domingo, 13 de noviembre de 2011

La suma de todos los miedos

 
    "Lo que la literatura percibe (se trate de la literatura que llamamos Kafka, o Borges, o Cortázar)
     no es tanto un estado de las cosas (hipótesis realista) sino un estado de la imaginación."
     
                                                                                                                              Daniel Link
                                                                                                              del libro "Como se lee"

    El 11 de agosto de 1925 se publica un cuento, en la revista Weird Tales ( especializada en fantasía, terror y Ciencia Ficción) llamado simplemente "El".
No hubo revuelo editorial, ni se transformó en un suceso, ni el autor fue más conocido por él, ni siquiera es uno de sus mejores cuentos. Pero el autor un desconocido (por entonces) Howard Philips Lovecraft estaba sintiendo los cambios de paradigma del mundo, en su literatura.

La historia presenta tópicos que para la época, por el modo en que el autor trabaja la forma, es viejo. Si hay un detalle que caracteriza a las vanguardias del siglo XX es ese corte radical con el pasado. Lovecraft  parece hacer oídos sordos sobre esto y escribe como si viviera en el siglo XVIII y en este gesto que determina su percepción, se juega una política de la escritura.
Howard P. Lovecraft

 La historia que presenta el cuento es simple: un hombre con pretensiones artísticas, viaja a Nueva York en busca de inspiración, vaga por sus calles en un estado entre la expectación y la desilusión, la ciudad no era lo que pretendía (su imaginación) y gradualmente descubre que no se va a convertir en el poeta que sueña.
Hasta que se encuentra con "El" que le muestra el costado más oscuro y antiguo de la ciudad, este encuentro modifica su  percepción sobre el mundo y ya no vuelve a ser el mismo.

Si algo puedo decir sin riesgo a equivocarme sobre este escritor, es que su literatura es la reescritura obsesiva de una misma historia. En todas hay una revelación, en todas sus personajes se encuentran con un pasado terrible y todas sus historias terminan con la noticia de esa revelación, como una maldición inevitable.
Si una problemática atraviesa su literatura, es la de lo límites del lenguaje frente a lo realmente desconocido y la razón como un artificio pobre, frente a los cambios de un mundo nuevo.

Frente a esto Lovecraft elige escribir como un hombre del siglo XVIII, se hace cargo de esa tradición, pero de una manera muy particular y sobre todo literal, porque en su afán de escribir respondiendo a la retórica de un mundo pasado, se deja atrapar  por los dispositivos de lectura y percepción de un mundo que ya no existe, pero esto no significa volver al pasado, sino que el pasado interviene y deforma el flujo de la escritura, en tensión con su presente y el futuro, ese futuro siempre saturado de adjetivos.

Un poeta chileno en un poema advertía sobre los abusos de los adjetivos, no recuerdo al poema en cuestión pero si su sentencia: "el adjetivo cuando no da vida, mata".  Y si de adjetivos se habla, la literatura de Lovecraft es una verdadera destrucción del sustantivo como identidad unívoca, nada queda en pie en las descripciones de los horrores que nos presenta, ni los paisajes desconocidos que parecen atravesar a sus personajes. Todo es abusivo y extremo, en un mismo párrafo convoca al espanto tanto como la risa, al asco como al ridículo, todas las categorías sobre lo bello y lo feo se ven superadas.
"He" por Coven Illustracion-2011

La prosa de Lovecraft  aún a pesar de él es parte de su siglo, siglo que supo ser frágil en las categorías y en los equilibrios sobre la normalidad."Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo" escribió otro habitante del siglo XX en un libro sumamente curioso, cauto y seco en su forma, que parece discutir punto por punto con la literatura de Lovercraft.
"De los que no se puede hablar, hay que callar", nos dice en su libro ético sobre el lenguaje que también abreva con lo desconocido: "Hay, ciertamente lo inexpresable. Se muestra, es lo místico."

Lovecraft no fue un hombre religioso, de hecho se definía como un ateo materialista, pero su literatura no deja de rendir tributo a un pasado sagrado, que sobrepasa lo humano y lo pone en una nueva relación con el universo. Esto dentro de su perspectiva no es de ningún consuelo, lo único que logran hacer sus personajes en todas sus historias, con ese mínimo de cordura que les resta, en contar la experiencia. Pero la experiencia para los personajes de Lovecraft, es justamente el terreno donde el lenguaje se ve obsoleto y lo impensado ciertamente es un dato siniestro.


