamente comienza la Novela Zama, que tiene un epígrafe de lo más enigmático "Dedicado a las víctimas de la espera".

Los demas textos citados son de la Suma del Olvido y los recortes son míos.

Gracias Mauro por el libro y las interminables discusiones siempre acaloradas por el vino.