"Me encontré con él una noche de insomnio, mientras paseaba desesperadamente tratando de salvar mi alma y mi imaginación."

Como tantas otras narraciones este cuento comienza por el final, uno no sabe que va a pasar con el narrador  una vez acabado el cuento, pero imagina. La imaginación es el terreno donde se debate la historia, no sin cierto drama afectado por el histrionismo de la prosa.

El personaje busca ser poeta por consecuencia de las maravillas de una ciudad portentosa, como pudo haber sido Nueva York a principios del siglo XX. Es interesante este detalle, porque sin que el autor lo mencione el personaje de su historia es un flaneur, figura cara a la poesía moderna.
Que un poeta como Baudelaire, inquieto e incisivo lo toma de Edgar Poe, que en uno de sus cuentos llamado "El hombre multitud" esboza esta nueva sensibilidad que tiene como escenario a la ciudad como dispositivo de percepción.
Walter Benjamin (otro escritor donde el pasado se debatió de forma distinta) escribió a propósito que la mejor manera de conocer una ciudad es perderse en sus calles.
El personaje de Lovecraft lo lleva a cabo, se pierde y en eso pierde lo más valioso para él, su imaginación.

Ya no hay imaginación posible (parece decir el personaje) después de los horrores que contempla, en algún punto esta narración se roza, con la problemática del arte después de Aushwitz.
Lovecraft se murió antes de los campos e Hiroshima, no pudo saber de las torres, pero si de algo supo es del miedo, que en la narración se condensa en lo otro, lo extranjero, lo desconocido e impenetrable de esas "multitudes que bullían en las calles como torrenteras (...) de achaparrados y morenos extranjeros de facciones endurecidas y ojos pequeños; astutos y extranjeros sin sueños y sin sensibilidad"

Nueva York, ya en ese entonces se estaba transformando en lo que es hoy, una ciudad cosmopólita y abierta, con mucho afluente inmigratorio, esto provoca tensiones culturales, luchas y muertes, por una tierra (como gustaban decir los europeos), sin historia.
Esto es lo que se filtra en la narración, la voz de los sin historia, contamina al relato con la maldición y la muerte. Por eso este personaje no puede convertirse en poeta, su imaginario no puede con el horror. Horror porque la tierra fue sustraída con violencia y mentiras a sus antiguos habitantes, horror porque el linaje que pretende es una cáscara vacía, horror porque la ciudad esta creciendo y se esta transformando en una gigantesca Babel de culturas extrañas, horror finalmente porque su platonismo cultural, es una enfermedad que se alimenta del miedo a lo realmente otro.

En un párrafo, cuando ya sabe vencido sentencia a la ciudad, (sentencia, que es un involuntario retrato sobre el género en el que escribe),  sentencia con su prosa contaminada de formas extrañas y viejas que habitan la respiración de su escritura, frente a la pura demanda del cuento y del mundo que le toco vivir.

"...el hecho de que esta ciudad de piedra y estrépito no es una sensible perpetuación de la vieja Nueva York como Londres lo era del viejo Londres, o París del viejo París, sino que está, de hecho muerta, su cuerpo yaciendo imperfectamente embalasamado, infectados por extraños seres animados que no tienen relación alguna con lo que era cuando estaba viva."

 Lovecraft no fue un filosofo del lenguaje, ni fue un gran escritor, simplemente era escritor, le gustaban los cuentos de terror, escribió desde ese género para un público minoritario, les hablo de sus miedos desde los suyos y supo condensar (involuntariamente) los horrores mas inexpresables de su tiempo, en una sociedad como la norteaméricana, que curiosamente tiene gran tradición con el miedo, miedo que oportunamente se convirtió en herramienta política, en feroz cruzada, y en el motor de un imperio temeroso y temerario.


Los fragmentos del cuento "El" son del libro La llamada de Cthulu y otros cuentos de terror, la traducción es de José A. Alvaro Garrido.

La ilustración del cuento esta hecha especialmente para este texto, es de Coven Illustracion en Faceboock, pueden ubicar su trabajo.

Recomiendo la gran edición de los Mitos de Cthulu y recomiendo la excelente introducción sobre Lovecraft de Rafael Llopis, uno de los traductores de esta joyita editorial.